Una rivalidad llena de matices definirá la final de la Eurocopa que enfrentará a Inglaterra y España, las dos naciones que han marcado el fútbol femenino en los años más recientes. Sus meteóricos progresos se han producido en los últimos años, a través de modelos muy diferentes.
Una rivalidad llena de matices definirá la final de la Eurocopa que enfrentará a Inglaterra y España, las dos naciones que han marcado el fútbol femenino en los años más recientes. Sus meteóricos progresos se han producido en los últimos años, a través de modelos muy diferentes.Seguir leyendo…
Una rivalidad llena de matices definirá la final de la Eurocopa que enfrentará a Inglaterra y España, las dos naciones que han marcado el fútbol femenino en los años más recientes. Sus meteóricos progresos se han producido en los últimos años, a través de modelos muy diferentes.
Inglaterra, que apenas pintaba nada en la década anterior, creció a través de la inversión económica efectuada por sus grandes clubs, modelo concretado en la Liga más potente y bien pagada del mundo. El progreso de España se debe esencialmente a la impresionante contribución del Barça, cuya cultura futbolística ha impregnado todas las escalas del fútbol, desde la selección que ganó el Mundial del 2023 hasta el reguero de categorías juveniles que salen victoriosas de los grandes torneos con una regularidad impactante.
En términos de eficacia, las inglesas tienen la ventaja de un sistema económico saludable. Sus clubs disponen de recursos que sobrepasan a los del Barça y el Real Madrid. Con los demás equipos de la Liga española, no admiten comparación. La distancia es abismal. Sin embargo, ha sido España la que ha marcado tendencia. Hace tan solo diez años, disputó en Canadá su primer Mundial, entre carencias inaceptables y situaciones de maltrato. El Barça, que ha dominado la escena europea desde el 2019 –cinco finales consecutivas de la Champions y tres victorias–, ganó su primera Liga en el 2012. Es decir, ayer. El club, orgulloso de su política de apertura a todos los ámbitos del deporte, también comprendió la fuerza creciente del fútbol entre las mujeres. Lo entendió y, en la medida de lo posible, añadió una ajustada estrategia económica, especialmente meritoria en los borrascosos años de una crisis que todavía está lejos de disiparse.
El éxito del Barça, trasladado directamente a la selección, tiene un carácter cultural. No hay equipo en el mundo que juegue con unas señas de identidad tan profundas. Pasan los años y se ve al Barça a la legua. Es un modelo profundamente arraigado en la psique colectiva del club. Procedente de una Liga disfuncional, pobre, deficitaria, a la que el Real Madrid dio la espalda hasta el 2020, el Barça se ha erigido en el gran referente del fútbol mundial. No es imaginable una contradicción mayor y, por otra parte, más triste.

Ana Escobar / EFE
El Barça necesita una competición nacional que no encuentra y que es imposible vislumbrar ahora mismo. Le beneficia el ingreso a regañadientes del Madrid, la otra gran locomotora de nuestro fútbol. Florentino Pérez nunca creyó en el fútbol femenino, una muestra palpable de sus presupuestos mentales, pero su negativa comenzaba a interpretarse como actitud troglodita, perjudicante, impropia de la magnitud del club y de los tiempos que corren.
El tejido general del campeonato es tan débil que coloca al Barça en una situación competitiva muy poco edificante. Casi nada de lo que se halla en la Liga nacional le sirve para afrontar la Champions League. Todo lo que encuentran los principales equipos ingleses –Arsenal, Manchester City, Chelsea, Liverpool, Manchester United– en su Liga les fortalece, tanto en el capítulo competitivo como en el crecimiento económico. El éxodo hacia el fútbol inglés se incrementa cada año. El Barça lo sabe y lo teme: Mariona Caldentey, mejor jugadora del año en Inglaterra, abandonó la pasada temporada el Barça después de nueve años y fichó por el Arsenal, el actual campeón de Europa.
Mientras el Barça se debate entre la excelencia de su modelo y las limitaciones a las que está expuesto, la Eurocopa confirma por enésima vez el éxito de sus extraordinarias jugadoras. Siete de ellas fueron titulares contra Alemania. En el banquillo, Jana Fernández, la exquisita Vicky López y Salma Paralluelo completan en la selección un panorama decididamente blaugrana. Será la primera final de España en la Eurocopa, pero nadie tomará al equipo por inexperto. Es una selección a la que el Barça llena de éxitos tan constantes que sale como favorita.
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