La selección española masculina de waterpolo se juega hoy el oro mundial ante Hungría (Teledeporte, 15.35 horas). Sería el cuarto de su historia tras los logrados en 1998, 2001 y 2022. Con apenas 19 años, Unai Aguirre (Barcelona, 2002) defendió la portería en aquella mágica final de Budapest. Y ahí sigue, salvando goles junto a Edu Lorrio, clave en semifinales ante Grecia, donde detuvo dos penaltis y mantuvo a flote al equipo. Ha madurado y es otro. Menos impulsivo, más zen. Preparado para darle una despedida de oro a su capitán, don Felipe Perrone.
El portero de la selección masculina de waterpolo, que se juega el título mundial con Hungría (15:35), reflexiona sobre los éxitos pasados y sobre una final emocionante
La selección española masculina de waterpolo se juega hoy el oro mundial ante Hungría (Teledeporte, 15.35 horas). Sería el cuarto de su historia tras los logrados en 1998, 2001 y 2022. Con apenas 19 años, Unai Aguirre (Barcelona, 2002) defendió la portería en aquella mágica final de Budapest. Y ahí sigue, salvando goles junto a Edu Lorrio, clave en semifinales ante Grecia, donde detuvo dos penaltis y mantuvo a flote al equipo. Ha madurado y es otro. Menos impulsivo, más zen. Preparado para darle una despedida de oro a su capitán, don Felipe Perrone.
¿Cómo mató la adrenalina tras las semifinales?
Se basa en controlar la emoción. El cuerpo te pide liberarte y gritar, pero ese sentimiento es contraproducente. Hay que tener la mente tranquila y disfrutar de la victoria, pero pensar rápidamente en la final.
En la primera fase ya ganaron a Hungría con una remontada. ¿Ese partido es una referencia?
Esperamos jugar mejor. La final será distinta. Los dos hemos sido recientemente campeones del mundo y la mayoría de jugadores saben cómo se juegan estos partidos. Hay que centrarse en cada jugada, en ir minuto a minuto y dejar a un lado pensamientos cómo ‘ya lo tengo’ o ‘está perdido’. Hay que ser un martillo pilón, y ser fieles al estilo.
Habla de ir jugada a jugada y no dejarse llevar, ¿pero usted creía a falta de cuatro segundos que empatarían a Grecia?
El jugador griego se equivoca, le pudo la presión, y Felipe Perrone recogió el balón y se lo dio a Munarriz. Cuando lo vi bien posicionado pensé que era factible. No sería rarísimo.
¿Por qué Hungría es el rival siempre más fuerte?
Son los más condecorados de la historia, una tradición, y siempre son fuertes. Los conocemos bien y este año en el Atlètic Barceloneta hemos tenido a dos jugadores. Miguel de Toro juega en el Ferencvaros. Sabemos que se lo llevará el que esté mejor en los duelos individuales.
Usted llegó al equipo en los Juegos de Tokio. Antes, desde el 2018, España se habituó a jugar finales. ¿Qué mérito le dan seguir tanto tiempo en la élite?
No es nada fácil, pero se ha creado un grupo unido que ha ido ganando nuevos jugadores, como Bernat Sanahuja, Unai Biel, Biel Gomila, yo… Y se ha mantenido el nivel.
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Ya fue campeón mundial en el 2022. ¿En qué ha cambiado?
Aquello tuvo mucho mérito. Yo era un crío (19 años). Con mi carácter y mi pasión di un golpe encima de la mesa. Era un inconsciente, un cabra loca que no sentía la presión ni la derrota. Pasar de cuartos ya era un logro. Pero en este proceso uno se da cuenta de lo que es la derrota, de la presión que tenemos o que cada uno se pone… Eso me gusta, prefiero jugar sabiendo qué tengo que demostrar a hacerlo a verlas venir. Es muy difícil llegar a la cima y seguir demostrando. Es talento, no casualidad. Todo eso dice mucho de mi personalidad. Controlo mejor las emociones.
El último partido en la carrera de Felipe Perrone será una final mundial. ¿Cómo estaba él tras la victoria ante Grecia?
Bromeábamos, le decíamos que todos firmaríamos retirarnos así. Solo está al alcance de las leyendas, como Zidane. Estaba y estamos muy contentos. Le dije que si estuviera jugando por el quinto puesto, quizás se ponía a llorar, pero es una final y solo puede pensar en ganarla, no en que será el último partido.
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¿En qué le ha ayudado a usted Perrone?
Siempre fui un cabra loca, pero me paró los pies. Me dejó volar, y me advirtió cuando tocaba. Es una leyenda más allá de que sea mi amigo. Hay compañeros que acaban siendo amigos. Vivimos un gran momento en semifinales y tenemos ganas de jugar la final y despedirle como merece.
La final será casi a las 22 horas de Singapur, ¿cómo lidiar con los nervios en un día así?
Hay que medir bien los tiempos de concentración y activación, intentar estar tranquilo y no darle vueltas a la cabeza. La experiencia cuenta más que el juego. Hay que saber cuándo ponerse en modo guerrero.
Paró dos penaltis en semifinales, ¿cuál es su estrategia?
Depende. Ante Grecia, los dos porteros estuvimos muy acertados. Ese día me sentía inspirado y ágil, así que en los dos primeros lanzamientos ante jugadores experimentados escogí un lado. Luego, llegaron otros más lentos y menos acostumbrados, así que decidí aguantar. Y salió bien.
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