En mayor medida que ningún otro presidente estadounidense, Donald Trump ha tenido ocasión de mostrar un comportamiento superficial, incoherente y volátil.1 Elon Musk, por su parte, brilla por su estilo errático y llega a publicar hasta un centenar de tuits al día para exponer su punto de vista, anunciar un cambio de rumbo en alguna de sus empresas o algún reposicionamiento político tras pasar en pocos años de ser un declarado partidario del Partido Demócrata a ocupar el papel de segundo al mando en el Gobierno estadounidense más reaccionario desde la Segunda Guerra Mundial. No es el caso de Peter Thiel, quien hace gala de coherencia ideológica desde hace casi cuarenta años.
Empresario e inversor, Thiel promueve una ideología basada en el libertarismo económico y el rechazo al Estado
En mayor medida que ningún otro presidente estadounidense, Donald Trump ha tenido ocasión de mostrar un comportamiento superficial, incoherente y volátil.1 Elon Musk, por su parte, brilla por su estilo errático y llega a publicar hasta un centenar de tuits al día para exponer su punto de vista, anunciar un cambio de rumbo en alguna de sus empresas o algún reposicionamiento político tras pasar en pocos años de ser un declarado partidario del Partido Demócrata a ocupar el papel de segundo al mando en el Gobierno estadounidense más reaccionario desde la Segunda Guerra Mundial. No es el caso de Peter Thiel, quien hace gala de coherencia ideológica desde hace casi cuarenta años.
Desde sus tiempos de estudiante en Stanford, en la segunda mitad de los ochenta, el hombre que se ha convertido en figura clave del mundo de la empresa y las finanzas en EE.UU. ha obrado incansablemente para hacer de la alianza entre el libertarismo económico y la lucha contra los derechos sociales el horizonte común de ese país y ello desde el norte de California, la cuna histórica del progresismo. Peter Thiel ha hecho del ir a contracorriente su modo de vida. Fundó un periódico estudiantil conservador, The Stanford Review, en 1987, en un momento en que la universidad defendía el multiculturalismo. A principios de la década de 1990, abandonó una carrera como abogado para convertirse en operador de derivados financieros.2 Luego, en pleno auge de internet (1996-1998), se trasladó a San Francisco aunque no para convertirse en empresario, sino en inversor, al revés de lo habitual entonces. En el 2000, creó finalmente su propia compañía con un objetivo: desestabilizar el indestructible sector bancario. En el 2016, apostó durante la campaña presidencial por un recién llegado a la política, Donald Trump, una controvertida estrella de telerrealidad condenada por agresión sexual, discriminación e irregularidades financieras desde mediados de la década de 1970. Esa elección le valió a Thiel la indignación de Silicon Valley.

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Cabría pensar que la historia le ha dado la razón, pero es más acertado decir que Thiel nunca ha dejado de imponer sus puntos de vista al curso de la historia. No es un mero espectador de su tiempo: orienta, influye y mueve sus peones, también en el tablero político. Como señala el periodista Max Chafkin en su biografía de Thiel: “Las ideas de extrema derecha son tan antiguas [en Silicon Valley] como el sector tecnológico; existen desde que se fundó la Universidad Stanford. Aunque ha sido Peter Thiel quien las ha sacado a la superficie y utilizado como arma”.3
La difusión de sus ideas
Thiel ha difundido sus ideas en forma de cursos, artículos, conferencias, podcasts, actividades benéficas, financiación de empresas, becas y candidatos a diversas elecciones, y organización de cenas y fiestas, sobre todo en alguna de sus residencias de San Francisco, Los Ángeles, Miami o Washington DC.4 Ha sido asesor político, intelectual, empresario, inversor y filántropo, todo ello con igual éxito. Se ha enriquecido muchísimo a lo largo de los años. Empezó en 1996 con un millón de dólares recaudados entre amigos y familiares, y ahora disfruta de una fortuna de 17.700 millones de dólares estimada en abril del 2025, lo que le sitúa en el puesto 129.º del mundo.5 Canaliza parte de esa riqueza hacia sus tres fondos de inversión, que cubren todo el espectro financiero. Funders Fund, creada tras la venta de PayPal en el 2002, es una compañía de capital riesgo con sede en San Francisco y centrada en startups tecnológicas locales. Con 11.000 millones de dólares en activos gestionados, es hoy una de las empresas de capital riesgo con mejor rendimiento de la región. Clarium Capital, ubicado en San Francisco y antes en Nueva York , es un macrofondo de 8.000 millones de dólares con operaciones en todo el mundo. La compañía Mithril Capital, en Austin desde el 2012, se centra en transformaciones sostenibles y decisivas en energía y sanidad. Además, Thiel sigue como empresario con Palantir, con un valor estimado de 8.500 millones de dólares (marzo 2025) y responsable sobre todo de soluciones para el análisis automatizado de vídeos en movimiento dentro del proyecto Maven del Pentágono. También Thiel forma parte de diversos consejos de administración, incluido el de Meta hasta el 2022 como primer inversor externo en Facebook.
Influencia en la Administración

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Ese entramado de intereses explica que ejerza hoy una influencia más discreta pero mayor incluso que la de Elon Musk. Aunque las relaciones con Trump han sido turbulentas en los últimos años,6 un total de quince miembros de empresas dirigidas por Peter Thiel ocupan altos cargos en la Administración estadounidense. Puede contar con el apoyo de su antiguo compañero de Stanford David Sacks, primer asesor de la Casa Blanca en materia de inteligencia artificial y criptomonedas. Jim O’Neill, su antiguo empleado en Mithril Capital, ha sido nombrado subsecretario de Salud y Servicios Humanos. El exdirector financiero de Clarium Capital y jefe de personal de Thiel Capital, Michael Kratsios, fue asesor científico en el primer mandato de Trump y lo es ahora en el segundo. Jacob Helberg, actual subsecretario de Estado de Desarrollo Económico, es un antiguo empleado de Palantir. Está casado con Keith Rabois, amigo de Thiel desde hace cuarenta años, antiguo empleado de PayPal y cofundador de Palantir. Por último, el vicepresidente de alto perfil J.D. Vance mantiene una estrecha relación con Thiel desde el 2011, cuando escuchó con fervor una conferencia del multimillonario impartida en Yale en la cual este culpó a las élites en el poder del estancamiento tecnológico de EE.UU.7 J.D. Vance fue director de Mithril Capital en el 2016 y el 2017. Y en caso de un problema de salud del presidente Trump, que tiene 78 años, Vance se convertiría en el dirigente del país.
Más allá del Capitolio
Pero el pensamiento de Thiel se extiende más allá del Capitolio. Su libro Zero to One ha vendido más de 2,5 millones de ejemplares.8 Es un conferenciante muy solicitado y ocupa con frecuencia lugares de honor en ferias tecnológicas y eventos organizados por alguno de los cientos de institutos libertarios activos en las grandes ciudades estadounidenses. También cuenta con otras voces para difundir sus ideas, como los podcasts de Keith Rabois, también inversor destacado en el ámbito de las criptomonedas; Joe Lonsdale, cofundador de Palantir y abanderado del renacimiento patriótico estadounidense; Curtis Yarvin, teórico de la ilustración oscura, que celebra las libertades frente a la democracia; o Richard Hanania, una de las figuras más destacadas del antiwokismo y el anticovidismo. Son varias las expresiones utilizadas para designar a semejante grupo: “Mafia Paypal”, “Thielverso”, “Thielbucks”, etcétera.
Thiel ha vendido más de 2,5 millones de ejemplares de su libro ‘Zero to One’, es un conferenciante muy solicitado y ocupa lugares de honor en ferias tecnológicas y eventos de los centros libertarios
Paradójicamente, se sabe poco sobre Thiel más allá de lo que él mismo ha dicho, autorizado decir o dejado decir. A diferencia de Elon Musk, no ha sido objeto de innumerables biografías. Nacido en Frankfurt en 1967 en el seno de una familia de ingenieros de minas, también ha vivido (como Musk y David Sacks) en la Sudáfrica del apartheid antes de instalarse en EE.UU. Ahí se convirtió en campeón nacional de ajedrez, tras haberse dedicado con pasión al juego Dragones y mazmorras. Le gustaba especialmente ejercer de “guardián de la mazmorra”, a la vez que de árbitro y narrador.9 Como el caso de muchos jóvenes de su generación, su película favorita era Star Wars y se sumergió en el universo de El señor de los anillos, obra en la que se inspiró para bautizar nada menos que a seis empresas.10 Thiel es, por lo tanto, un maestro en el arte del relato y su control. Para comprender su pensamiento, hay que recurrir al método Thiel, cuestionando lo que suele decirse acerca de él.
Ideas y hechos
Thiel se define a sí mismo como libertario, una corriente de pensamiento nacida en Francia en el siglo XIX que ha adquirido diferentes definiciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, no dudó en silenciar el medio de comunicación Gawker en 2016, financiando el juicio interpuesto por Hulk Hogan (antigua estrella de lucha y partidario de Donald Trump) en un acto de represalia contra el medio por haber revelado su homosexualidad. También se posicionó en relación con sectores que los libertaristas más convencidos consideran patrimonio del Estado, como la moneda (con PayPal) y la seguridad interior y exterior (con Palantir). Asimismo, se fijó como objetivo acabar con los monopolios, contradiciendo así toda la teoría neoclásica. Thiel es, por lo tanto, menos libertarista que seguidor de ciertos principios políticos heredados de la escuela austriaca de economía o de Milton Friedman en EE.UU. Ha desarrollado incluso junto con el nieto de Milton Friedman el Seasteading Institute, una organización sin ánimo de lucro destinada a desarrollar comunidades autónomas y móviles en aguas extraterritoriales.
La visión política de Thiel deriva de lasficciones de Tolkien, que describen un universo irreductiblemente dividido y basado en diferencias intrínsecas entre los grupos, en cuyo lado bueno se sitúa él
Porque el libertarismo no es para todo el mundo: legitima las desigualdades y supone la constitución de un enemigo, una polaridad negativa, que ha adoptado a lo largo del tiempo varias caras: universidades, bancos, medios de comunicación, demócratas, a los que designa por su apellido (en particular, Bill y Hilary Clinton, Barack Obama y Kamala Harris), a los que acusa de dar la espalda al legado de Occidente. Esa radicalidad enemiga no es solo interna, sino que también se dirige al exterior: Rusia, China, Japón, Corea. Con eso reactiva una temática xenófoba que se remonta en California a 150 años atrás, a la época de las grandes oleadas migratorias asiáticas.
Por lo tanto, es erróneo considerarlo, como hizo el FBI, un “filósofo”.11 Es cierto que Thiel cita con frecuencia a Carl Schmitt, Leo Strauss o René Girard. No obstante, quienes son de verdad filósofos nunca mencionan el nombre de Thiel. Y con razón, ya que no ha propuesto sistemas filosóficos, conceptos originales y ni siquiera ha impartido clases sobre esa disciplina. Existe una importante discrepancia entre el aura intelectual de Thiel y la fragilidad de su pensamiento. Esa diferencia se reduce si prestamos atención a sus recursos retóricos.
Visionario pesimista y profeta
A Thiel le gusta abordar grandes cuestiones de la historia (religión, futuro, progreso…) para decir que no las hemos respondido bien; sobre todo, por culpa de enemigos previamente designados. De hecho, no es tanto un filósofo como un maestro de la guerra que juega en su discurso con una amenaza que estaría a punto de abalanzarse sobre nosotros.
En ese sentido, se muestra como un visionario y casi un profeta. Sin embargo, las referencias que utiliza con mayor frecuencia no tienen que ver con el futuro, sino con el pasado: Ronald Reagan, Margaret Thatcher, el EE.UU. de la década de 1950 enfrentados a la Rusia de Stalin, o incluso la década de 1930, que él idealiza como la época de los grandes proyectos, pero que es también la época del racismo y las grandes desigualdades. El futuro de Thiel está orientado hacia el pasado. Las fuentes de su pensamiento se remontan hacia atrás casi en su totalidad (Carl Schmitt, Friedrich Hayek, Leo Strauss, René Girard, J.R.R. Tolkien).

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La singularidad del pensamiento de Thiel no radica, por lo tanto, en su vanguardismo, sino en la forma de entremezclar las referencias prescindiendo de todo rigor académico. Así, extrae su concepción antropológica de los economistas liberales: no existe la sociedad, sino los individuos. La teoría del deseo mimético de René Girard inspiró su estrategia empresarial y motivó su inversión en Facebook. De la obra de J.-J. Servan Schreiber El desafío americano extrajo su visión del orden mundial, determinado por los índices de productividad y el nivel de innovación de cada país. Y su visión política se deriva de las ficciones de J.R.R. Tolkien, que describen un universo irreductiblemente dividido y basado en diferencias intrínsecas entre los grupos. Peter Thiel se sitúa con decisión en el lado bueno de la historia. Al igual que los elfos, trabaja para escapar de la muerte y considera que sirve al mundo alertándolo de los peligros invisibles que lo amenazan. Porque el pensamiento de Thiel está impregnado de pesimismo.
Para invertir el curso de los acontecimientos, Thiel ha forjado una nueva élite, a la que ha seducido, reclutado, cultivado y luego mentorizado. Así, tras las elecciones del 2016, convenció a Mark Zuckerberg para que no se enemistara con los periodistas conservadores y aconsejó a Sam Altman que debía enfrentarse al consejo de administración de OpenAI, que consideraba ganado a la causa del largoplacismo en noviembre del 2023.12 Esa cultura de la mentoría es antigua en Silicon Valley. Sin embargo, la particularidad de Thiel es haber fundado, como en la época de la academia de Platón, una verdadera escuela de pensamiento.
Notas
1. El presente texto se apoya principalmente en un análisis lexicométrico de los discursos públicos de Peter Thiel entre 2007 y 2025 realizado en una investigación colectiva junto con Antoine Houssard y Céline Vaslin del Centro Internet y Sociedad de CNRS.
2. George Packer “No Death, No Taxes”, The New Yorker, 20/XI/2011.
3. Max Chafkin, The Contrarian. Peter Thiel and Silicon Valley’s Pursuit of Power, Nueva York, Penguin, 2021.
4. Theodore Schleifer y Alyson Krueger, “A Trump Party Hosted by Peter Thiel, with All of Silicon Valley”, New York Times, 18/I/2025.
5. Chase Peterson-Withorn, con Grace Chung y Matt Durot, “World’s Billionaires List. The Richest in 2025”, Forbes.
6. Anna Wiener, “What Is About Peter Thiel”, The New Yorker, 27/X/2021.
7. Heike Buchter, “Der Thronfolger und seine Milliardäre”, Die Zeit, 16/11/2024.
8. “CS183: Startup – Peter Thiel Class Notes”, https://blakemasters.tumblr.com/peter-thiels-cs183-startup.
9. Max Chafkin, “Peter Thiel’s Origin Story. His ideology dominates Silicon Valley. It began to form when he was an angry young man”, New York Magazine, 20/IX/2021.
10. Paris Marx, “Peter Thiel’s influence over a network of Lord of the Rings-inspired companies”, Disconnected, 2/VIII/2024.
11. Anna Wiener, “What Is It About Peter Thiel?”, The New Yorker, 27/10/2021.
12. Keach Hagey, “The Secrets and Misdirection Behind Sam Altman’s Firing From OpenAI”, The Wall Street Journal, 28/III/2025.
Olivier Alexandre es doctor en Sociología, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS),miembro del Centro Internet y Sociedad y antiguo profesor visitante de la Universidad Noroccidental y la Universidad Stanford. Sus investigaciones se centran en la cultura y el mundo digital. Desde el 1 de enero del 2025 es director adjunto del Centro Internet y Sociedad (UPR 2000).
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