La demanda de los tratamientos a base de ácido hialurónico se ha disparado en los últimos años, especialmente entre las más jóvenes. Usado para suavizar arrugas o dar volumen a labios y pómulos, cada inyección cuesta entre 300 y 400 euros, por lo que no es de extrañar que cada vez más profesionales quieran especializarse en estos cuidados, con unos beneficios económicos más que generosos. Pero este boom ha provocado también un conflicto entre los sanitarios que los realizan. Una reciente sentencia del juzgado de lo penal número 30 de Madrid absuelve a dos enfermeras acusadas de intrusismo por llevar a cabo este tipo de intervenciones. La interpretación del fallo, sin embargo, ha elevado la tensión: mientras el Consejo General de Enfermería celebraba hace unos días que la justicia determine que las enfermeras son competentes para ello, la Organización Médica Colegial y el Consejo General de Colegios de Dentistas lo negaban en un comunicado conjunto y aseguraban que el juez decide absolverlas porque no ve que haya dolo, necesario para que se dé el delito de intrusismo, al tiempo que defendían que «corresponde a los médicos y a los dentistas, en determinados tratamientos bucodentales, la competencia exclusiva para la prescripción y administración del ácido hialurónico».En realidad, el juez Jacobo Vigil Levi expone en su fallo que, en base a la jurisprudencia existente sobre el asunto, no entiende que la indicación y administración de ácido hialurónico «sea un acto propio o exclusivo de una profesión distinta a la enfermera». Es decir, que al considerarse producto sanitario y no medicamento no se puede establecer que solo los médicos puedan inyectarlo. Sí se refiere al tema del dolo al que aluden médicos y dentistas, pero el magistrado incide en que «a mayor abundamiento, aun en el caso de no ser así» su interpretación anterior, «no concurriría por parte de la acusada el dolo específico que exige el tipo». Así, no se basa únicamente en la ausencia de dolo para absolver a las acusadas.Noticia Relacionada «Es un pacto médico» estandar Si Los médicos, contra que las enfermeras receten antibióticos en infecciones de orina Elena Calvo Los facultativos temen que el cambio provoque más resistencias a los medicamentosPero fuentes de la Organización Médica Colegial ponen la atención en otra sentencia de 2019 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que anuló una resolución del Consejo General de Enfermería sobre competencias enfermeras en el ámbito de la estética. El fallo fue ratificado por el Supremo. En el escrito, se menciona que el real decreto 1277/2003 sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios atribuye al médico la responsabilidad de realizar tratamientos no quirúrgicos con finalidad de mejora estética corporal o facial en las unidades asistenciales de medicina estética. Alude también a otras regulaciones autonómicas.Bótox, noPero por encima se encuentra la ley del Medicamento, que en su artículo 79 establece que «los enfermeros de forma autónoma, podrán indicar, usar y autorizar la dispensación de todos aquellos medicamentos no sujetos a prescripción médica y los productos sanitarios relacionados con su ejercicio profesional, mediante la correspondiente orden de dispensación». El ácido hialurónico no se considera medicamento, sino producto sanitario, por lo que atendiendo a esta ley los profesionales con título de Enfermería pueden inyectarlo. No ocurre lo mismo con el bótox, que sí está categorizado como medicamento y por tanto limitado a los médicos.Aun así sigue existiendo cierta confusión sobre qué tratamientos puede realizar cada profesión sanitaria, pues las distintas normas pueden llegar a ser contradictorias. Fuentes del Ministerio de Sanidad destacan que el departamento de Mónica García seguirá trabajando con colegios profesionales, sociedades científicas y comunidades autónomas para «aclarar y actualizar» la normativa sobre quiénes pueden aplicar productos sanitarios con fines estéticos y en qué condiciones.Ninguna enfermera condenada«Lo que se enjuiciaba aquí era si la enfermera podía o no inyectar ácido hialurónico; y la sentencia dice que es un producto sanitario y que, como tal, las enfermeras pueden hacerlo de forma autónoma. No hay ninguna prohibición en la ley por la que una enfermera no pueda inyectar un producto sanitario», comenta Francisco Corpas, director de los servicios jurídicos del Consejo General de Enfermería, sobre el reciente fallo. Destaca además que no existen condenas a enfermeras en España por administrar este tipo de tratamientos.Mientras, las enfermeras defienden su capacidad para administrar este tipo de productos. «Somos profesionales altamente cualificados y todos los tratamientos que realizamos están basados en la evidencia científica», reclama Beatriz Checa, presidenta de la Sociedad Enfermera en Cuidados Dermoestéticos de Madrid y Nacional (Secudem). Destaca la importancia de la formación para poder realizar este tipo de procedimientos tanto para Enfermería como para Medicina. «Alguien sin formación no puede dedicarse a esto. Pero ni una enfermera que acaba de salir de la carrera ni un médico que no se haya formado en estética y antienvejecimiento», sostiene, y hace hincapié en que la profesión no realiza «medicina estética, sino enfermería dermoestética».«Cuando hay complicaciones el tratamiento corresponde a los médicos» Aunque es un producto seguro, la inyección de ácido hialurónico puede conllevar en ocasiones complicaciones, explica José Ángel Lozano Orella, vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). Y cuando estas son graves, indica este cirujano, se tratan con un medicamento llamado hialuronidasa. «Lo que está claro es que cuando hay una complicación o cualquier problema, el diagnóstico, indicación de pruebas y tratamiento corresponde a los médicos», asevera. Estos problemas, prosigue Lozano Orella, pueden ir desde una simple inflamación o reacción alérgica a complicaciones más graves que pueden derivar en necrosis en la piel o incluso en ceguera.Checa cree que el conflicto entre profesionales se está enfocando de manera equivocada y que se deberían unir para ir contra los trabajadores no sanitarios que se dedican a realizar este tipo de tratamientos, pues, asegura, los hay. «Yo no lo hago en la trastienda de un local, sino en un centro sanitario reglado con mi autorización sanitaria. Siempre voy a defender que estos tratamientos se hagan por profesionales sanitarios en lugares que reúnan todas las condiciones», apunta Checa. Y aboga por perseguir a aquellas personas sin formación que ofrecen este tipo de intervenciones no quirúrgicas «de forma clandestina, en sus casas o en lugares que no reúnen las condiciones sanitarias» adecuadas.Una pequeña parte, pero muy económica«Nadie en pandemia se planteó lo que podíamos o no podíamos hacer», prosigue la presidenta de Secudem, que cree que el principal motivo del conflicto en este asunto no es otro que el interés económico. «Los tratamientos con ácido hialurónico son una pequeña parte de todo lo que hacemos, pero se meten en eso porque quizás es lo más rentable», lamenta.La solución, opina Checa, además de trabajar en equipo y de forma multidisciplinar, reside en actualizar la regulación y que se asegure que estos tratamientos se llevan a cabo en centros adecuados con seguridad para el paciente. Pero también en asegurar que la formación sea de calidad y no se «banalice». En este sentido cree que el futuro pasa por una especialidad de estética en Enfermería, aunque consciente de que a esa opción le queda aún mucho tiempo para convertirse, en caso de que prospere, en una realidad. «Tenemos competencias y estamos altamente cualificadas para ello», concluye.Precisamente en la gran oferta de formación pone el foco José Ángel Lozano Orella, médico cirujano y vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). «El problema son los cursos que se hacen, en los que hay mucho negocio. Hay que preguntarse quién imparte los másteres, de qué forma, cuánto se ha pagado por ellos… al final es un negocio», sentencia. A su juicio, hay intrusismo profesional en este tipo de tratamientos por «el dinero que mueven». «Nadie se mete para tratar una hipertensión arterial, por ejemplo, pero esto es un negocio. Si fuera gratuito no habría tanto intrusismo», sentencia. La demanda de los tratamientos a base de ácido hialurónico se ha disparado en los últimos años, especialmente entre las más jóvenes. Usado para suavizar arrugas o dar volumen a labios y pómulos, cada inyección cuesta entre 300 y 400 euros, por lo que no es de extrañar que cada vez más profesionales quieran especializarse en estos cuidados, con unos beneficios económicos más que generosos. Pero este boom ha provocado también un conflicto entre los sanitarios que los realizan. Una reciente sentencia del juzgado de lo penal número 30 de Madrid absuelve a dos enfermeras acusadas de intrusismo por llevar a cabo este tipo de intervenciones. La interpretación del fallo, sin embargo, ha elevado la tensión: mientras el Consejo General de Enfermería celebraba hace unos días que la justicia determine que las enfermeras son competentes para ello, la Organización Médica Colegial y el Consejo General de Colegios de Dentistas lo negaban en un comunicado conjunto y aseguraban que el juez decide absolverlas porque no ve que haya dolo, necesario para que se dé el delito de intrusismo, al tiempo que defendían que «corresponde a los médicos y a los dentistas, en determinados tratamientos bucodentales, la competencia exclusiva para la prescripción y administración del ácido hialurónico».En realidad, el juez Jacobo Vigil Levi expone en su fallo que, en base a la jurisprudencia existente sobre el asunto, no entiende que la indicación y administración de ácido hialurónico «sea un acto propio o exclusivo de una profesión distinta a la enfermera». Es decir, que al considerarse producto sanitario y no medicamento no se puede establecer que solo los médicos puedan inyectarlo. Sí se refiere al tema del dolo al que aluden médicos y dentistas, pero el magistrado incide en que «a mayor abundamiento, aun en el caso de no ser así» su interpretación anterior, «no concurriría por parte de la acusada el dolo específico que exige el tipo». Así, no se basa únicamente en la ausencia de dolo para absolver a las acusadas.Noticia Relacionada «Es un pacto médico» estandar Si Los médicos, contra que las enfermeras receten antibióticos en infecciones de orina Elena Calvo Los facultativos temen que el cambio provoque más resistencias a los medicamentosPero fuentes de la Organización Médica Colegial ponen la atención en otra sentencia de 2019 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que anuló una resolución del Consejo General de Enfermería sobre competencias enfermeras en el ámbito de la estética. El fallo fue ratificado por el Supremo. En el escrito, se menciona que el real decreto 1277/2003 sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios atribuye al médico la responsabilidad de realizar tratamientos no quirúrgicos con finalidad de mejora estética corporal o facial en las unidades asistenciales de medicina estética. Alude también a otras regulaciones autonómicas.Bótox, noPero por encima se encuentra la ley del Medicamento, que en su artículo 79 establece que «los enfermeros de forma autónoma, podrán indicar, usar y autorizar la dispensación de todos aquellos medicamentos no sujetos a prescripción médica y los productos sanitarios relacionados con su ejercicio profesional, mediante la correspondiente orden de dispensación». El ácido hialurónico no se considera medicamento, sino producto sanitario, por lo que atendiendo a esta ley los profesionales con título de Enfermería pueden inyectarlo. No ocurre lo mismo con el bótox, que sí está categorizado como medicamento y por tanto limitado a los médicos.Aun así sigue existiendo cierta confusión sobre qué tratamientos puede realizar cada profesión sanitaria, pues las distintas normas pueden llegar a ser contradictorias. Fuentes del Ministerio de Sanidad destacan que el departamento de Mónica García seguirá trabajando con colegios profesionales, sociedades científicas y comunidades autónomas para «aclarar y actualizar» la normativa sobre quiénes pueden aplicar productos sanitarios con fines estéticos y en qué condiciones.Ninguna enfermera condenada«Lo que se enjuiciaba aquí era si la enfermera podía o no inyectar ácido hialurónico; y la sentencia dice que es un producto sanitario y que, como tal, las enfermeras pueden hacerlo de forma autónoma. No hay ninguna prohibición en la ley por la que una enfermera no pueda inyectar un producto sanitario», comenta Francisco Corpas, director de los servicios jurídicos del Consejo General de Enfermería, sobre el reciente fallo. Destaca además que no existen condenas a enfermeras en España por administrar este tipo de tratamientos.Mientras, las enfermeras defienden su capacidad para administrar este tipo de productos. «Somos profesionales altamente cualificados y todos los tratamientos que realizamos están basados en la evidencia científica», reclama Beatriz Checa, presidenta de la Sociedad Enfermera en Cuidados Dermoestéticos de Madrid y Nacional (Secudem). Destaca la importancia de la formación para poder realizar este tipo de procedimientos tanto para Enfermería como para Medicina. «Alguien sin formación no puede dedicarse a esto. Pero ni una enfermera que acaba de salir de la carrera ni un médico que no se haya formado en estética y antienvejecimiento», sostiene, y hace hincapié en que la profesión no realiza «medicina estética, sino enfermería dermoestética».«Cuando hay complicaciones el tratamiento corresponde a los médicos» Aunque es un producto seguro, la inyección de ácido hialurónico puede conllevar en ocasiones complicaciones, explica José Ángel Lozano Orella, vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). Y cuando estas son graves, indica este cirujano, se tratan con un medicamento llamado hialuronidasa. «Lo que está claro es que cuando hay una complicación o cualquier problema, el diagnóstico, indicación de pruebas y tratamiento corresponde a los médicos», asevera. Estos problemas, prosigue Lozano Orella, pueden ir desde una simple inflamación o reacción alérgica a complicaciones más graves que pueden derivar en necrosis en la piel o incluso en ceguera.Checa cree que el conflicto entre profesionales se está enfocando de manera equivocada y que se deberían unir para ir contra los trabajadores no sanitarios que se dedican a realizar este tipo de tratamientos, pues, asegura, los hay. «Yo no lo hago en la trastienda de un local, sino en un centro sanitario reglado con mi autorización sanitaria. Siempre voy a defender que estos tratamientos se hagan por profesionales sanitarios en lugares que reúnan todas las condiciones», apunta Checa. Y aboga por perseguir a aquellas personas sin formación que ofrecen este tipo de intervenciones no quirúrgicas «de forma clandestina, en sus casas o en lugares que no reúnen las condiciones sanitarias» adecuadas.Una pequeña parte, pero muy económica«Nadie en pandemia se planteó lo que podíamos o no podíamos hacer», prosigue la presidenta de Secudem, que cree que el principal motivo del conflicto en este asunto no es otro que el interés económico. «Los tratamientos con ácido hialurónico son una pequeña parte de todo lo que hacemos, pero se meten en eso porque quizás es lo más rentable», lamenta.La solución, opina Checa, además de trabajar en equipo y de forma multidisciplinar, reside en actualizar la regulación y que se asegure que estos tratamientos se llevan a cabo en centros adecuados con seguridad para el paciente. Pero también en asegurar que la formación sea de calidad y no se «banalice». En este sentido cree que el futuro pasa por una especialidad de estética en Enfermería, aunque consciente de que a esa opción le queda aún mucho tiempo para convertirse, en caso de que prospere, en una realidad. «Tenemos competencias y estamos altamente cualificadas para ello», concluye.Precisamente en la gran oferta de formación pone el foco José Ángel Lozano Orella, médico cirujano y vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). «El problema son los cursos que se hacen, en los que hay mucho negocio. Hay que preguntarse quién imparte los másteres, de qué forma, cuánto se ha pagado por ellos… al final es un negocio», sentencia. A su juicio, hay intrusismo profesional en este tipo de tratamientos por «el dinero que mueven». «Nadie se mete para tratar una hipertensión arterial, por ejemplo, pero esto es un negocio. Si fuera gratuito no habría tanto intrusismo», sentencia.
La demanda de los tratamientos a base de ácido hialurónico se ha disparado en los últimos años, especialmente entre las más jóvenes. Usado para suavizar arrugas o dar volumen a labios y pómulos, cada inyección cuesta entre 300 y 400 euros, por lo que no … es de extrañar que cada vez más profesionales quieran especializarse en estos cuidados, con unos beneficios económicos más que generosos. Pero este boom ha provocado también un conflicto entre los sanitarios que los realizan. Una reciente sentencia del juzgado de lo penal número 30 de Madrid absuelve a dos enfermeras acusadas de intrusismo por llevar a cabo este tipo de intervenciones.
La interpretación del fallo, sin embargo, ha elevado la tensión: mientras el Consejo General de Enfermería celebraba hace unos días que la justicia determine que las enfermeras son competentes para ello, la Organización Médica Colegial y el Consejo General de Colegios de Dentistas lo negaban en un comunicado conjunto y aseguraban que el juez decide absolverlas porque no ve que haya dolo, necesario para que se dé el delito de intrusismo, al tiempo que defendían que «corresponde a los médicos y a los dentistas, en determinados tratamientos bucodentales, la competencia exclusiva para la prescripción y administración del ácido hialurónico».
En realidad, el juez Jacobo Vigil Levi expone en su fallo que, en base a la jurisprudencia existente sobre el asunto, no entiende que la indicación y administración de ácido hialurónico «sea un acto propio o exclusivo de una profesión distinta a la enfermera». Es decir, que al considerarse producto sanitario y no medicamento no se puede establecer que solo los médicos puedan inyectarlo. Sí se refiere al tema del dolo al que aluden médicos y dentistas, pero el magistrado incide en que «a mayor abundamiento, aun en el caso de no ser así» su interpretación anterior, «no concurriría por parte de la acusada el dolo específico que exige el tipo». Así, no se basa únicamente en la ausencia de dolo para absolver a las acusadas.
Pero fuentes de la Organización Médica Colegial ponen la atención en otra sentencia de 2019 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que anuló una resolución del Consejo General de Enfermería sobre competencias enfermeras en el ámbito de la estética. El fallo fue ratificado por el Supremo. En el escrito, se menciona que el real decreto 1277/2003 sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios atribuye al médico la responsabilidad de realizar tratamientos no quirúrgicos con finalidad de mejora estética corporal o facial en las unidades asistenciales de medicina estética. Alude también a otras regulaciones autonómicas.
Bótox, no
Pero por encima se encuentra la ley del Medicamento, que en su artículo 79 establece que «los enfermeros de forma autónoma, podrán indicar, usar y autorizar la dispensación de todos aquellos medicamentos no sujetos a prescripción médica y los productos sanitarios relacionados con su ejercicio profesional, mediante la correspondiente orden de dispensación». El ácido hialurónico no se considera medicamento, sino producto sanitario, por lo que atendiendo a esta ley los profesionales con título de Enfermería pueden inyectarlo. No ocurre lo mismo con el bótox, que sí está categorizado como medicamento y por tanto limitado a los médicos.
Aun así sigue existiendo cierta confusión sobre qué tratamientos puede realizar cada profesión sanitaria, pues las distintas normas pueden llegar a ser contradictorias. Fuentes del Ministerio de Sanidad destacan que el departamento de Mónica García seguirá trabajando con colegios profesionales, sociedades científicas y comunidades autónomas para «aclarar y actualizar» la normativa sobre quiénes pueden aplicar productos sanitarios con fines estéticos y en qué condiciones.
Ninguna enfermera condenada
«Lo que se enjuiciaba aquí era si la enfermera podía o no inyectar ácido hialurónico; y la sentencia dice que es un producto sanitario y que, como tal, las enfermeras pueden hacerlo de forma autónoma. No hay ninguna prohibición en la ley por la que una enfermera no pueda inyectar un producto sanitario», comenta Francisco Corpas, director de los servicios jurídicos del Consejo General de Enfermería, sobre el reciente fallo. Destaca además que no existen condenas a enfermeras en España por administrar este tipo de tratamientos.
Mientras, las enfermeras defienden su capacidad para administrar este tipo de productos. «Somos profesionales altamente cualificados y todos los tratamientos que realizamos están basados en la evidencia científica», reclama Beatriz Checa, presidenta de la Sociedad Enfermera en Cuidados Dermoestéticos de Madrid y Nacional (Secudem). Destaca la importancia de la formación para poder realizar este tipo de procedimientos tanto para Enfermería como para Medicina. «Alguien sin formación no puede dedicarse a esto. Pero ni una enfermera que acaba de salir de la carrera ni un médico que no se haya formado en estética y antienvejecimiento», sostiene, y hace hincapié en que la profesión no realiza «medicina estética, sino enfermería dermoestética».
Checa cree que el conflicto entre profesionales se está enfocando de manera equivocada y que se deberían unir para ir contra los trabajadores no sanitarios que se dedican a realizar este tipo de tratamientos, pues, asegura, los hay. «Yo no lo hago en la trastienda de un local, sino en un centro sanitario reglado con mi autorización sanitaria. Siempre voy a defender que estos tratamientos se hagan por profesionales sanitarios en lugares que reúnan todas las condiciones», apunta Checa. Y aboga por perseguir a aquellas personas sin formación que ofrecen este tipo de intervenciones no quirúrgicas «de forma clandestina, en sus casas o en lugares que no reúnen las condiciones sanitarias» adecuadas.
Una pequeña parte, pero muy económica
«Nadie en pandemia se planteó lo que podíamos o no podíamos hacer», prosigue la presidenta de Secudem, que cree que el principal motivo del conflicto en este asunto no es otro que el interés económico. «Los tratamientos con ácido hialurónico son una pequeña parte de todo lo que hacemos, pero se meten en eso porque quizás es lo más rentable», lamenta.
La solución, opina Checa, además de trabajar en equipo y de forma multidisciplinar, reside en actualizar la regulación y que se asegure que estos tratamientos se llevan a cabo en centros adecuados con seguridad para el paciente. Pero también en asegurar que la formación sea de calidad y no se «banalice». En este sentido cree que el futuro pasa por una especialidad de estética en Enfermería, aunque consciente de que a esa opción le queda aún mucho tiempo para convertirse, en caso de que prospere, en una realidad. «Tenemos competencias y estamos altamente cualificadas para ello», concluye.
Precisamente en la gran oferta de formación pone el foco José Ángel Lozano Orella, médico cirujano y vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). «El problema son los cursos que se hacen, en los que hay mucho negocio. Hay que preguntarse quién imparte los másteres, de qué forma, cuánto se ha pagado por ellos… al final es un negocio», sentencia. A su juicio, hay intrusismo profesional en este tipo de tratamientos por «el dinero que mueven». «Nadie se mete para tratar una hipertensión arterial, por ejemplo, pero esto es un negocio. Si fuera gratuito no habría tanto intrusismo», sentencia.
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