Robar obras de arte tiene poco de guante blanco y mucho de despiste, violencia y empleados cabreados. España es uno de los países más golpeados, aunque el Louvre se lleva el robo más famoso. Leer Robar obras de arte tiene poco de guante blanco y mucho de despiste, violencia y empleados cabreados. España es uno de los países más golpeados, aunque el Louvre se lleva el robo más famoso. Leer
Hoy todos los franceses se despertaron pensando en Arsene Lupin, la criatura creada por Maurice Leblanc que cada poco tiempo tiene algún rostro en la pantalla, pero a medida que pasa el día se acuerdan más de El Dioni, con su peluquín y furgón blindado. Los ladrones que asaltaron la sala Napoleón del Louvre en busca de joyas descartaron el frac, el sombrero de copa y un carruaje en la esquina y apostaron por el ciclomotor, la motosierra y el andamio. Si algo se ha perdido en estos tiempos de incertidumbre es clase.
En el último lustro los museos del mundo han sufrido muchos ataques de distinta escala y condición. En 2019 el Green Vault de Dresde, en Alemania, fue asaltado por unos ladrones que cortaron la electricidad, forzaron las vitrinas y se marcharon antes de que llegara la policía. Las 21 joyas del siglo XVIII sustraídas con más de 4.000 diamantes lo convierten en el robo más importante del siglo en cuanto a valoración económica.
A la espera de identificar a la banda infractora de este crimen, lo cierto es que 2025 esta siendo un año luctuoso para los museos. En el Drents Museum de los Países Bajos fueron robados artículos de oro de la civilización dacia valorados en seis millones de euros, mientras que en la ciudad francesa de Limoges unos ladrones se llevaron piezas de siglos de antigüedad de porcelana china cuyo valor rondaba los 10 millones de euros.
El Museo del Louvre es el escenario más codiciado de los ladrones de guante blanco (o no tan blanco). Sin duda el robo más famoso de la historia es el de 1911, cuando La Gioconda fue sustraída por Vincenzo Perruggia, un ex empleado que la escondió dentro del museo y cuando vio vía libre salió con la pintura oculta bajo su abrigo. Tan pancho. La obra de Leonardo se recuperó años más tarde en Florencia y su rescate se vendió como una extraordinaria operación policial.
En 1983 el mismo museo parisino sufrió otra estocada, cuando perdió dos armaduras renacentistas que habían sido saqueadas por los ejércitos napoleónicos, famosos por sus pillajes (España es prueba de ellos, ya que la pérdida de patrimonio artístico durante la Guerra de la Independencia fue salvaje).
En nuestra cronología de la mano larga seguimos con el extraordinario robo pictórico del Museo Gardner de Boston, que vio desaparecer obras maestras de Rembrandt, Degas, Manet y Vermeer. Un año después dos ladrones armados robaron 20 cuadros de Van Gogh en el museo de Ámsterdam dedicado al pintor, entre ellos Los Girasoles. Lograron huir, aunque abandonaron el botín por el camino.
En 1999 la víctima del expolio fue la pinacoteca más famosa de Rusia. Nikolái Zavadski y su esposa, Larisa, funcionaria del museo del Hermitage, robaron 226 piezas de sus colecciones, que incluían iconos, esmaltes y joyas, obras de artistas de los siglos XVII, XVIII y XIX, valorados en medio millón de dólares. El robo no fue detectado hasta seis años después, cuando el museo hizo inventario. Zadvadski fue condenado en 2007 a cinco años de cárcel y a pagar 280.000 dólares de multa.
Acabando el siglo XX, en Poznan, Polonia, un hombre de 47 años robó un cotizado lienzo de Monet, La playa de Pourville, valorado en cinco millones de dólares. La condena fue de tres años de prisión. Aunque sin duda uno de los casos más violentos fue el registrado en Oslo, cuando dos cuadros de Munch -El grito era uno- fueron robados a golpe de pistola. Dos años después se recuperaron.
El siglo XXI de los Thomas Crown del mundo tuvo un cotizado destino en el coleccionismo privado: Madrid. En agosto de 2001 se produjo el robo de 17 cuadros en el domicilio de la empresaria española Esther Koplowitz en Madrid. Entre las obras sustraídas: El Columpio y La caída del burro, de Goya. La mayoría fueron devueltos gracias a la Policía entre 2001 y 2002. No podemos olvidar las cinco obras de Francis Bacon robadas en una vivienda madrileña, valoradas en más de 25 millones de euros. La crónica negra española se completa con el robo de la Biblioteca Nacional de 16 láminas, entre ellas dos mapamundis de la edición incunable de la Cosmografía de Ptolomeo y, por supuesto, el Códice Calixtino de la catedral de Santiago, en 2011. El ladrón fue un electricista que había sido despedido. Un cabreo muy caro.
Suma y sigue…
Cultura // elmundo