La Unión Europea es un proyecto de paz. Surge sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, con el convencimiento de que la unidad económica impediría repetir el pasado. Ahora, sin embargo, Europa ya no está tan segura. La segunda presidencia de Donald Trump está transformando su identidad y aquel proyecto de paz evoluciona hacia uno de guerra. Así se deduce de la última encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (CERE) que La Vanguardia publica en exclusiva en español.
La presión de Trump para un rearme de la OTAN trastoca las prioridades de la construcción europea
La Unión Europea es un proyecto de paz. Surge sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, con el convencimiento de que la unidad económica impediría repetir el pasado. Ahora, sin embargo, Europa ya no está tan segura. La segunda presidencia de Donald Trump está transformando su identidad y aquel proyecto de paz evoluciona hacia uno de guerra. Así se deduce de la última encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (CERE) que La Vanguardia publica en exclusiva en español.
La revolución que Trump lleva a cabo en Estados Unidos “va más allá de sus fronteras”, aseguran Ivan Krastev y Mark Leonard, los autores del estudio y, en este sentido “no es solo una revolución estadounidense puesto que también está transformando Europa”.
La seguridad es el área que mejor refleja esta transformación. Las calles de Europa se llenaron en el 2003 de manifestantes contrarios a la guerra de Irak. Durante décadas los europeos habían crecido sin preocuparse por su defensa, tarea que habían delgado en el amigo americano. “Los europeos –como explicó entonces el analista Robert Kagan- eran de Venus y los estadounidenses de Marte”. Fue la protección del poder militar norteamericano lo que permitió a los europeos creer que el poder no era importante.
Aquella Europa que protestaba contra los planes belicistas de Estados Unidos en Irak –aventura que respaldaron España y el Reino Unido, pero no Francia ni Alemania– se sentía muy segura, confiada en su libertad y progreso. Hoy, sin embargo, la encuesta del CERE demuestra que la mayoría de los europeos temen por su seguridad, su libertad y su progreso. La posibilidad de un conflicto nuclear, por ejemplo, genera más ansiedad que la expansión de Rusia. Y la respuesta general es aumentar el gasto de defensa. En Alemania, Francia y Polonia, asimismo, hay una mayoría muy clara a favor del servicio militar obligatorio.
La extrema derecha europea pasa de ser antisistema a defender a EE.UU. como modelo
Los partidos de extrema derecha abundan en este temor para ganar cuota parlamentaria y lo hacen poniendo a los Estados Unidos de Donald Trump como modelo. Hace apenas diez años, las fuerzas del nacionalpopulismo apenas inquietaban. Solo sus partidarios creían que llegarían a gobernar. Su suerte cambió en el 2016, con el Brexit y la primera elección de Trump. Hoy gobiernan en varios países y son el pilar del trumpismo en Europa.
La ultraderecha, como revela el sondeo, ha pasado de ser antisistema a defender una nueva relación transatlántica. Hace unos años eran los partidos mayoritarios del centro izquierda y el centro derecha los que defendían el atlantismo. Ahora, sin embargo, estos partidos defienden la soberanía europea. Los ultras, por su parte, sienten una devoción por Estados Unidos que recuerda a la de los partidos comunistas por la Unión Soviética durante la guerra fría. Así lo resaltan los autores del sondeo. Para ellos está claro que la relación entre Europa y EE.UU. es hoy más ideológica que nunca.
No hace mucho tiempo, los partidos ultranacionalistas de varios países europeos, como en Italia y Hungría, veían un modelo en el autoritarismo del presidente ruso Vladímir Putin. Hoy, sin embargo, Rusia es débil y no inspira tanto. Asociarse con el autoritarismo que encarna Donald Trump garantiza más votos. Su idea de libertad y orden, de mano dura contra la inmigración, la inclusión y la diversidad –señas de identidad de la UE– es muy bien recibida entre los electores ultras. Partidos como Vox, Chega en Portugal y Libertad y Justicia en Polonia sacan mucho rédito diciendo que la UE está rota y que el modelo a seguir es el trumpista. Ser pro europeos, en consecuencia, implica hoy ser anti norteamericanos.
Ser proeuropeos hoy implica oponerse a los Estados Unidos de Trump
El sondeo del CERE, realizado el pasado mes de mayo en doce países europeos, indica que la opinión pública en los estados más atlantistas –Dinamarca, Alemania y el Reino Unido- también es la más antiamericana. Los votantes del centroizquierda o del centroderecha critican la injerencia ideológica del trumpismo, así como el sistema político estadounidense. Creen que Trump es malo para los norteamericanos y para el mundo en general. La mayoría, aún así, considera que tan pronto como deje el poder la relación entre Estados Unidos y Europa volverá a ser la de siempre.
Este deseo, sin embargo, encierra una inseguridad. La mayoría de los europeos no confían en sí mismos. No creen que la UE sea capaz de hacerse cargo de su propia seguridad.
El rearme se justifica sobre esta inseguridad y, también, sobre todo en el caso de la ultraderecha, en la necesidad de obedecer a Estados Unidos. Estas fuerzas extremas, que no paran de crecer en Francia y Alemania –motores de la UE- serán las grandes beneficiadas de esta nueva identidad política y geoestratégica europea. A ellas les va mejor la Europa de la guerra que no la Europa de la paz.
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