Joan Laporta, un disfrutón del impacto, ganó las elecciones con una lona de 50 metros de alto por 20 de ancho. El 15 de diciembre de 2020, apenas 48 días después de la dimisión de Josep Maria Bartomeu, apareció colgada en el chaflán de un edificio de viviendas en el madrileño Paseo de La Habana, apenas a 150 metros del Bernabéu, en el corazón de lo que ahora se conoce como Distrito Florentino. “Ganas de volver a veros”, rezaba la sábana de mil metros cuadrados, ocupada por una gigantesca imagen del candidato Laporta.
Joan Laporta, un disfrutón del impacto, ganó las elecciones con una lona de 50 metros de alto por 20 de ancho. El 15 de diciembre de 2020, apenas 48 días después de la dimisión de Josep Maria Bartomeu, apareció colgada en el chaflán de un edificio de viviendas en el madrileño Paseo de La Habana, apenas a 150 metros del Bernabéu, en el corazón de lo que ahora se conoce como Distrito Florentino. “Ganas de volver a veros”, rezaba la sábana de mil metros cuadrados, ocupada por una gigantesca imagen del candidato Laporta.Seguir leyendo…
Joan Laporta, un disfrutón del impacto, ganó las elecciones con una lona de 50 metros de alto por 20 de ancho. El 15 de diciembre de 2020, apenas 48 días después de la dimisión de Josep Maria Bartomeu, apareció colgada en el chaflán de un edificio de viviendas en el madrileño Paseo de La Habana, apenas a 150 metros del Bernabéu, en el corazón de lo que ahora se conoce como Distrito Florentino. “Ganas de volver a veros”, rezaba la sábana de mil metros cuadrados, ocupada por una gigantesca imagen del candidato Laporta.
Faltaban casi tres meses para los comicios en el Barça y el rédito de aquella idea genial fue decisivo. Al barcelonismo, sumido en una depresión insondable, le entusiasmó la incursión de Laporta en territorio rival. Florentino guardó silencio, al menos en público. Su mutis recordó a otro, acaecido 22 años atrás.
Laporta abraza de nuevo a la UEFA y abandona a Florentino Pérez en su gran proyecto
Cinco días antes de las elecciones de 2003, con el publicista Lluís Bassat en cabeza de las encuestas y en plena depresión post Figo, Laporta anunció que había acordado con el Manchester United la contratación de David Beckham. Su impacto fue similar al de la supersábana.
Beckham se llevó una masiva cantidad de titulares, aunque su fichaje por el Real Madrid estaba más que atado. Era un secreto a voces, conocido hasta por los más despistados en el mapa futbolístico. Florentino Pérez guardó silencio, Laporta ganó las elecciones. Dos días más tarde, el Real Madrid anunció la contratación del jugador inglés.
Detrás de la ardiente rivalidad entre los dos clubs, discurre la pragmática relación que surge de los intereses comunes. El caso más reciente es la Superliga, el proyecto cumbre de Florentino Pérez, vehículo exclusivo de los 15 clubs más poderosos de Europa, sin interferencias de la UEFA, financiado por el banco estadounidense JP Morgan, prestador de 3.400 millones de euros. Su creación se anunció en el mes de abril de 2021, un mes después de la elección de Laporta, entregado sin reservas al proyecto, no se sabe si con más necesidad que convicción.
La Superliga fracasó al instante. En cuatro días, el proyecto se vació de equipos, con los ingleses a la cabeza y sus propietarios pidiendo perdón a los aficionados. Daniel Pinto, director de operaciones de JP Morgan, reconoció el error, algo extraordinariamente raro en la banca. “Está claro que hemos subestimado la magnitud de las emociones que este acuerdo iba a generar, y aprenderemos de esta experiencia como empresa. Al final, los aficionados al fútbol se hicieron oír alto y claro, y eso es lo que más importa”. Solo permanecieron tres clubs (Real Madrid, Barça y Juventus), antes de que el lujoso vehículo se convirtiera en una motocicleta, manejada por el Real Madrid y el Barça en el sidecar.
La misma deferencia de Florentino Pérez que se intuyó en las dos elecciones que ganó Laporta –2003, 2021– se mantuvo mientras el presidente del Real Madrid se negaba a aceptar la capitulación de la Superliga. Necesitaba al Barça de forma desesperada, de manera que todas sus diatribas públicas (caso Enríquez Negreira) no rompieran el anclaje del sidecar. Florentino Pérez guardó silencio con la palanca ficticia de Barça Vision que permitió el fichaje de Lewandowski, Raphinha y Koundé y en enero de este año volvió a callar con el caso Olmo, dos asuntos que en el ámbito deportivo han significado un éxito de Laporta, al que en círculos madridistas acusan de aprovecharse de las antiguas y nuevas deferencias del Real Madrid.
Es la novedosa vertiente del inminente clásico. Laporta abraza de nuevo a la UEFA y abandona a Florentino Pérez en su gran proyecto. Si había algo parecido al amor en la sombra, es probable que se haya quebrado, a la espera de consecuencias.
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