Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, Pedro Sánchez no ha parado de darle patadas en los tobillos. Primero la negativa a gastar el 2% en defensa , luego la amenaza de reventar la Cumbre de la OTAN en La Haya -algo que marcó un antes y un después-, a continuación publicitar que España no quiere comprar material militar estadounidense (los F-35 de este verano), continuando con el creciente acercamiento a China y el contrato de Interior a Huawei, y rematando con la promoción de las protestas violentas contra Israel en La Vuelta. Todos y cada uno de estos desafíos han ido dañando la credibilidad internacional de España y Sánchez los planteó a sabiendas de ello, priorizando lanzar cortinas de humo que dejaran en un segundo plano sus problemas en la política nacional. Frente a su debilidad parlamentaria, los problemas judiciales de su mujer y su hermano, o los distintos capítulos del caso Ábalos-Koldo-Cerdán la respuesta ha venido a ser: ¡Americanos no!Ahora Trump propone echar a España de la OTAN. La propuesta es desproporcionada, injusta y, afortunadamente, no puede llevarse a cabo porque el Tratado de la Alianza Atlántica no contempla la expulsión de uno de sus miembros, pero el señalamiento público del presidente de Estados Unidos puede conducirnos a un aislamiento dentro de la OTAN, como ya le pasó a Grecia durante la dictadura de los coroneles.Noticia Relacionada estandar Si Trump cumple su amenaza: empieza el despido de funcionarios por el cierre gubernamental Javier Ansorena Los conocidos como «RIF», anunciados por el jefe de la OMB, han comenzado en cantidades «sustanciales» El republicano tiene un enorme abanico de posibilidades: puede apostar por dejar a España fuera de reuniones estratégicas o ejercicios conjuntos, reducir el intercambio de información secreta, suspender la cooperación militar o política, trasladar las bases de Morón y Rota a Marruecos como ya propuso el general estadounidense en la reserva Robert Greenway en junio, o incluso imponer sanciones comerciales o aranceles. Pensará el lector que, conociendo al personaje, cabe la posibilidad de que las palabras de Trump sean solo una bravata que no se materialice en nada. Pero incluso siendo así el daño ya está hecho porque España ha quedado retratada como un socio no fiable ante el resto del mundo. Y esto, por sí solo, tendrá coste para nuestra ya dañada credibilidad internacional. Probablemente lo veremos en forma de pérdida de influencia en la escena internacional y, en concreto, en las decisiones conjuntas de la OTAN y de la Unión Europea porque ¿quién se fía del criterio de alguien que no es de fiar? Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, Pedro Sánchez no ha parado de darle patadas en los tobillos. Primero la negativa a gastar el 2% en defensa , luego la amenaza de reventar la Cumbre de la OTAN en La Haya -algo que marcó un antes y un después-, a continuación publicitar que España no quiere comprar material militar estadounidense (los F-35 de este verano), continuando con el creciente acercamiento a China y el contrato de Interior a Huawei, y rematando con la promoción de las protestas violentas contra Israel en La Vuelta. Todos y cada uno de estos desafíos han ido dañando la credibilidad internacional de España y Sánchez los planteó a sabiendas de ello, priorizando lanzar cortinas de humo que dejaran en un segundo plano sus problemas en la política nacional. Frente a su debilidad parlamentaria, los problemas judiciales de su mujer y su hermano, o los distintos capítulos del caso Ábalos-Koldo-Cerdán la respuesta ha venido a ser: ¡Americanos no!Ahora Trump propone echar a España de la OTAN. La propuesta es desproporcionada, injusta y, afortunadamente, no puede llevarse a cabo porque el Tratado de la Alianza Atlántica no contempla la expulsión de uno de sus miembros, pero el señalamiento público del presidente de Estados Unidos puede conducirnos a un aislamiento dentro de la OTAN, como ya le pasó a Grecia durante la dictadura de los coroneles.Noticia Relacionada estandar Si Trump cumple su amenaza: empieza el despido de funcionarios por el cierre gubernamental Javier Ansorena Los conocidos como «RIF», anunciados por el jefe de la OMB, han comenzado en cantidades «sustanciales» El republicano tiene un enorme abanico de posibilidades: puede apostar por dejar a España fuera de reuniones estratégicas o ejercicios conjuntos, reducir el intercambio de información secreta, suspender la cooperación militar o política, trasladar las bases de Morón y Rota a Marruecos como ya propuso el general estadounidense en la reserva Robert Greenway en junio, o incluso imponer sanciones comerciales o aranceles. Pensará el lector que, conociendo al personaje, cabe la posibilidad de que las palabras de Trump sean solo una bravata que no se materialice en nada. Pero incluso siendo así el daño ya está hecho porque España ha quedado retratada como un socio no fiable ante el resto del mundo. Y esto, por sí solo, tendrá coste para nuestra ya dañada credibilidad internacional. Probablemente lo veremos en forma de pérdida de influencia en la escena internacional y, en concreto, en las decisiones conjuntas de la OTAN y de la Unión Europea porque ¿quién se fía del criterio de alguien que no es de fiar?
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