España sigue necesitando reformas que le permitan superar la rigidez de su mercado laboral o la baja productividad para adaptar su marco a la innovación Leer España sigue necesitando reformas que le permitan superar la rigidez de su mercado laboral o la baja productividad para adaptar su marco a la innovación Leer
El Premio Nobel de Economía 2025, concedido a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, ha vuelto a situar en el centro del debate económico el papel de la innovación y la destrucción creativa en el crecimiento y la prosperidad de las naciones. Sus trabajos han demostrado que el progreso sostenido no depende sólo de la acumulación de capital o de la estabilidad macroeconómica, sino también de la capacidad de las sociedades para renovar sus estructuras productivas, fomentar la competencia y permitir que nuevas ideas sustituyan a las obsoletas.
Este enfoque retoma la tradición de Joseph Schumpeter, quien defendía que el verdadero motor del bienestar era el empresario innovador: aquel que, asumiendo riesgos, transforma los procesos productivos y genera nuevas oportunidades. En este sentido, el empresario se convierte en un agente esencial del Estado de Bienestar moderno, tanto por su aportación fiscal y la creación de empleo, como por su capacidad de impulsar la productividad, la sostenibilidad y, con ello, la prosperidad y la cohesión social.
Una visión presente en el modelo de crecimiento de las economías nórdicas, y en otros Estados de la UE como Irlanda, Países Bajos o Polonia, país que según las últimas estimaciones del FMI previsiblemente superará el nivel de renta per cápita de España en 2027, cuando el año de su incorporación al proyecto europeo era 15.000 euros inferior a la de nuestro país.
De esta forma, existe en el continente europeo un conjunto de economías que han logrado crear un marco laboral, fiscal y burocrático favorable a la iniciativa empresarial y a la innovación, al mismo tiempo que sus gobiernos han abordado reformas estructurales con el objetivo de adaptar progresivamente el modelo de Bienestar a la nueva realidad socioeconómica, tecnológica, medioambiental y geopolítica que afrontan las sociedades europeas. De ahí que, en un mundo marcado por el dominio tecnológico de EEUU y el protagonismo creciente de China, países como Dinamarca, Irlanda, Suecia y Países Bajos formen parte del top 10 de los países más competitivos del mundo (IMD World Competitiveness Center 2025).
Frente a este hecho, y a pesar de que la economía española ha mostrado en los últimos años una significativa capacidad de recuperación y crecimiento tras la pandemia, en nuestro país persisten los desafíos estructurales que limitan su potencial de crecimiento: baja productividad, exceso de regulación, presión fiscal creciente sobre el tejido empresarial y rigideces en el mercado laboral.
Por ello, la sostenibilidad del Estado de Bienestar y del dinamismo de la economía española hace necesario realizar reformas estructurales por el lado de la oferta, especialmente enfocadas a impulsar la inversión privada, la innovación, las iniciativas emprendedoras y el tamaño medio de las empresas. Es decir, España requiere de una política económica y de reformas estructurales que sustenten la destrucción creativa y un crecimiento económico integrador y sostenible a medio y largo plazo. De ahí que, frente a la polarización y el populismo, y ante la complejidad del escenario geoeconómico mundial, la figura del empresario y de quienes asumen en su momento su relevo son clave para lograr el progreso futuro de la sociedad española.
De la misma forma que hablar de la figura del empresario es hablar de innovación, asunción de riesgos, creación de empleo, internacionalización y retorno social. El diseño de la política económica debería tener en cuenta los retos que afrontan cada día los autónomos y empresarios, y recordar el legado que dejaron, como intenta reflejar cada año el premio Reino de España a la trayectoria empresarial (Círculo de Empresarios, Cercle d’Economia y Círculo de Empresarios Vasco), las figuras de Enrique de Sendagorta, José Ferrer, Mariano Puig, Plácido Arango o, recientemente, Isak Andic.
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