La Unión Europea quiere presionar al máximo a Rusia para que acepte negociar un alto el fuego en Ucrania. Por eso ha presentado hoy el decimoctavo paquete de sanciones contra Moscú, que incluye tanto una rebaja sustancial del precio del petróleo –de los 60 dólares por barril actuales a los 45 dólares– como una prohibición de transacciones sobre los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Aunque actualmente están en desuso tras los sabotajes con explosivos, lo que pretende la UE es prevenir que se pueda reanudar el suministro de gas natural a través de estas infraestructuras e impedir una potencial generación de ingresos en el futuro.
El nuevo paquete de sanciones contra Rusia incluye una prohibición de las transacciones sobre los gasoductos Nordstream 1 y 2 para prevenir que se pueda reanudar el suministro de gas natural
La Unión Europea quiere presionar al máximo a Rusia para que acepte negociar un alto el fuego en Ucrania. Por eso ha presentado hoy el decimoctavo paquete de sanciones contra Moscú, que incluye tanto una rebaja sustancial del precio del petróleo –de los 60 dólares por barril actuales a los 45 dólares– como una prohibición de transacciones sobre los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Aunque actualmente están en desuso tras los sabotajes con explosivos, lo que pretende la UE es prevenir que se pueda reanudar el suministro de gas natural a través de estas infraestructuras e impedir una potencial generación de ingresos en el futuro.
“El objetivo de Rusia no es la paz. Estamos aumentando la presión sobre Rusia porque solo entiende el lenguaje de la fuerza”, ha asegurado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Este nuevo tope todavía tiene que ser coordinado con los líderes del G-7, las siete economías más avanzadas del mundo, que se reunirán del 15 al 17 en Canadá en un encuentro centrado en la guerra de Ucrania.
“Rusia solo entiende el lenguaje de la guerra”, denuncia Von der Leyen
Europa quiere llegar a la cita en Alberta, a la que también acudirá Trump con una propuesta bajo el brazo con el objetivo de que este grupo de países, que ya fijaron el tope de 60 euros a finales del 2022 para limitar el comercio marítimo de crudo ruso, se pongan de acuerdo para poner a Moscú contra las cuerdas. “Estamos alineados en la necesidad de que Rusia acuda a la mesa de negociación”, ha respondido Von der Leyen sobre la postura de EE.UU. sobre el tope del petroleo. Este mecanismo prohíbe que las empresas occidentales presten servicios a los petroleros rusos, como el abanderamiento o la financiación, que vendan crudo por encima de este precio acordado.
El paquete de sanciones, que también castiga al sector financiero ruso, todavía debe ser ratificado por los países del bloque comunitario. Se presenta apenas un mes después de que los Veintisiete dieran luz verde al decimoséptimo paquete de sanciones, que tenía como principal objetivo apuntar a la llamada flota fantasma rusa. Así se conoce al conjunto de petroleros, a menudo vetustos, mal asegurados y que operan bajo pabellón extranjero, que podrían estar siendo utilizados por Rusia para transportar su crudo esquivando las sanciones occidentales, para realizar sabotajes, o incluso para labores de espionaje. Esta vez, la UE vuelve a poner a estos buques en el punto de mira y con la nueva lista ya serían más de 400 los castigados, además, de por primera vez, señalar al capitán de uno de los petroleros, de nacionalidad india.
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Todo, horas después de que Rusia y Ucrania comenzaron este lunes el intercambio de prisioneros que acordaron la semana pasada en la segunda ronda de negociaciones directas, celebrada en Estambul. Se trata únicamente de una primera fase, que se produce después de que este fin de semana Moscú y Kyiv se hayan acusado de intentar torpedear lo pactado. Sin embargo, las dos citas que han tenido lugar en Turquía de momento no parecen indicar que la paz esté cerca ya que Rusia sigue exigiendo condiciones inaceptables para Kyiv, como la retirada de las tropas ucranianas de las cuatro regiones del país que sostiene haberse anexionado como condición para alcanzar una tregua o, para el fin definitivo del conflicto, que reconozca la anexión de Crimea y que renuncie al ingreso en la OTAN y que limite su Ejército. “Nada sugiere que Rusia quiera la paz, al contrario, escala la guerra”, ha denunciado la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, señalando el reciente ataque a una sala de maternidad en Odesa.
El anuncio de Von der Leyen y Kallas llega poco después de que la Comisión Europea avanzase un plan para prohibir que se puedan firmar nuevos contratos de gas con Moscú antes de finales de año y que se eliminen gradualmente los contratos ya existentes antes de finales del 2027. El flujo de gas ruso que llega a Europa ha disminuido drásticamente desde febrero del 2022, cuando Moscú arrancó su invasión en Ucrania, pero sigue siendo sustancioso. Entonces, alrededor del 45% del gas europeo provenía de Rusia. Hoy todavía un 19% del gas que usan los hogares y las empresas del bloque proviene de este país, a través del gasoducto TurkStream y de los envíos de gas natural licuado.
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