El deterioro de las relaciones entre los talibanes afganos y sus antiguos mentores pakistaníes desembocó este sábado por la noche en intercambios artilleros en media docena de distritos fronterizos. A medianoche, hora local, el gobierno de facto en Kabul dio por terminada una “operación de represalia” que puso en la diana de su artillería un gran número de puestos fronterizos en Pakistán. Sin embargo, el intercambio artillero ha continuado y fuentes pakistaníes hablan de “diecinueve refugios terroristas destruidos en Afganistán”.
El gobierno talibán, en pleno deshielo con India, había advertido a Islamabad por “sus últimas agresiones”
El deterioro de las relaciones entre los talibanes afganos y sus antiguos mentores pakistaníes desembocó este sábado por la noche en intercambios artilleros en media docena de distritos fronterizos. A medianoche, hora local, el gobierno de facto en Kabul dio por terminada una “operación de represalia” que puso en la diana de su artillería un gran número de puestos fronterizos pakistaníes.
“Si la parte pakistaní viola nuevamente la soberanía de Afganistán, nuestras fuerzas armadas están preparadas para defender la Línea Durand del país y responderán de manera contundente”, dijo el ministerio en un comunicado. Alude así a distintos bombardeos registrados entre el jueves y el viernes, desde Kabul a Paktika, no reconocidos por Islamabad, que considera los ataques de anoche como “no provocados”.
Además, en la última semana, docenas de militantes de Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) -afines a sus primos afganos- han muerto en operaciones contra el Ejército de Pakistán. Entre ellos un atentado suicida contra una academia de polícía de Dera Ismail Jan, que mató a varios agentes y gendarmes y a un civil.
Pakistán ha sido testigo en el último año y medio de un aumento de los ataques insurgentes en las provincias occidentales de Jáiber Pajtunjua y Beluchistán, limítrofes con Afganistán e Irán. Allí donde la frontera de 2.6000 kilómetros es borrosa y porosa -aunque Islamabad la esté vallando- y también lo es la distinción entre militancia y contrabando.

FAYYAZ AHMAD / EFE
El ministro del Interior de Pakistán, Mohsin Naqvi, condenó el fuego artillero afgano contra los distritos de Chitral, Bajaur, Mohmand, Angur Adda, Kurram y Jáiber y advirtió de que recibirá “una respuesta en especie”, que ya habría golpeado la provincia afgana de Nangarhar. Pakistán solo reconoce un muerto, y de forma extraoficial, en Tiri, un pueblo de Kurram. Rawalpindi -cuartel general de la oficialidad pakistaní- posee, desde luego, unas fuerzas armadas mucho más nutridas, potentes y sofisticadas que las milicias talibanes, pero ejércitos aún mayores fracasaron a la hora de doblegar a la resistencia afgana.
Los gobiernos de Irán, Qatar y Arabia Saudí han sido los primeros en llamar a ambas partes a rebajar la tensión. Se trata de tres de los países que mantienen abierta su embajada en el Kabul de los talibanes -India acaba de anunciar la reapertura de la suya- aun sin reconocer formalmente su Emirato Islámico de Afganistán.

Anushree Fadnavis / Reuters
La escalada coincide, no por casualidad, con la primera visita de un alto responsable talibán a India. De hecho, el jueves pasado, nada más aterrizar en Delhi el ministro de Exteriores del Emirato Islámico de Afganistán, Amir Jan Muttuqi, se registraron dos fuertes explosiones en Kabul. Estas fueron atribuidas posteriormente a un intento fallido de Pakistán de asesinar con drones al jefe de sus propios talibanes (TTP), Nur Wali Mehsud, apuntando al vehículo en que presuntamente viajaba.
Con pocas horas de diferencia, el ejército pakistaní martilleo una localidad fronteriza afgana, en Paktika, destruyendo un mínimo de diez tiendas, aunque sin provocar víctimas. Desde Nueva Delhi, Muttuqi respondió el viernes a la agresión con una clara advertencia a Islamabad: “No jueguen con nosotros. Pregúntenle a los británicos, a los soviéticos, a EE.UU. y a la OTAN por el precio de que pagaron por intervenir en Afganistán”.
La respuesta llegó a última hora de ayer sábado, con los ataques artilleros ya citados. Ahora está en manos de los generales pakistaníes dar por terminada la escaramuza, como pretende Kabul, o alargarla tanto como la extraordinaria visita a India -entre seis y ocho días- del gerifalte talibán, vivida como una afrenta por sus antiguos protectores. De momento, la escaramuza de anoche habría abortado su visita al Taj Mahal, en Agra, prevista para hoy.
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