Donald Trump regresó al poder el 20 de enero más preparado y radicalizado, con más apoyo y mejor rodeado que en el 2017. En casi cinco meses, ha firmado más órdenes ejecutivas que ningún otro presidente y ha declarado ocho emergencias nacionales para aprobar medidas que son competencia del Congreso, como los aranceles. Cuando los tribunales han bloqueado decenas de estas políticas, su Administración ha mostrado un total desprecio a la justicia y directamente ha desobedecido algunas de las órdenes de los magistrados, tachándolos de activistas. Ha combinado este ataque a los dos contrapoderes federales –el legislativo y el judicial– con un asalto sin precedentes a la libertad de prensa, las universidades, las instituciones culturales, los bufetes de abogados y cualquier organismo que promueva el pensamiento crítico y democrático.
La Casa Blanca presenta hoy ante el juez sus argumentos para desplegar la Guardia Nacional
Donald Trump regresó al poder el 20 de enero más preparado y radicalizado, con más apoyo y mejor rodeado que en el 2017. En casi cinco meses, ha firmado más órdenes ejecutivas que ningún otro presidente y ha declarado ocho emergencias nacionales para aprobar medidas que son competencia del Congreso, como los aranceles. Cuando los tribunales han bloqueado decenas de estas políticas, su Administración ha mostrado un total desprecio a la justicia y directamente ha desobedecido algunas de las órdenes de los magistrados, tachándolos de activistas. Ha combinado este ataque a los dos contrapoderes federales –el legislativo y el judicial– con un asalto sin precedentes a la libertad de prensa, las universidades, las instituciones culturales, los bufetes de abogados y cualquier organismo que promueva el pensamiento crítico y democrático.
Su respuesta a las protestas contra las redadas indiscriminadas en Los Ángeles, la militarización de sus calles en contra de la voluntad del gobernador, Gavin Newsom, supone un nuevo paso en su creciente autoritarismo. Es una afrenta sin precedentes a otro contrapoder: el de los estados frente a la federación, el de la periferia demócrata contra el centro republicano. “La democracia está siendo asaltada ante nuestros ojos. El momento que temíamos ha llegado”, se encargó de señalar Newsom el martes en un contundente discurso dirigido no solo a su estado, sino a toda la nación. “Puede que California sea la primera, pero claramente no será la última. Otros estados vendrán después. La democracia es la siguiente”.
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La decisión unilateral del presidente de desplegar 4.000 agentes de la Guardia Nacional y 700 marines, de arrestar a cientos de jornaleros sin el debido proceso y de pedir el arresto del gobernador es un “abuso descarado del poder” que “ha avivado una situación inflamable”, aseguró Newsom. El envío de soldados –efectivos entrenados para matar y ganar guerras, no para dispersar manifestaciones– generó una respuesta más violenta de quienes habían protestado de manera mayoritariamente pacífica durante la noche del viernes.
Trump había cumplido su “propósito”, destacó el gobernador. Los disturbios le permitieron definir a los manifestantes como “insurrectos” que están llevando a cabo una “invasión extranjera” y que han sido “pagados” por Newsom y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, en un “intento deliberado de anular la ley federal y facilitar la ocupación de la ciudad por parte de invasores criminales”, dijo Trump el martes. En realidad, las protestas no distan de las que ha vivido EE.UU. a lo largo de su historia y que con frecuencia ocurren en las principales ciudades del mundo.
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El mandatario pronunció estas palabras durante un discurso en Fort Bragg, la principal instalación militar en EE.UU., que convirtió en un mitin político de una hora, al que llegó secundado por su himno de campaña ( God bless the USA ) y con el que marcó el comienzo de las celebraciones por el 250.º aniversario de las fuerzas armadas. Los actos culminarán el sábado con un inusual desfile militar en Washington, que ha hecho coincidir convenientemente con su 79.º aniversario y para el que se esperan protestas, que Trump avisó que serán reprimidas “con una fuerza muy contundente”.
Newsom estalla: “La democracia está siendo asaltada ante nuestros ojos; el momento que temíamos ha llegado”
Las manifestaciones de Los Ángeles han comenzado a extenderse a una veintena de ciudades del país a modo de solidaridad. En Chicago, Nueva York, Dallas y Atlanta, donde también se han llevado a cabo redadas masivas, ya se han producido cientos de arrestos, aunque la intensidad de las manifestaciones es mucho menor que en la capital del cine americano. Trump amenaza con responder allí de la misma forma y desplegar al ejército “en todas partes”. Podría hacerlo usando la misma orden que ha aplicado, invocando el título 10 del Código sobre Servicios Armados (una provisión polémica, que se reserva a casos excepcionales, como una rebelión), o incluso mediante la ley de Insurrección. Aunque todavía no ha invocado esta última, se ha mostrado abierto a hacerlo y parece estar preparando el terreno para ello cuando habla de “insurrectos”.
California ha presentado una demanda al considerar que el despliegue de las tropas excede la autoridad federal y viola la décima enmienda, que establece el límite entre las competencias del Ejecutivo central y las estatales. Un juez federal ha convocado una audiencia para que hoy la Casa Blanca presente sus argumentos y explique por qué ha desplegado a la Guardia Nacional sin petición ni autorización de Newsom. El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, dijo ayer que la desplegará para aplacar las protestas, dando por válido el argumentario de Trump.
Después de atacar al contrapoder judicial y legislativo, Trump desafía la autoridad de los estados federados
Algunos académicos, como Katherine Franke, de la facultad de Derecho de la Universidad de Columbia (obligada a dimitir tras defender a los estudiantes que protestaron contra la guerra en Gaza), han alertado de la posibilidad de que Trump vaya incluso más allá de esta norma. En un vídeo publicado en su página de Facebook, Franke relató una conversación reciente con “un destacado fiscal general demócrata” que le aseguró, basándose en “información fiable”, que la Casa Blanca tiene previsto intensificar la represión para provocar todavía más resistencia “y luego usar esa provocación como justificación para declarar la ley marcial”.
Si Trump llegase a dar ese inaudito paso, no solo le permitiría desplegar soldados sin ataduras, sino también suspender el habeas corpus (el derecho de un detenido de acudir ante un juez) e incluso la celebración de elecciones. La próxima fecha electoral significativa llegará en noviembre del 2026, cuando se celebrarán las elecciones legislativas de mitad de mandato. En las midterms , el partido en el poder suele perder al menos una de las dos cámaras y, dadas las ajustadas mayorías republicanas en el Congreso, así como la creciente impopularidad de Trump (que suspende en todos los temas excepto en la inmigración), el presidente se arriesga a perder parte de su poder absoluto.
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