A El Hormiguero le tocaba anoche bailar con el más feo: el partido de la Selección Española contra Bulgaria. Noche complicada para el programa más visto de la televisión que quiso salvar con la invitada que nunca falla ni en la audiencia ni en lo que cuenta: Susanna Griso Leer A El Hormiguero le tocaba anoche bailar con el más feo: el partido de la Selección Española contra Bulgaria. Noche complicada para el programa más visto de la televisión que quiso salvar con la invitada que nunca falla ni en la audiencia ni en lo que cuenta: Susanna Griso Leer
Quienes conocen a Susanna Griso dicen -ella también- que su móvil vale millones por todos los números de teléfono que guarda en él. Alguna vez lo ha contado en El Hormiguero, quitando hierro al asunto y haciéndose un poco la despistada, pues, aunque la profesión obliga, Susanna Griso es de las que sabe guardar un secreto o, al menos, guardar quién se lo ha contado o de quién es el secreto. Con todos, menos con el suyo. Anoche, Pablo Motos tiró de la periodista para salvar una noche complicada para El Hormiguero. Le tocaba bailar con el más feo, con el partido de la Selección Española contra Bulgaria por la calificación del Mundial. Pablo Motos tiró de quien nunca falla, tiró de Susanna Griso y de los secretos que la presentadora guarda bajo llave o… en su móvil.
Casualidades de la vida, Espejo Público y El Hormiguero tienen en común algo más que ser dos de los programas estrella de Antena 3. Ambos cumplen esta temporada sus 20 años en antena. Son como el papá y la mamá de la programación de la principal cadena de Atresmedia. En realidad, el vigésimo aniversario era una excusa para tener a Susanna Griso frente a las hormigas, pues en las últimas semanas, la periodista ha pasado de contar las noticias a convertirse en noticia, y del corazón.
Llegó a El Hormiguero con esa sonrisa que ilumina la estancia en la que entra y con homenaje a Diane Keaton, corbata, camisa ancha y pantalones. Porque en parte, lo de anoche en El Hormiguero iba a ser una especie de homenaje a alguna que otra película de amor, de íntriga y de poder.
Susanna Griso reveló hace unos días en su propio programa la pedida de matrimonio de su pareja, Luis Enriquez Nistal, y la boda que se celebrará el próximo verano. Contó en El Hormiguero lo que ya había contado en Espejo Público, el cómo fue, el cómo lo lograron ocultar y el cómo se vuelve una a enamorar. Y dejó completamente K.O. a Pablo Motos.
Le preguntó el presentador por si las mariposas que uno siente cuando se enamora siguen siendo jóvenes cuando el amor llega pasados los 50. Susanna Griso tiró de clásicos y de tópico. Aseguró que el amor «es distinto» y recordó una frase de la mítica Cuando Harry encontró a Sally en la que Harry le dice a Sally: «Cuando sabes con quién quieres pasar el resto de tus días quieres que el resto de tu vida empiece inmediatamente». Y Pablo Motos se quedó petrificado. El presentador tuvo que pedirle que le diera unos segundos para recuperarse. Susanna Griso se había puesto romántica y Pablo Motos no se lo esperaba. Que frase tan buena para decirlo todo sin decir nada. Es que Susanna Griso sabe guardar secretos.
Boda y pamela, la que llevó la presentadora de Espejo Público a la boda de Cayetano Martínez de Irujo, y que se ha convertido casi en cuestión de Estado por su tamaño y porque fuera Susanna Griso la que la llevaba. Pues también la defendió en El Hormiguero, después de que gracias a ésta, la presentadora fuese más protagonista que los propios novios. Entre risas, porque a Pablo Motos solo le faltó decir que con ella podría haber cubierto la Puerta del Sol más que los toldos de Almeida, Susanna Griso explicó que «nunca» se había puesto un tocado ni una pamela. «Pregunté quién era la mejor artesana y me hablaron de Isabel que tiene unos trabajos dignos de ver y tal y como llegué con el vestido ella me dijo esa era la pamela», explicó Griso. Y, claro, con esa pamela nadie te reconoce, ni siquiera el novio que cuando Susanna Griso fue a darle la enhorabuena no supo quién estaba debajo de ella.
Secretos íntimos revelados, llegaba el momento de entrar en materia. Con Susanna Griso, Pablo Motos se da el privilegio de poder jugar más que con el resto de presentadores y periodistas de la cadena. A Vicente Vallés seguro que no le pregunta por pamelas y a Carlos Alsina, tampoco por bodas. Pero de lo social había que pasar al meollo de la cuestión, a la política. ¡Cómo no!
Es habitual, y no es ningún secreto -éste no- que Susanna Griso suele comer con diferentes políticos y que, por tanto, se entera de muchas cosas, que guarda en su memoria, pero que nunca olvida. Consciente Pablo Motos de ello, no dudó en preguntarle por cómo ven esos políticos la situación actual, pues «hay dos etiquetas: si defiendes a Pedro Sánchez eres un propagandista y si no eres un facha».
«Hay mucha polarización», sentenció Susanna Griso, tanta que es prácticamente imposible sentarse en una mesa con alguien de ideología contraria y no terminar como el rosario de la Aurora. «Ahora solo tiene clubs de fans y eso te lleva a que no puedes criticar nada. Este hooliganismo te lleva a un lugar muy malo. Hay críticas con un mínimo de sentido ético que tienen que aceptar. Hay un reproche ético más allá de la deriva judicial, que no quiero comentar por la independencia judicial como hacen otros», sentenció la periodista soltando un zasca para quién quisiera recoger el guante, que no son pocos.
Y es que a Susanna Griso lo de pagar un precio por decir lo que piensa o «fiscalizar» al Gobierno y a la oposición hace tiempo que le da igual: «A mí ya no me afecta. He sufrido todo tipo de campañas, desde el chavismo al independentismo, de la izquierda de la derecha. Tenemos que abstraernos de ella. Cuando me dicen amigos que les están criticando les digo ‘bienvenidos al mundo de las críticas’. Sobre todo tienes que tener una piel muy dura. Y al final te endureces y empiezas a relativizarlo todo».
El problema de cubrirte con un chusbaquero para que el agua (y lo que no es el agua) resbale es que se corre el riesgo de endurecerse con el resto de cosas de la vida. Susanna Griso prefiere pensar que eso no le pasa, aunque sus hijos creen que sí. «Es verdad que tienes que insensibilizarte. Este país necesita gente valiente que se atreva a decir las cosas», sentenció.
Hicieron ambos un buen repaso a esa polarización que casi no permite ni respirar y más cuando eres un rostro público como lo son ellos. Ocurre en sus casos, pero también en los que están, digamos, en el otro lado. Las campañas en redes, los insultos, las críticas, los comentarios son una constante. Antes a los periodistas les tocaba lidiar con confirmar las noticias, ahora lidian con que no te quemen en las redes sociales.
«Ahora mismo miro los comentarios y me llaman desde sanchista hasta ultra conservadora», afirmó Susanna Griso, entrando en otro charco, en el del que «el Gobierno dosifica mucho las entrevistas porque dan pocas a los medios menos afines» y en los tiempos en los que «llamábamos a Rajoy el presidente del plasma».
Y lanzó otro zasca: «Tienes que lidiar con la publicidad institucional. Con ella haces daño a unos medios y perjudicas a otros. Y dicen lo de las autonomías, que también tienen su publicidad institucional, pero no es lo mismo estar en la Moncloa con el control de todos los ministerios que en una Autonomía».
Llegó el momento de recordar. No, no volvieron a Cuando Harry encontró a Sally sino cuando Susanna Griso encontró a Pedro Sánchez. Fue en las elecciones de 2019 cuando Susanna Griso se empotró durante varios días con los candidatos. Uno de ellos era Pedro Sánchez. Le acompañó en el autobús de campaña, pasó dos días pegada a él y… «¿qué queda de ese Pedro Sánchez?», le preguntó Pablo Motos después de poner un vídeo de aquel reportaje en el que Sánchez aseguraba que nunca pactaría con Podemos ni con los independentistas.
«Este Pedro Sánchez es distinto al que yo conocí en las primarias con Madina, y me sorprendió que un joven tan apocado se atreviese a enfrentarse a Madina que tenía todos los apoyos. Y pensé ‘qué atrevido y ambicioso, pero que bien que se atreva’. La primera entrevista tenía que hacer un esfuerzo para escucharle», rememoró la presentadora, señalando que en aquel momento cumplió su palabra porque «el Comité Federal del PSOE no le dejó pactar con ellos (…) Nos ha sorprendido tantas veces…».
Y llegaron a Alberto Núñez Feijóo, al que Susanna Griso entrevistó este mismo lunes, y de rebote, terminaron hablando de Vox y de la simbiosis que la periodista cree que existe entre el PSOE y el partido de Santiago Abascal : «Ahora mismo hay cierto nerviosismo en el PP porque notan una subida de Vox. No la que ahora mismo cuenta Tezanos, porque los sondeos de Tezanos siempre sobrestiman a la izquierdas, incluso malversan. Lo que se pretende es trasladar a la opinión pública que Vox puede superar a feijoo y así movilizar al electorado de izquierdas».
«Feijóo se queja de que hay una pinza en el que se retroalimentan Vox y el gobierno. El espantajo de que las elecciones las pueda ganar la ultraderecha o qué van a ser necesarios para formar un gobierno de Feijóo, le sirve al PSOE para vender que estamos ante una involución y está clarísimo que es mensaje que nos quieren trasladar», remató.
Hasta este momento, Susanna Griso no había contado nada que no se supiera o que no hubiera contado ya en Espejo Público, pero… «¿Cuando te han pedido que no cuentes algo no lo has contado?», le lanzó Pablo Motos la caña a ver si Griso picaba. No, no, no picó. «No, no lo he contado, pero hay fuentes que te dan muchos datos y puedes hacer uso de esa información. El «fuentes» incluye todo», reveló la presentadora. Y ahí se quedó la cosa, en «las fuentes» y en «el entorno», pero sin desvelar ningún secreto, más allá de que su última conversación con el rey emérito fue antes de verano, pero del contenido, ni mu.
Cambiaron de tercio y Susanna Griso se acabó rompiendo. Fue al hablar de la última entrevista que la periodista le hizo a Javier Lambán pocos meses antes de morir. Una entrevista que le «tocó el corazón» y de la que anoche se notaba que Susanna Griso no quería hablar demasiado.
«Estaba muy mal y quería hablar», dijo Griso. «No quería que este partido socialista que no reconocía, no iba a cambiar antes de que muriese. Y en esa entrevista le sangraba la nariz y tal y como comenzó a los tres minutos yo quería dejarla. Y él quiso seguir. Después de la entrevista, me hizo llegar un mensaje a través de un amigo en común en el que me decía que no estaba tan mal. Ha sido muy triste que se le haya sometido al ostracismo».
Costó remontar ese momento, y más, al final de la entrevista. Así que Pablo Motos tiró de querer conocer a Susanna Griso mirando hacia atrás y recordando cuando la presentadora se tiró de un coche en marcha con cuatro años porque quería ser Superman. «Me tiré sin capa. Mi hermana frenó el coche y me dijo ‘Susana, ¿qué has hecho?’. Y yo le contesté: «Pensaba que podía volar»».
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