Los Trump no fallan un jueves. Donald dice que la OTAN debería expulsar a España, Isabel Díaz Ayuso que las madrileñas se vayan a abortar a otro lado y Joan Laporta está contento porque el Barça se irá el 20 de diciembre a Miami a jugar una jornada de Liga. Todo menos jugar en el Camp Nou. Cualquier noche, irás a lavarte los dientes y tendrás a Araújo defendiendo un córner bajo los palos de la ducha. Parece que nadie esté contento de quedarse donde está pero luego nadie se mueve.
Los Trump no fallan un jueves. Donald dice que la OTAN debería expulsar a España, Isabel Díaz Ayuso que las madrileñas se vayan a abortar a otro lado y Joan Laporta está contento porque el Barça se irá el 20 de diciembre a Miami a jugar una jornada de Liga. Todo menos jugar en el Camp Nou. Cualquier noche, irás a lavarte los dientes y tendrás a Araújo defendiendo un córner bajo los palos de la ducha. Parece que nadie esté contento de quedarse donde está pero luego nadie se mueve.Seguir leyendo…
Los Trump no fallan un jueves. Donald dice que la OTAN debería expulsar a España, Isabel Díaz Ayuso que las madrileñas se vayan a abortar a otro lado y Joan Laporta está contento porque el Barça se irá el 20 de diciembre a Miami a jugar una jornada de Liga. Todo menos jugar en el Camp Nou. Cualquier noche, irás a lavarte los dientes y tendrás a Araújo defendiendo un córner bajo los palos de la ducha. Parece que nadie esté contento de quedarse donde está pero luego nadie se mueve.

Mané Espinosa
Estos Trump nuestros podrían hacer cualquier cosa que su apoyo social no disminuiría. Aquí hay un misterio. Algo fascinante en bestias mediáticas que han destruido toda oposición, cualquier conato de masa crítica porque hacerlo –no ya criticarles sino simplemente llevarles la contraria– nos dejan fuera del marco y allí, en el lado al que nos mandan somos terroristas, poco patriotas, menos culés, miembros de flotilla, asesinos, abortistas, simplemente malos. Y eso que nos mintieron cuando aseguraron arreglar guerras en dos días, retener al mejor jugador del mundo con un asado o convertir a Madrid en la Freedonia.
No es todo culpa de ellos. Aprovecharon la oportunidad, leyeron bien la época, se arriesgaron, resistieron, mintieron al decir la verdad y no tuvieron miedo al ridículo: llámalo contrata turca cumplidora de plazos y sanciones, aprende euskera en un pim pam pum o que un emigrante en este preciso momento ande comiéndose tu mascota. Los Trump recogen la suerte de los que no tienen miedo y roban a los indecisos. Hablan y dicen que hacen cosas distintas de las que hacen porque saben que lo que se dice y lo que sucede son líneas paralelas que se tocarán en el infinito. También tienen aciertos y decisiones adecuadas, por supuesto, pero es que eso no es todo cuando estás allá arriba, cuando el foco detrás de ellos enfoca hacia la sociedad.
Perderemos la sensación de comunidad, luego el país y finalmente perderemos el equipo de fútbol
Si mienten, si se burlan, si amenazan, si gritan, si incumplen nos están autorizando a que los demás lo hagamos, del mismo modo que los actos de nobleza o decencia nos inspiran, hacen el mundo un poco mejor. Todo esto que escribo no importa. Es música gastada. No queremos la verdad pero tampoco nos creemos las mentiras. Es solo que nos valen con esos referentes, nos tranquilizan como una novela de asesinatos: mientras la lees no te está pasando a ti. No nos deportan a nosotros, no nos insultan a nosotros, no nos roban a nosotros. Son marcas en el supermercado.
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Da igual quien pierda, ganarán ellos. Perderemos la sensación de comunidad, luego el país y finalmente perderemos el equipo de fútbol: solo nos quedarán los turistas haciendo la ola mientras perdemos 0-2.
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