La bandera de México ondea con fuerza en las protestas contra las redadas migratorias de Donald Trump en Los Ángeles. Se ha convertido en un símbolo de resistencia y dignidad. La ondean ciudadanos y extranjeros, inmigrantes indocumentados, con permiso de residencia legal y nacionalizados, víctimas de las políticas migratorias del presidente, pero también de su creciente autoritarismo. La ondean estadounidenses, mexicanos, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos. La ondea una ciudad convertida por el movimiento MAGA en el paradigma de todos los males del progresismo.
La presidenta de México reitera su “compromiso inquebrantable” con los derechos y la dignidad de los mexicanos emigrados
La bandera de México ondea con fuerza en las protestas contra las redadas migratorias de Donald Trump en Los Ángeles. Se ha convertido en un símbolo de resistencia y dignidad. La ondean ciudadanos y extranjeros, inmigrantes indocumentados, con permiso de residencia legal y nacionalizados, víctimas de las políticas migratorias del presidente, pero también de su creciente autoritarismo. La ondean estadounidenses, mexicanos, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos. La ondea una ciudad convertida por el movimiento MAGA en el paradigma de todos los males del progresismo.
El verde, el blanco y el rojo simbolizan la unidad de los disidentes, pero también están siendo instrumentalizados para reforzar el mensaje de la Casa Blanca: que quienes se manifiestan son agentes del caos que rinden lealtad al país vecino, que son unos “insurrectos pagados”, que merecen ser deportados por ejercer la libertad de expresión, protegida por la Primera Enmienda.
Las protestas, y el extraordinario el despliegue de la Guardia Nacional sin autorización del gobernador de California, Gavin Newson (a quien ahora Trump amenaza con arrestar), reverberan por todo el país. Los gobernadores demócratas temen que la militarización de la liberal California sea el primer asalto contra los sistemas democráticos de sus propios estados. Los seguidores de Trump celebran cada disturbio como un gol en su partido cultural, que estos días se celebra en campo contrario.
La bandera de México se convierte en símbolo de las protestas, pero la Casa Blanca la está instrumentalizando
“Los Ángeles es la prueba que necesitáis de que la inmigración masiva desintegra las sociedades”, resumió ayer Stephen Miller, el principal arquitecto de la política migratoria de Trump y su actual subdirector de gabinete. “Ya que quieren tanto a México, felizmente los vamos a regresar”, aseguró en la red social X Charlie Kirk, un influyente activista del movimiento ultraconservador, en referencia al uso de la tricolor.
Las implicaciones políticas de la represión de Trump han traspasado la frontera sur. Junto a una bandera mexicana, la presidenta Claudia Sheinbaum criticó ayer la criminalización de los inmigrantes mexicanos, cuya deshumanización contribuyó al auge del trumpismo en el 2016 y a su retorno al poder en el 2024.

José Méndez / EFE
“Las y los mexicanos que viven en EE.UU. son mujeres y hombres trabajadores, honestos. La gran mayoría tiene documentos de trabajo o son ciudadanos; y los que no, llevan ya muchísimos años viviendo en el país, en su mayoría más de cinco”, recordó Sheinbaum, añadiendo que EE.UU. “los necesita”, en referencia al peso de su mano de obra en la economía.
La mandataria mexicana criticó las redadas migratorias que la Casa Blanca está redoblando por todo el país en los lugares de trabajo, escuelas, iglesias y centros comunitarios. Sheinbaum hizo un “llamado respetuoso pero firme a las autoridades estadounidenses para que todos los procedimientos migratorios se realicen con apego al debido proceso en un marco de respeto a la dignidad humana y al estado de Derecho”, y reiteró su “compromiso inquebrantable con la protección y defensa de los derechos humanos de los mexicanos en el exterior”.
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“No estamos de acuerdo con esta forma de atender el fenómeno migratorio, no es con redadas y violencia como se va a solucionar”, señaló Sheinbaum el domingo. El gobierno mexicano asegura que al menos 45 mexicanos han sido detenidos en las últimas redadas y cuatro ya han sido deportados a su país de origen. De los 11 millones de indocumentados que se estima que viven en EE.UU., cerca de la mitad son mexicanos, por lo que la promesa de Trump de expulsarlos a todos tiene un impacto directo sobre el país.
La Administración Trump ha elevado el ritmo de detenciones con respecto a las primeras semanas en el poder. El bautizado como “Zar de la Frontera”, Tom Homan, se ha fijado la meta de detener a 3.000 inmigrantes cada día, y la semana pasada ya se alcanzaron los 2.000 diarios, según datos oficiales, lo que cuadriplicó el ritmo que en el que se venían produciendo. La espectacularización de los disturbios en Los Ángeles, donde se calcula que el 78% son latinos, servirá a la Casa Blanca para expandir su ofensiva migratoria y forzar los límites hasta nuevas cotas, más allá de lo legal.
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