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Peter Howitt ha resuelto muchos problemas teóricos en su vida, por ejemplo, formular matemáticamente el concepto de destrucción creativa de Schumpeter. Pero no ha hallado la respuesta a una pregunta que le ha atenazado durante años: ¿cómo es posible que la Alemania nazi, dada su falta de recursos naturales y, sobre todo, de sus terrible cadena de suministros (lo que va en contra del mito de la eficiencia germana) llegara tan lejos en la Segunda Guerra Mundial? La pregunta acaso se la deba hacer Howitt a su colega Joel Mokyr, que también ha ganado el Nobel por sus estudios de la innovación a lo largo de la historia. El Nobel a Howitt, Mokyr y Philippe Aghion es un éxito para el liberalismo. Sus tesis descansan sobre la premisa de que el avance empresarial sin controles -o con pocos controles- es lo que trae innovación. Gabriel Zucman, que defiende lo contrario y estaba este año como uno de los favoritos al Premio, tendrá que esperar.
Donald Trump llegó al poder prometiendo anexionarse a Canadá. Era America First. Ocho meses más tarde, ese America First consiste en inyectar dinero del contribuyente estadounidense en empresas canadienses. Eso es lo que ha llevado las acciones de Canadá Trilogy Metals, que opera minas de cobre en Alaska, a subir un 300% el 6 de octubre y otro 65% el martes pasado, con los rumores, primero; y la confirmación, después, de que el Estado de EEUU iba a entrar en su capital con una posición de entre el 10% y el 85%. La acción de la también canadiense Lithium Americas saltó otro brutal 23% el 1 de octubre. Así, se demuestra que la política industrial no solo escoge ganadores y perdedores entre las empresas, también entre los inversores. Porque quienes se enteraron de las noticias -o rumores- cuando el mercado estaba cerrado pudieron comprar opciones que les dieron plusvalías muy superiores a las de los pequeños inversores que entraron en las horas normales de contratación.
Los anuncios de Donald Trump suelen ir precedidos por movimientos de los mercados financieros que, en el mejor de los casos, suenan al ejemplo más excelso del genio del capitalismo y, en el peor, a corrupción. El viernes, media hora antes de que Trump anunciara la imposición de aranceles del 100% a todas las importaciones chinas, una cuenta en criptodivisas que había sido abierta ese mismo día tomó posiciones a corto contra el bitcoin, apostando por la caída de esa divisa. Después, Trump hizo el anuncio. El bitcoin se hundió un 18% y cerró el día con una caída del 10%. El misterioso propietario de esa cuenta se embolsó 165 millones de dólares (142 millones de euros). Ese día, otra cuenta vendió mil millones de dólares en varias clases de criptos, compró stablecoins, que son las monedas virtuales más estables, y apostó por la caída del resto. En doce horas, ganó 200 millones de dolares (192 millones de euros). O muy listos, o muy corruptos.
Desde que el 20 de agosto Irlanda abrió en gran medida la entrega por drones de paquetes a domicilio, el país se ha convertido, con diferencia, en la economía mundial más avanzada en el uso de aviones sin piloto, por delante de EEUU, Canadá, la UE, Israel, o Australia. La normativa irlandesa BVLOS (Más Allá de la Línea de Visión, según sus siglas en inglés) permite los drones en gran parte del país, incluso en barrios de Dublín, la capital con 1,6 millones de habitantes. Según la empresa irlandesa Anna Aereo, que aún no opera comercialmente en Irlanda pero lleva haciéndolo de forma experimental 18 meses, el producto más demandado es el café. Para 2026, Reino Unido quiere seguir el ejemplo irlandés y autorizar a los drones la entrega de paquetes a domicilio. Ahora que Trump amenaza con hundir el chollo fiscal irlandés de las teconológicas y las farmacéuticas, Dublín ha optado por la tecnología de los drones, aunque ello implique escuchar su zumbido permanente.
Mucho discurso, mucho hito histórico y poco cambio sobre el terreno. Es el resumen de la semana en Gaza. Y, con ese andamiaje, es lógico que a las empresas ni se les ocurra invertir en la reconstrucción. A fin de cuentas, todas recuerdan que todo estaba mucho más claro en Irak, y aquello acabó como el Rosario de la Aurora después de que el Gobierno de George W. Bush hubiera prometido a las compañías el oro y el moro de la reconstrucción. Entre las pocas que han mostrado interés en Gaza está la cementera italiana Buzzi, deseosa de acceder a una reconstrucción cercana a los 60.000 millones de euros, y algunas compañías chipriotas, aunque éstas exigen el apoyo de su Gobierno en sus operaciones. Mientras, una teoría conspiratoria dice que la reconstrucción será aplazada sine die, a la espera, literalmente, de que los gazatíes, desprovistos de ayuda y en pobreza extrema, acaben matándose entre ellos. Solo entonces llegarían las inversiones.
¡Grandes noticias para los antiestadounidenses! El porcentaje de reservas de los bancos centrales denominadas en dólares ha bajado en este 2025 al 56,3%, nada menos que 1,4 puntos porcentuales menos que el año anterior. ¡Grandes noticias para los anti-trumpistas! La velocidad de caída se ha acelerado con el actual presidente, dado que el billete verde necesitó una década, entre 2005 y 2015, para ceder lo que ha perdido en lo que va del segundo mandato de Trump (la caída, además, se está acelerando rápidamente). ¡Excelentes noticias para los euroescépticos! Porque el tan cacareado reemplazo del dólar por el euro…. no solo no se ha dado, sino que no se va a dar. En este 2025, la divisa europea ha pasado de ser el segundo al tercer activo de reserva mundial, detrás del oro. En un momento de máxima incertidumbre geopolítica, la reliquia bárbara de Keynes ha reforzado su papel como valor refugio. El dólar acelera su decadencia. Y el euro va a toda marcha hacia la irrelevancia.
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