«Tenemos la percepción de que saldremos de casa y nos robarán o violarán, pero no es así». Es lo que apuntó hace unos días el director general de la Policía en Cataluña, Josep Lluís Trapero, en una entrevista radiofónica. Las cifras muestran una bajada generalizada de la actividad delictiva en el territorio, incluyendo Barcelona, pero su tasa de criminalidad sigue entre las más elevadas de España y la inseguridad se mantiene como principal preocupación de la ciudadanía , según muestra la última encuesta de servicios municipales. « La inseguridad percibida no coincide jamás con la real », puntualiza al respecto Ángel Parraga, presidente del Colegio de Criminólogos de la comunidad, y policía hace ya 36 años. «Es una cuestión subjetiva, en la que influyen muchas dimensiones, desde la edad, hasta el género, pasando por el nivel socioeconómico, y que nada tiene que ver con los datos policiales ». También contribuyen sucesos que, aunque poco frecuentes, generan gran impacto, como ocurrió el pasado julio, con la ejecución, en plena calle y a plena luz del día, en el centro de Barcelona, de un sicario de una mafia de los Balcanes , en un ajuste de cuentas. Al respecto, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle , precisa a ABC que crímenes como ese «forman parte de la excepcionalidad. Lo preocupante es que fuese la norma». Los datos policiales lo refrendan. Fueron cinco los homicidios durante el primer semestre del año, frente a los diez durante el mismo periodo de 2024 en la ciudad. El último balance de criminalidad del Ministerio del Interior recoge una bajada del 6,6 por ciento de la delincuencia en la capital catalana , incluidos los ilícitos más habituales: robos y hurtos . Pese a ello, la multirreincidencia sigue siendo el talón de Alquiles en esa percepción de seguridad. «Puedes tener unos datos que reflejan que baja la delincuencia, pero luego está la percepción. A una persona que le acaban de robar la cartera, no le expliques que han bajado los delitos . Por tanto, debemos ser conscientes de que es una variable con la que debemos trabajar y centrarnos en crear instrumentos para mejorar la seguridad», apunta Batlle. Según los datos de la última junta de seguridad, Barcelona cuenta con 266 delincuentes que han sido detenidos en más de 1.700 ocasiones por perpetrar 5.000 robos o hurtos . «Actúan con total impunidad. Ese es el gran problema que nos encontramos los policías», indica a este diario un agente de la Guardia Urbana. Pese a las últimas modificaciones legales, y la aprobación de un plan de choque contra la multirreincidencia , que incluye el refuerzo judicial, desde el ámbito policial sostienen que es aún insuficiente. «Hasta que no se tengan más juzgados, por mucho que trabajemos nosotros, no cambiará nada. Hay algunos de ellos que nos dicen, textualmente, que les sale más a cuenta robar que trabajar. Si una persona sabe que si robando, de diez veces le pillan dos, pues adelante con todo. Esto es lo que está pasando. Hay compañeros que tienen ya desidia porque detienen una y otra vez al mismo individuo. Ya son parte del vecindario», lamenta el mismo agente.Agentes de la Urbana custodian a un detenido en el Raval de Barcelona ADRIÁN QUIROGAAl respecto, el responsable del Ayuntamiento también coincide en que « hacen falta más juzgados y probablemente más jueces , para dotar a la Fiscalía de todos los instrumentos para que puedan ejercer su función acusatoria en defensa del interés público». Así, al igual que los policías, Batlle constata que su trabajo acaba «en el momento de la detención de una persona, y a partir de ahí las leyes no las hacemos nosotros, ni ponemos las fechas de los juicios». Por eso desde el consistorio de la capital catalana «no dejarán de apretar, gobierne quien gobierne», para contar con más medios.A pie de calle, los policías dicen haber notado «más agresividad» por parte de los delincuentes habituales. «Arremeten con más violencia. No sólo contra nosotros, sino también hacia la población», asegura un uniformado.No sólo es preocupante ese incremento de la violencia, sino también de la tenencia de armas blancas . Ya lo advirtió el propio Batlle en 2022, cuando señaló que «la cultura de la navaja» se podía extender por Barcelona. Pese a que no fueron pocos quienes reprocharon sus palabras, el tiempo le dio la razón. Y es que la incautación de armas blancas –con operativos destinados a su detección, tras el diseño de un plan específico, Daga– ha aumentando un 48 por ciento, respecto a 2024. Más de 1.800 entre enero y junio. Un aumento de su tenencia, no sólo vinculado a la delincuencia, como podrían ser enfrentamientos entre bandas latinas, sino también al consumo de drogas o problemas de salud mental. Y es que el tráfico de drogas es una de las tipologías penales que sigue al alza en Barcelona –un aumento del 26,3 por ciento, respecto al primer semestre de 2024–. Como bien corrobora el teniente de alcalde, el Puerto es una de las principales puertas de entrada de estupefacientes, y, dada su alta actividad, resulta imposible revisar toda la mercancía. Esa actividad también repercute en el asentamiento de organizaciones criminales en el territorio, y en el consiguiente aumento de incidentes con armas de fuego, sobre todo, por ajustes de cuentas.’Modus vivendi’En los últimos seis meses también han incrementado las violaciones –de 200 a 245–, así como el resto de delitos contra la libertad sexual . También crecen las denuncias por violencia de género . En cambio, el resto de ilícitos disminuye. Pese al descenso, los más numerosos siguen siendo los hurtos –casi 39.000 entre enero y junio de este año–, lo que hace que la tasa de criminalidad de Barcelona –número de delitos por cada 100.000 habitantes– se mantenga entre las más elevadas de España. Durante el primer semestre del año, otra localidad catalana, El Prat de Llobregat, lideró esta tasa, por los multirreincidentes que actúan en el aeropuerto que, sólo durante ese periodo, registró 27 millones de pasajeros. Y es que el turismo también es gran un reclamo para quienes han convertido los robos en su ‘modus vivendi’. Pero, más allá de las cifras, la percepción de seguridad es un «constructo social» , recuerda el criminólogo, que, entre otros elementos subjetivos, se ve afectado por la repercusión de algunas publicaciones, no sólo en medios convencionales sino y, especialmente, en redes sociales. Vídeos de agresiones que se reproducen miles de veces y que, en no pocas ocasiones, ni siquiera se han perpetrado donde quienes lo comparten indican, pero que contribuyen a amplificar la sensación de inseguridad . «Algunos estudios muestran que esa percepción se correlaciona más con otras vulnerabilidades sociales e individuales, como la soledad, la salud, la exclusión social o el empleo, que con el propio control de la delincuencia», precisa Parraga a este diario. Mientras que la seguridad «es un equilibrio entre presencia policial, coordinación entre cuerpos, legislación adecuada y conciencia ciudadana. No es sólo poner policías en todas las esquinas; sino entender su carácter social. Es una política vinculada a la protección de los más desprotegidos y a la rehabilitación, como aprendí en política penitenciaria. Debemos estar atentos a explosiones de violencia en barrios populares y asegurar que la ciudad siga siendo segura y habitable para todos», concluye Batlle. «Tenemos la percepción de que saldremos de casa y nos robarán o violarán, pero no es así». Es lo que apuntó hace unos días el director general de la Policía en Cataluña, Josep Lluís Trapero, en una entrevista radiofónica. Las cifras muestran una bajada generalizada de la actividad delictiva en el territorio, incluyendo Barcelona, pero su tasa de criminalidad sigue entre las más elevadas de España y la inseguridad se mantiene como principal preocupación de la ciudadanía , según muestra la última encuesta de servicios municipales. « La inseguridad percibida no coincide jamás con la real », puntualiza al respecto Ángel Parraga, presidente del Colegio de Criminólogos de la comunidad, y policía hace ya 36 años. «Es una cuestión subjetiva, en la que influyen muchas dimensiones, desde la edad, hasta el género, pasando por el nivel socioeconómico, y que nada tiene que ver con los datos policiales ». También contribuyen sucesos que, aunque poco frecuentes, generan gran impacto, como ocurrió el pasado julio, con la ejecución, en plena calle y a plena luz del día, en el centro de Barcelona, de un sicario de una mafia de los Balcanes , en un ajuste de cuentas. Al respecto, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle , precisa a ABC que crímenes como ese «forman parte de la excepcionalidad. Lo preocupante es que fuese la norma». Los datos policiales lo refrendan. Fueron cinco los homicidios durante el primer semestre del año, frente a los diez durante el mismo periodo de 2024 en la ciudad. El último balance de criminalidad del Ministerio del Interior recoge una bajada del 6,6 por ciento de la delincuencia en la capital catalana , incluidos los ilícitos más habituales: robos y hurtos . Pese a ello, la multirreincidencia sigue siendo el talón de Alquiles en esa percepción de seguridad. «Puedes tener unos datos que reflejan que baja la delincuencia, pero luego está la percepción. A una persona que le acaban de robar la cartera, no le expliques que han bajado los delitos . Por tanto, debemos ser conscientes de que es una variable con la que debemos trabajar y centrarnos en crear instrumentos para mejorar la seguridad», apunta Batlle. Según los datos de la última junta de seguridad, Barcelona cuenta con 266 delincuentes que han sido detenidos en más de 1.700 ocasiones por perpetrar 5.000 robos o hurtos . «Actúan con total impunidad. Ese es el gran problema que nos encontramos los policías», indica a este diario un agente de la Guardia Urbana. Pese a las últimas modificaciones legales, y la aprobación de un plan de choque contra la multirreincidencia , que incluye el refuerzo judicial, desde el ámbito policial sostienen que es aún insuficiente. «Hasta que no se tengan más juzgados, por mucho que trabajemos nosotros, no cambiará nada. Hay algunos de ellos que nos dicen, textualmente, que les sale más a cuenta robar que trabajar. Si una persona sabe que si robando, de diez veces le pillan dos, pues adelante con todo. Esto es lo que está pasando. Hay compañeros que tienen ya desidia porque detienen una y otra vez al mismo individuo. Ya son parte del vecindario», lamenta el mismo agente.Agentes de la Urbana custodian a un detenido en el Raval de Barcelona ADRIÁN QUIROGAAl respecto, el responsable del Ayuntamiento también coincide en que « hacen falta más juzgados y probablemente más jueces , para dotar a la Fiscalía de todos los instrumentos para que puedan ejercer su función acusatoria en defensa del interés público». Así, al igual que los policías, Batlle constata que su trabajo acaba «en el momento de la detención de una persona, y a partir de ahí las leyes no las hacemos nosotros, ni ponemos las fechas de los juicios». Por eso desde el consistorio de la capital catalana «no dejarán de apretar, gobierne quien gobierne», para contar con más medios.A pie de calle, los policías dicen haber notado «más agresividad» por parte de los delincuentes habituales. «Arremeten con más violencia. No sólo contra nosotros, sino también hacia la población», asegura un uniformado.No sólo es preocupante ese incremento de la violencia, sino también de la tenencia de armas blancas . Ya lo advirtió el propio Batlle en 2022, cuando señaló que «la cultura de la navaja» se podía extender por Barcelona. Pese a que no fueron pocos quienes reprocharon sus palabras, el tiempo le dio la razón. Y es que la incautación de armas blancas –con operativos destinados a su detección, tras el diseño de un plan específico, Daga– ha aumentando un 48 por ciento, respecto a 2024. Más de 1.800 entre enero y junio. Un aumento de su tenencia, no sólo vinculado a la delincuencia, como podrían ser enfrentamientos entre bandas latinas, sino también al consumo de drogas o problemas de salud mental. Y es que el tráfico de drogas es una de las tipologías penales que sigue al alza en Barcelona –un aumento del 26,3 por ciento, respecto al primer semestre de 2024–. Como bien corrobora el teniente de alcalde, el Puerto es una de las principales puertas de entrada de estupefacientes, y, dada su alta actividad, resulta imposible revisar toda la mercancía. Esa actividad también repercute en el asentamiento de organizaciones criminales en el territorio, y en el consiguiente aumento de incidentes con armas de fuego, sobre todo, por ajustes de cuentas.’Modus vivendi’En los últimos seis meses también han incrementado las violaciones –de 200 a 245–, así como el resto de delitos contra la libertad sexual . También crecen las denuncias por violencia de género . En cambio, el resto de ilícitos disminuye. Pese al descenso, los más numerosos siguen siendo los hurtos –casi 39.000 entre enero y junio de este año–, lo que hace que la tasa de criminalidad de Barcelona –número de delitos por cada 100.000 habitantes– se mantenga entre las más elevadas de España. Durante el primer semestre del año, otra localidad catalana, El Prat de Llobregat, lideró esta tasa, por los multirreincidentes que actúan en el aeropuerto que, sólo durante ese periodo, registró 27 millones de pasajeros. Y es que el turismo también es gran un reclamo para quienes han convertido los robos en su ‘modus vivendi’. Pero, más allá de las cifras, la percepción de seguridad es un «constructo social» , recuerda el criminólogo, que, entre otros elementos subjetivos, se ve afectado por la repercusión de algunas publicaciones, no sólo en medios convencionales sino y, especialmente, en redes sociales. Vídeos de agresiones que se reproducen miles de veces y que, en no pocas ocasiones, ni siquiera se han perpetrado donde quienes lo comparten indican, pero que contribuyen a amplificar la sensación de inseguridad . «Algunos estudios muestran que esa percepción se correlaciona más con otras vulnerabilidades sociales e individuales, como la soledad, la salud, la exclusión social o el empleo, que con el propio control de la delincuencia», precisa Parraga a este diario. Mientras que la seguridad «es un equilibrio entre presencia policial, coordinación entre cuerpos, legislación adecuada y conciencia ciudadana. No es sólo poner policías en todas las esquinas; sino entender su carácter social. Es una política vinculada a la protección de los más desprotegidos y a la rehabilitación, como aprendí en política penitenciaria. Debemos estar atentos a explosiones de violencia en barrios populares y asegurar que la ciudad siga siendo segura y habitable para todos», concluye Batlle.
«Tenemos la percepción de que saldremos de casa y nos robarán o violarán, pero no es así». Es lo que apuntó hace unos días el director general de la Policía en Cataluña, Josep Lluís Trapero, en una entrevista radiofónica. Las cifras muestran una bajada … generalizada de la actividad delictiva en el territorio, incluyendo Barcelona, pero su tasa de criminalidad sigue entre las más elevadas de España y la inseguridad se mantiene como principal preocupación de la ciudadanía, según muestra la última encuesta de servicios municipales.
«La inseguridad percibida no coincide jamás con la real», puntualiza al respecto Ángel Parraga, presidente del Colegio de Criminólogos de la comunidad, y policía hace ya 36 años. «Es una cuestión subjetiva, en la que influyen muchas dimensiones, desde la edad, hasta el género, pasando por el nivel socioeconómico, y que nada tiene que ver con los datos policiales». También contribuyen sucesos que, aunque poco frecuentes, generan gran impacto, como ocurrió el pasado julio, con la ejecución, en plena calle y a plena luz del día, en el centro de Barcelona, de un sicario de una mafia de los Balcanes, en un ajuste de cuentas. Al respecto, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, precisa a ABC que crímenes como ese «forman parte de la excepcionalidad. Lo preocupante es que fuese la norma».
Los datos policiales lo refrendan. Fueron cinco los homicidios durante el primer semestre del año, frente a los diez durante el mismo periodo de 2024 en la ciudad. El último balance de criminalidad del Ministerio del Interior recoge una bajada del 6,6 por ciento de la delincuencia en la capital catalana, incluidos los ilícitos más habituales: robos y hurtos.
Pese a ello, la multirreincidencia sigue siendo el talón de Alquiles en esa percepción de seguridad. «Puedes tener unos datos que reflejan que baja la delincuencia, pero luego está la percepción. A una persona que le acaban de robar la cartera, no le expliques que han bajado los delitos. Por tanto, debemos ser conscientes de que es una variable con la que debemos trabajar y centrarnos en crear instrumentos para mejorar la seguridad», apunta Batlle.
Según los datos de la última junta de seguridad, Barcelona cuenta con 266 delincuentes que han sido detenidos en más de 1.700 ocasiones por perpetrar 5.000 robos o hurtos. «Actúan con total impunidad. Ese es el gran problema que nos encontramos los policías», indica a este diario un agente de la Guardia Urbana. Pese a las últimas modificaciones legales, y la aprobación de un plan de choque contra la multirreincidencia, que incluye el refuerzo judicial, desde el ámbito policial sostienen que es aún insuficiente. «Hasta que no se tengan más juzgados, por mucho que trabajemos nosotros, no cambiará nada. Hay algunos de ellos que nos dicen, textualmente, que les sale más a cuenta robar que trabajar. Si una persona sabe que si robando, de diez veces le pillan dos, pues adelante con todo. Esto es lo que está pasando. Hay compañeros que tienen ya desidia porque detienen una y otra vez al mismo individuo. Ya son parte del vecindario», lamenta el mismo agente.
ADRIÁN QUIROGA
Al respecto, el responsable del Ayuntamiento también coincide en que «hacen falta más juzgados y probablemente más jueces, para dotar a la Fiscalía de todos los instrumentos para que puedan ejercer su función acusatoria en defensa del interés público». Así, al igual que los policías, Batlle constata que su trabajo acaba «en el momento de la detención de una persona, y a partir de ahí las leyes no las hacemos nosotros, ni ponemos las fechas de los juicios». Por eso desde el consistorio de la capital catalana «no dejarán de apretar, gobierne quien gobierne», para contar con más medios.
A pie de calle, los policías dicen haber notado «más agresividad» por parte de los delincuentes habituales. «Arremeten con más violencia. No sólo contra nosotros, sino también hacia la población», asegura un uniformado.
No sólo es preocupante ese incremento de la violencia, sino también de la tenencia de armas blancas. Ya lo advirtió el propio Batlle en 2022, cuando señaló que «la cultura de la navaja» se podía extender por Barcelona. Pese a que no fueron pocos quienes reprocharon sus palabras, el tiempo le dio la razón. Y es que la incautación de armas blancas –con operativos destinados a su detección, tras el diseño de un plan específico, Daga– ha aumentando un 48 por ciento, respecto a 2024. Más de 1.800 entre enero y junio. Un aumento de su tenencia, no sólo vinculado a la delincuencia, como podrían ser enfrentamientos entre bandas latinas, sino también al consumo de drogas o problemas de salud mental. Y es que el tráfico de drogas es una de las tipologías penales que sigue al alza en Barcelona –un aumento del 26,3 por ciento, respecto al primer semestre de 2024–. Como bien corrobora el teniente de alcalde, el Puerto es una de las principales puertas de entrada de estupefacientes, y, dada su alta actividad, resulta imposible revisar toda la mercancía.
Esa actividad también repercute en el asentamiento de organizaciones criminales en el territorio, y en el consiguiente aumento de incidentes con armas de fuego, sobre todo, por ajustes de cuentas.
‘Modus vivendi’
En los últimos seis meses también han incrementado las violaciones –de 200 a 245–, así como el resto de delitos contra la libertad sexual. También crecen las denuncias por violencia de género. En cambio, el resto de ilícitos disminuye. Pese al descenso, los más numerosos siguen siendo los hurtos –casi 39.000 entre enero y junio de este año–, lo que hace que la tasa de criminalidad de Barcelona –número de delitos por cada 100.000 habitantes– se mantenga entre las más elevadas de España. Durante el primer semestre del año, otra localidad catalana, El Prat de Llobregat, lideró esta tasa, por los multirreincidentes que actúan en el aeropuerto que, sólo durante ese periodo, registró 27 millones de pasajeros. Y es que el turismo también es gran un reclamo para quienes han convertido los robos en su ‘modus vivendi’. Pero, más allá de las cifras, la percepción de seguridad es un «constructo social», recuerda el criminólogo, que, entre otros elementos subjetivos, se ve afectado por la repercusión de algunas publicaciones, no sólo en medios convencionales sino y, especialmente, en redes sociales. Vídeos de agresiones que se reproducen miles de veces y que, en no pocas ocasiones, ni siquiera se han perpetrado donde quienes lo comparten indican, pero que contribuyen a amplificar la sensación de inseguridad.
«Algunos estudios muestran que esa percepción se correlaciona más con otras vulnerabilidades sociales e individuales, como la soledad, la salud, la exclusión social o el empleo, que con el propio control de la delincuencia», precisa Parraga a este diario. Mientras que la seguridad «es un equilibrio entre presencia policial, coordinación entre cuerpos, legislación adecuada y conciencia ciudadana. No es sólo poner policías en todas las esquinas; sino entender su carácter social. Es una política vinculada a la protección de los más desprotegidos y a la rehabilitación, como aprendí en política penitenciaria. Debemos estar atentos a explosiones de violencia en barrios populares y asegurar que la ciudad siga siendo segura y habitable para todos», concluye Batlle.
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