Los famosos cuentos infantiles de Roald Dahl , como ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Los Gremlins’, ‘El superzorro’, ‘Las brujas’ o ‘Matilda’, muchos de ellos adaptados a la gran pantalla, han cautivado a niños y no tan niños durante generaciones.En ‘Matilda’, Dahl cuenta la historia de una bondadosa niña de cinco años de edad, Matilda, que tiene una clara predisposición por aprender e ir a la escuela. Pero sus padres -arrogantes cretinos funcionales- se lo impiden y le obligan a ver la televisión para anular su deseo de saber. Hasta que no consigue ir a la escuela, Matilda devora libros de la biblioteca a escondidas, contra la prohibición de sus progenitores.Harto de su insistencia, el padre de Matilda le manda a una escuela demencial cuya directora, la Sra. Trunchbull, concibe la escuela ideal como aquella que no tiene niños. Finalmente, gracias al don de la telequinesia de la niña y al apoyo de la señorita Honey, la escuela se convierte en un referente de excelencia educativa.Como habrán advertido, la semblanza de Matilda con el sistema educativo catalán actual, considerado por los partidos separatistas y el PSC «model d’èxit», es más que evidente. A los nefastos resultados en comprensión lectora, ciencias y matemáticas de los alumnos del sistema educativo catalán de las últimas pruebas PISA, Pirls y TIMS -han sufrido la peor caída de toda España-, hemos de añadir los desastrosos resultados de Competencias Básicas: en 6º de Primaria han empeorado respecto al año pasado en Catalán, Ciencia, Tecnología e Ingeniería y Matemáticas, asignatura que ha cosechado el peor resultado de la historia, desde 2009; los resultados de 4º de ESO bajan en Castellano, Inglés y Ciencia, Tecnología e Ingeniería, quedando las Matemáticas en el nivel de suspenso por quinto año consecutivo. También acabamos de conocer los resultados de las PAU: la nota media (6´4) ha sido la más baja desde 2017.Pero si alguien aún es reticente a aceptar que la escuela catalana se ha convertido en un solar en ruinas, hemos de recordar que el sistema educativo catalán supera el porcentaje medio de abandono escolar de España y, con mucha más diferencia, el de toda Europa.El fracaso patente de la escuela catalana se debe a que, a pesar de la predisposición de los padres de enviar a sus hijos a la escuela para que reciban una formación excelente, los niños son condenados por papá Estado y mamá Generalitat al peor nivel académico. ¿Por qué? Porque estos progenitores estatalistas imponen los vigentes decretos anuales de ordenación de las enseñanzas básicas (los denominados currículums) basados en metodologías pedagógicas que carecen de evidencias que sustenten sus premisas neuro-científicas y que, por el contrario, han provocado que se haya hundido el sistema educativo.Estas metodologías imponen el aprendizaje mediante competencias fluidas, proyectos y autodescubrimiento, priorizan el desarrollo de las diferentes asignaturas centrándose en trasladar al alumno empatía, autoestima y emociones, explicando las matemáticas con perspectiva de género y enfoque eco-social, imponiendo la hiperdigitalización en las aulas (la obligación de ver constantemente la televisión que le impone a su hija el padre de Matilda), el adoctrinamiento y la hipersexualización de los niños, prevaleciendo las actitudes y percepciones sobre los conocimientos sólidos y valiosos, demonizando los deberes, los exámenes, la memorización, la repetición.Noticia Relacionada estandar Si La nueva Selectividad se estrena con un bajón de notas: «Veníamos del aprobado general del Covid» Beatriz L. Echazarreta Los modelos de examen de la PAU del Gobierno no llegaron hasta bien entrado el curso en casi toda EspañaPero, ¿estamos a tiempo de restaurar la malograda educación en Cataluña? Sí, siempre y cuando nos saquemos de encima inmediatamente los pseudo pedagogos que han trazado el rumbo educativo en Cataluña desde hace demasiadas décadas. Debemos librarnos de las malévolas Trunchbull que autocráticamente monopolizan la Fundación privada Bofill, Rosa Sensat, l’Agència d’Avaluació del Sistema Educatiu y el Grup de Millora Educativa (menudo eufemismo) y mantienen, contra toda autocrítica, los apriorismos pedagógicos que han demostrado su ineficacia y esterilidad. Solo así, nuestra escuela volverá a ser un dulce (Srta. Honey) referente de excelencia, un adecuado ascensor social. Los famosos cuentos infantiles de Roald Dahl , como ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Los Gremlins’, ‘El superzorro’, ‘Las brujas’ o ‘Matilda’, muchos de ellos adaptados a la gran pantalla, han cautivado a niños y no tan niños durante generaciones.En ‘Matilda’, Dahl cuenta la historia de una bondadosa niña de cinco años de edad, Matilda, que tiene una clara predisposición por aprender e ir a la escuela. Pero sus padres -arrogantes cretinos funcionales- se lo impiden y le obligan a ver la televisión para anular su deseo de saber. Hasta que no consigue ir a la escuela, Matilda devora libros de la biblioteca a escondidas, contra la prohibición de sus progenitores.Harto de su insistencia, el padre de Matilda le manda a una escuela demencial cuya directora, la Sra. Trunchbull, concibe la escuela ideal como aquella que no tiene niños. Finalmente, gracias al don de la telequinesia de la niña y al apoyo de la señorita Honey, la escuela se convierte en un referente de excelencia educativa.Como habrán advertido, la semblanza de Matilda con el sistema educativo catalán actual, considerado por los partidos separatistas y el PSC «model d’èxit», es más que evidente. A los nefastos resultados en comprensión lectora, ciencias y matemáticas de los alumnos del sistema educativo catalán de las últimas pruebas PISA, Pirls y TIMS -han sufrido la peor caída de toda España-, hemos de añadir los desastrosos resultados de Competencias Básicas: en 6º de Primaria han empeorado respecto al año pasado en Catalán, Ciencia, Tecnología e Ingeniería y Matemáticas, asignatura que ha cosechado el peor resultado de la historia, desde 2009; los resultados de 4º de ESO bajan en Castellano, Inglés y Ciencia, Tecnología e Ingeniería, quedando las Matemáticas en el nivel de suspenso por quinto año consecutivo. También acabamos de conocer los resultados de las PAU: la nota media (6´4) ha sido la más baja desde 2017.Pero si alguien aún es reticente a aceptar que la escuela catalana se ha convertido en un solar en ruinas, hemos de recordar que el sistema educativo catalán supera el porcentaje medio de abandono escolar de España y, con mucha más diferencia, el de toda Europa.El fracaso patente de la escuela catalana se debe a que, a pesar de la predisposición de los padres de enviar a sus hijos a la escuela para que reciban una formación excelente, los niños son condenados por papá Estado y mamá Generalitat al peor nivel académico. ¿Por qué? Porque estos progenitores estatalistas imponen los vigentes decretos anuales de ordenación de las enseñanzas básicas (los denominados currículums) basados en metodologías pedagógicas que carecen de evidencias que sustenten sus premisas neuro-científicas y que, por el contrario, han provocado que se haya hundido el sistema educativo.Estas metodologías imponen el aprendizaje mediante competencias fluidas, proyectos y autodescubrimiento, priorizan el desarrollo de las diferentes asignaturas centrándose en trasladar al alumno empatía, autoestima y emociones, explicando las matemáticas con perspectiva de género y enfoque eco-social, imponiendo la hiperdigitalización en las aulas (la obligación de ver constantemente la televisión que le impone a su hija el padre de Matilda), el adoctrinamiento y la hipersexualización de los niños, prevaleciendo las actitudes y percepciones sobre los conocimientos sólidos y valiosos, demonizando los deberes, los exámenes, la memorización, la repetición.Noticia Relacionada estandar Si La nueva Selectividad se estrena con un bajón de notas: «Veníamos del aprobado general del Covid» Beatriz L. Echazarreta Los modelos de examen de la PAU del Gobierno no llegaron hasta bien entrado el curso en casi toda EspañaPero, ¿estamos a tiempo de restaurar la malograda educación en Cataluña? Sí, siempre y cuando nos saquemos de encima inmediatamente los pseudo pedagogos que han trazado el rumbo educativo en Cataluña desde hace demasiadas décadas. Debemos librarnos de las malévolas Trunchbull que autocráticamente monopolizan la Fundación privada Bofill, Rosa Sensat, l’Agència d’Avaluació del Sistema Educatiu y el Grup de Millora Educativa (menudo eufemismo) y mantienen, contra toda autocrítica, los apriorismos pedagógicos que han demostrado su ineficacia y esterilidad. Solo así, nuestra escuela volverá a ser un dulce (Srta. Honey) referente de excelencia, un adecuado ascensor social.
Los famosos cuentos infantiles de Roald Dahl, como ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Los Gremlins’, ‘El superzorro’, ‘Las brujas’ o ‘Matilda’, muchos de ellos adaptados a la gran pantalla, han cautivado a niños y no tan niños durante generaciones.
En ‘Matilda’, Dahl cuenta … la historia de una bondadosa niña de cinco años de edad, Matilda, que tiene una clara predisposición por aprender e ir a la escuela. Pero sus padres -arrogantes cretinos funcionales- se lo impiden y le obligan a ver la televisión para anular su deseo de saber. Hasta que no consigue ir a la escuela, Matilda devora libros de la biblioteca a escondidas, contra la prohibición de sus progenitores.
Harto de su insistencia, el padre de Matilda le manda a una escuela demencial cuya directora, la Sra. Trunchbull, concibe la escuela ideal como aquella que no tiene niños. Finalmente, gracias al don de la telequinesia de la niña y al apoyo de la señorita Honey, la escuela se convierte en un referente de excelencia educativa.
Como habrán advertido, la semblanza de Matilda con el sistema educativo catalán actual, considerado por los partidos separatistas y el PSC «model d’èxit», es más que evidente. A los nefastos resultados en comprensión lectora, ciencias y matemáticas de los alumnos del sistema educativo catalán de las últimas pruebas PISA, Pirls y TIMS -han sufrido la peor caída de toda España-, hemos de añadir los desastrosos resultados de Competencias Básicas: en 6º de Primaria han empeorado respecto al año pasado en Catalán, Ciencia, Tecnología e Ingeniería y Matemáticas, asignatura que ha cosechado el peor resultado de la historia, desde 2009; los resultados de 4º de ESO bajan en Castellano, Inglés y Ciencia, Tecnología e Ingeniería, quedando las Matemáticas en el nivel de suspenso por quinto año consecutivo. También acabamos de conocer los resultados de las PAU: la nota media (6´4) ha sido la más baja desde 2017.
Pero si alguien aún es reticente a aceptar que la escuela catalana se ha convertido en un solar en ruinas, hemos de recordar que el sistema educativo catalán supera el porcentaje medio de abandono escolar de España y, con mucha más diferencia, el de toda Europa.
El fracaso patente de la escuela catalana se debe a que, a pesar de la predisposición de los padres de enviar a sus hijos a la escuela para que reciban una formación excelente, los niños son condenados por papá Estado y mamá Generalitat al peor nivel académico. ¿Por qué? Porque estos progenitores estatalistas imponen los vigentes decretos anuales de ordenación de las enseñanzas básicas (los denominados currículums) basados en metodologías pedagógicas que carecen de evidencias que sustenten sus premisas neuro-científicas y que, por el contrario, han provocado que se haya hundido el sistema educativo.
Estas metodologías imponen el aprendizaje mediante competencias fluidas, proyectos y autodescubrimiento, priorizan el desarrollo de las diferentes asignaturas centrándose en trasladar al alumno empatía, autoestima y emociones, explicando las matemáticas con perspectiva de género y enfoque eco-social, imponiendo la hiperdigitalización en las aulas (la obligación de ver constantemente la televisión que le impone a su hija el padre de Matilda), el adoctrinamiento y la hipersexualización de los niños, prevaleciendo las actitudes y percepciones sobre los conocimientos sólidos y valiosos, demonizando los deberes, los exámenes, la memorización, la repetición.
Pero, ¿estamos a tiempo de restaurar la malograda educación en Cataluña? Sí, siempre y cuando nos saquemos de encima inmediatamente los pseudo pedagogos que han trazado el rumbo educativo en Cataluña desde hace demasiadas décadas. Debemos librarnos de las malévolas Trunchbull que autocráticamente monopolizan la Fundación privada Bofill, Rosa Sensat, l’Agència d’Avaluació del Sistema Educatiu y el Grup de Millora Educativa (menudo eufemismo) y mantienen, contra toda autocrítica, los apriorismos pedagógicos que han demostrado su ineficacia y esterilidad. Solo así, nuestra escuela volverá a ser un dulce (Srta. Honey) referente de excelencia, un adecuado ascensor social.
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