En el Berlín de entreguerras e inflación, la gente para evadirse bailaba sobre el volcán. Los años veinte y los primeros años treinta del siglo XX en Alemania condensaron florecer cultural, desenfreno, hedonismo y sordidez, mientras el nazismo afilaba sus colmillos y, poco a poco, iba engullendo a la república de Weimar.
Un paseo por personajes y lugares, existentes o no, del musical ‘Cabaret’ y de la novela de Christopher Isherwood ‘Adiós a Berlín’, origen de la historia
En el Berlín de entreguerras e inflación, la gente para evadirse bailaba sobre el volcán. Los años veinte y los primeros años treinta del siglo XX en Alemania condensaron florecer cultural, desenfreno, hedonismo y sordidez, mientras el nazismo afilaba sus colmillos y, poco a poco, iba engullendo a la república de Weimar.
El verano es tiempo de libertad de elección, de dar rienda suelta a las inclinaciones de cada cual. ¿Por qué no dedicar mi verano del 2025 a explorar la atmósfera de esa época en Berlín de la mano de un clásico literario y musical? Sus lugares no existen, pero el espectáculo sí. Willkommen, bienvenue, welcome! al Kit Kat Klub, el cabaret de Sally Bowles.
Estamos en el teatro Tipi am Kanzleramt, un local entoldado donde desde hace veintiún años se representa el musical Cabaret . En esta temporada, la obra estará en cartel hasta el 2 de octubre, con cuatro cantantes rotándose en el papel de la generosa y descarriada cabaretera Sally Bowles.
Nuestras retinas recuerdan a Liza Minnelli encarnando a Sally con medias negras, liguero y bombín, bailando en una silla mientras entona Bye bye, mein lieber Herr en la película Cabaret , que dirigió en 1972 Bob Fosse. La cinta y el musical en que se basa, estrenado en Estados Unidos en 1966, se inspiran –con algunos pasos intermedios, incluida una obra teatral– en la novela semiautobiográfica de Christopher Isherwood Adiós a Berlín , publicada en 1939.
El escritor inglés se alojó de 1930 a 1933 en una pensión cerca de Nollendorfplatz; el edificio sigue ahí
Christopher William Bradshaw-Isherwood –ese era su nombre completo–, nacido en una familia adinerada de Inglaterra, se mudó a Berlín en 1929, con 25 años, atraído por su estimulante universo gay. Al poco, se hospedó en una pensión en el barrio de Schöneberg. En la ficción musical, su alter ego Clifford Bradshaw, de sexualidad ambigua, se instala en una pensión barata, y se zambulle en la libertina vida de Sally Bowles, con quien se empareja. Sus nacionalidades varían: en el cine ella es estadounidense y él británico; en el montaje del Tipi am Kanzleramt, es al revés.
“Soy una cámara con el obturador abierto, totalmente pasiva, que registra sin pensar. Registra al hombre que se afeita en la ventana de enfrente y a la mujer del kimono lavándose el pelo. Algún día, todo esto tendrá que ser revelado, impreso cuidadosamente, fijado”, escribe Isherwood de su plan de absorber información para una novela. Paradoja: de un planteamiento inicial tan neutro surgirá una lúcida crónica de Berlín ante la llegada al poder de los nazis, con el antisemitismo al alza.
En los años veinte y principios de los treinta, Berlín era una ciudad de luces de neón, bohemia y pecadora, con noches salvajes y miseria diurna. Mucha gente pasaba hambre. A mediados de 1923, en el pico más alto de la inflación, el marco alemán perdía valor durante la jornada. Una barra de pan que por la mañana costaba 20.000 marcos, costaba cinco millones al anochecer. En los cabarets había vicio y poesía, sexo y política, transformismo y desnudos, alcohol a raudales y cocaína a discreción. Era un mundo en que las mujeres de supuesta vida alegre se sometían a peligrosos abortos en nefastas condiciones sanitarias.
El edificio donde vivió Isherwood quedó maltrecho por los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial, pero aguantó. Se trata del número 17 de la calle Nollendorf, muy cerca de la plaza homónima, Nollendorfplatz, que era ya entonces, como ahora, un epicentro de la homosexualidad.
En el club nocturno Eldorado, en el número 15 de la cercana calle Motz, se juntaban hombres vestidos de mujer. En este local, que ya no existe y en cuyos bajos hay ahora un supermercado de productos ecológicos, se inspira el Kit Kat Klub de Cabaret . Las inspiraciones viajan en círculos. En 1994 un nuevo club de música tecno en el distrito de Mitte adoptó ese nombre en versión fusionada y con retoque ortográfico: KitKatClub. Desde entonces se ha convertido en un templo de la transgresión sexual, de difícil acceso y no apto para todos los paladares.
Pero volvamos al alojamiento de Christopher Isherwood. Una placa colocada en 1985 en la fachada blanca recuerda y homenajea al ilustre inquilino. La pensión estaba en el segundo piso, puerta izquierda. “Sus novelas Adiós a Berlín y El señor Norris cambia de tren se basan en sus experiencias de este periodo. De motivos de ambas novelas surgió posteriormente el musical Cabaret ”, reza la placa, que da fechas incorrectas. Pone que Isherwood vivió ahí desde marzo de 1929 hasta enero/febrero de 1933. En realidad, aunque había llegado a la ciudad en 1929, vivió en la pensión de la señora Meta Thurau –en la ficción musical, Fraulëin Schneider– de diciembre de 1930 al 13 de mayo de 1933. Adolf Hitler era canciller desde enero. Ese mismo mayo, el escritor abandonó Alemania.
Isherwood creó el personaje de Sally basándose en una coinquilina, la británica Jean Ross, que cantaba en un cabaret. Sin embargo, Ross fue luego en la vida mucho más: periodista y crítica de cine, activista política –ingresó en el Partido Comunista británico–, y corresponsal del Daily Express en la Guerra Civil española. Murió en 1973, dolida porque el personaje ingenuo y apolítico de Sally Bowles había eclipsado en la esfera pública su trayectoria profesional como autora y activista.
“¿Te refieres a la política? ¿Pero eso qué tiene que ver con nosotros?”, pregunta Sally a propósito de los nazis en el escenario del Tipi am Kanzleramt.
“Tienes razón. No tiene nada que ver con nosotros. Pero, Sally, ¿no lo entiendes? –responde Clifford–. Si uno no hace nada contra esta política racista, entonces está a favor de ella. O casi a favor”.
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