El señor de las rotondas de la política portuguesa, el ultra André Ventura, derrapó en las elecciones municipales de ayer al obtener un resultado claramente por debajo de sus expectativas iniciales de conquistar una treintena de las 308 alcaldías del país, objetivo que después su partido, Chega, rebajó a una decena. Finalmente sacó tres. Si bien la extrema derecha experimenta un considerable avance, al tocar poder por primera vez y triplicar su 4,2% de los votos de hace cuatro años, chocó con la implantación territorial del bipartidismo tradicional que había logrado romper en las legislativas de mayo, cuando se convirtió en la segunda fuerza parlamentaria.
Chega aspiraba a obtener unas 30 alcaldías y sacó tres, si bien tocó poder por primera vez y triplicó su porcentaje de 2021, en unas elecciones que reforzaron al primer ministro, Luís Montenegro
El señor de las rotondas de la política portuguesa, el ultra André Ventura, derrapó en las elecciones municipales de ayer al obtener un resultado claramente por debajo de sus expectativas iniciales de conquistar una treintena de las 308 alcaldías del país, objetivo que después su partido, Chega, rebajó a una decena. Finalmente sacó tres. Si bien la extrema derecha experimenta un considerable avance, al tocar poder por primera vez y triplicar su 4,2% de los votos de hace cuatro años, chocó con la implantación territorial del bipartidismo tradicional que había logrado romper en las legislativas de mayo, cuando se convirtió en la segunda fuerza parlamentaria.
Efectos políticos
Pese a que los socialistas resisten mejor de lo esperado, los conservadores ganan en el total nacional y en las grandes ciudades
Las municipales refuerzan al primer ministro, el conservador Luís Montenegro, con su victoria global en número de alcaldías y en los mayores ayuntamientos, como Lisboa y Oporto, al tiempo que inyectan oxígeno al Partido Socialista (PS), liderado desde junio por José Luís Carneiro, al resistir mejor de lo esperado. Para Montenegro el triunfo municipal supone consolidar su Gobierno minoritario, que ya se había afianzado en mayo, justo cuando acaba de reaparecer en la escena pública el escándalo de la consultora de su familia, que sigue siendo objeto de una investigación preventiva de la fiscalía.
Contra los usos de la política local portuguesa de centrar la campaña en los cabezas de lista, entre los que es elegido automáticamente alcalde el más votado, Chega empapeló Portugal, con carteles en muchas de las principales rotondas con la imagen de su líder, sólo o en compañía de sus candidatos. La extrema derecha trataba de evitar así el efecto de las europeas cuando se desinfló sin Ventura en la papeleta, además de paliar la falta de cuadros de un partido prácticamente unipersonal y cuyos cargos públicos han protagonizado frecuentes polémicas. De hecho, nueve de los diecinueve concejales electos en 2021 abandonaron la formación.
Una subida decepcionante
Ventura cometió el error de fijar un objetivo desmesurado de alcaldías para un Chega que sin en él en la papeleta pierde fuerza
El jefe de Chega trataba también de impulsarse ante las presidenciales que, en su imparable frenesí electoral de lo que va de década, Portugal celebrará en enero. Sin embargo, presa de la euforia tras superar en escaños pero no en votos a los socialistas en las legislativas de mayo e imponerse en 60 municipios, cometió el error de principiante, en su catarata de constantes declaraciones, de fijar un listón concreto para medir los resultados de su partido y del que se quedó muy lejos. El balance en ningún caso podría ser triunfal, pero el por lo general hábil comunicador André Ventura se quedó con pocas opciones de disimular su carácter decepcionante y tuvo que reconocer anoche que no alcanzó sus metas.
El resultado está también por debajo de las expectativas que señalaban las encuestas, que le atribuían incluso algunas opciones de conquistar el segundo municipio más poblado del país, Sintra, de 400.000 habitantes, donde Chega presentaba a la joven diputada Rita Matías, su otro rostro más conocido. Quedó de tercera a una amplia distancia del vencedor, el conservador Marco Almeida.
Los ultras vencieron en Albufeira, de 40.000 habitantes, Entroncamento, de 22.000, y São Vicente, en Madeira, de 5.000. En alcaldías quedaron de quintos, tras PSD, PS, PCP y CDS, si bien en votos y en concejales se convirtieron en la tercera fuerza local, arrebatándole a los comunistas el puesto que tenían desde 1976. Y serán llave en numerosos ayuntamientos.
Los resultados de la capital
Carlos Moedas logró una clara reelección en Lisboa pese a su discutida gestión del accidente del funicular de A Gloria
El freno en el avance de Chega constituye una gran noticia para el conservador Montenegro, junto a la victoria global en el total nacional y en los principales ayuntamientos como Lisboa, Oporto, Sintra y Vilanova de Gaia. En la capital el alcalde Carlos Moedas resistió, pese al desgaste que acumuló por su discutida gestión del accidente del funicular de A Gloria, en el que murieron 16 personas. La negativa de los comunistas a sumarse a la coalición que formaron el resto de fuerzas progresistas lastró a la alternativa de la socialista Alexandra Leitão.
Pese a que dejó de ser la fuerza dominante en el ámbito municipal, el escaso margen de la derrota en el cómputo global de alcaldías y la conquista de plazas como Coimbra, Aveiro y Bragança muestran que el PS no está enterrado. Queda dibujado así un escenario girado hacia la derecha con tres fuerzas principales y dominado por los conservadores, pero en el que tanto los ultras como los socialistas tienen un papel relevante.
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