Más de la mitad de las personas se sienten quemadas con el trabajo . Sin darnos cuenta, nuestra vida ha pasado a ser una lista interminable de «pendientes» y nos levantamos con presión en el pecho y soñando con salir incluso antes de entrar a trabajar. La autoexigencia, el perfeccionismo y la culpa toman el mando con sus terribles «debería» o «tengo que». Y no hablemos de la pereza que se adueña de tantas personas… Las horas que se pierden en transporte público, los atascos… Mina nuestra autoestima. Definitivamente, el trabajo se ha convertido en un lugar temido.Noticias relacionadas estandar Si ¿Cuál es tu nivel de ansiedad? Test de diez preguntas para descubrirlo Melissa González estandar Si Señales de que alguien está evitando un tema delicado Melissa GonzálezÁngela Esteban, psicóloga general sanitaria especializada en burnout, ansiedad y trauma, da las claves en su libro ‘No vas a heredar la empresa’ (Bruguera) para entender qué nos ha llevado hasta aquí y para salir de la «unidad de quemados».- No hay casi libros que hablen de nuestra relación con el trabajo o sobre la relación que deberíamos tener… ¿qué te ha inspirado? Hablamos mucho de ansiedad, de depresión, de relaciones, pero no hablamos tanto del trabajo. Y si hablamos lo hacemos de una manera muy normalizada: ‘bueno, estoy mal en el trabajo pero todo el mundo lo está’. Entonces, también he visto que incluso la demanda de pacientes y de motivos que llegan a consulta ha aumentado también y que muchas veces dicen que sienten ansiedad pero no lo relacionan con el trabajo. Dicen: ‘Yo sé que está mucha gente igual’. En el libro menciono también cómo llegamos al nivel de quemarnos desde pequeñitos: qué cosas nos influyen, lo que nos enseñan de tener que darlo todo por el trabajo… – ¿Qué te encuentras en consulta?Esta misma mañana he tenido una paciente que decía que lo que más le quemaba es el tener que trabajar tanto y que luego nadie lo reconociera: que no le agradecen, que le piden más, que le cambian los turnos… Otras personas se quejan de que les escriban fuera del horario laboral y no puedan desconectar. Y no solo eso, sino también quienes vienen preguntándose: ‘¿para qué?’. «Hay personas mayores que no saben cómo llenar sus días cuando se quedan sin trabajo» Ángela Esteban Psicóloga- Como trabajadores, ¿necesitamos que de vez en cuando nos halaguen? Sí. Estamos acostumbrados desde pequeños a que por sacar buenas notas nos valoren. De adultos también. – Nadie deja un trabajo para estar tranquilamente en su casa, ¿no?No suele pasar, no. De hecho, la mayoría de los pacientes cuando se dan cuenta de que están quemados, hasta que no tienen un plan B no cambian. Eso explica que cuando estamos entrando en un periodo de estrés inicial, que crees que es por más carga o por hacer nuevas tareas, empezamos a experimentar un poco de ansiedad para superar ese estrés. El problema es que cuando el estrés no pasa, porque la demanda de trabajo sigue igual, el cuerpo se acostumbra para protegerte, que es la fase de resistencia. Estamos tan acostumbrados a estar dentro de esa fase de resistencia en la que nuestro cuerpo y nuestra mente se han adaptado a ese estrés y ya más o menos lo han normalizado, aunque estamos mal, que cambiar, que salir a enfrentar algo nuevo que no sabes si va a ser bueno o malo, nos da mucho miedo. Es pasar a una zona confusa y muchos piensan ‘mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer’. – ¿Dirías que hay personas adictas al trabajo?Muchas veces la gran dificultad de sacar a una persona de la toxicidad con su trabajo está en que quiere dejarlo pero piensa: ‘sin el trabajo, ¿quién soy?’ o ‘¿qué hago o cómo lleno los días?’. Es como que aprendemos a valorarnos por cuánto hacemos.- Es lo que nos han enseñado desde pequeños, que hay que trabajar a toda consta… Me gusta mucho mencionar la infancia porque parte de nuestra personalidad se desarrolla ahí. Entonces es muy importante lo que nos dicen en esos momentos porque puede formar parte luego de nuestras directrices o nuestro diálogo interno. A mí me pasaba mucho de pequeña que se me daban mal las matemáticas y mi profesora me decía: ‘no puedes estudiar nada que tenga que ver con las matemáticas’.Ya desde pequeños nos fijamos mucho en lo que nos valoran y en lo que nos dicen y se supone que si no llegamos a una nota, pues a lo mejor ya no podemos trabajar de eso. O a lo mejor nos dicen, porque a mí me decían también: ‘Tú disfruta de esta época que es la mejor porque luego llegará lo peor que es el trabajo’. Ya desde pequeños nos dicen que vamos a estar mal en el trabajo. Lo han normalizado.También me han dicho mucho lo de ‘si quieres puedes’. Sé que la gente lo hace con buena intención, pero al final lo que vemos es que si no lo conseguimos, y lo hemos intentado, el problema es nuestro. Porque si queremos y no podemos, el fallo es nuestro. – Otras generaciones más experimentadas ven el esfuerzo de otra manera, ¿no? Antiguamente se trabajaba desde la infancia…Muchas personas mayores dicen lo de ‘no sabéis lo que es trabajar duro’. Yo entiendo que a lo mejor han tenido unas condiciones peores que nosotros y no se normalizaba como ahora la salud mental, se reían si tenían ansiedad… porque no estábamos acostumbrados a hablar de eso.Pero ahora que podemos ponerle más valor, que podemos hablar más de salud mental, no deberíamos conformarnos con tener ansiedad por trabajo, trabajar sin límites… Nos enseñan algo que realmente nos deberíamos cuestionar: no deberíamos trabajar duro sin descanso, sin poner límites, tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental.- O que el coste no sea la salud mental…El objetivo no debe ser trabajar hasta la extenuación; habría que trabajar respetando los tiempos de cada uno y sin tener que llegar a casa agotados. Hay que cuestionarse cosas… Digamos que cuesta mucho salir de un trabajo tóxico porque nos han metido también en la cabeza la idea del fracaso y del éxito, que parece que cambiar de empresa o cambiar de estudio no está bien visto porque has perdido el tiempo.- Podríamos decir, entonces, que las nuevas generaciones, en el ámbito laboral, no van al trabajo a ‘calentar una silla’…Es verdad que a lo mejor las generaciones pasadas han tenido peores experiencias o les han inculcado desde pequeños la importancia del éxito y no fracasar, y los padres de ahora lo tienen más en cuenta y prefieren enseñar a los niños de otra manera, con menos autoexigencia. Pero al final yo también creo que en parte es porque ellos han aprendido eso, les han enseñado eso y es su forma de valorar. Entonces, cualquier persona que no dedique a lo mejor mucho tiempo al trabajo es como ‘uy, qué va’.Pero también llegaría a decir que puede ser que sea, de alguna manera, una necesidad que ellos no se atreven a realizar. ¿Me explico? Piensan que qué bien que esa persona se pueda ir y que a él le encantaría hacerlo pero no lo hace. ¿Por qué? Porque si siempre ha dicho que sí, ahora cree que no puede decir un no.«Tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental» Ángela Esteban Psicóloga- Hay quienes no gastan sus días de permiso o vacaciones porque creen que, de cara a la empresa, es mejor no gastarlos. De ahí muchas veces se dice el título de tu libro ‘No vas a heredar la empresa’…Hay gente que tiene una gran unión hacia el trabajo y otros que no. Y es entendible en ambos casos. Sin embargo, yo creo que el ‘pelotazo’, por llamarlo de alguna manera’ nos va a llegar cuando seamos mayores; cuando nos jubilemos y veamos qué hacemos con nuestra vida. Hay personas que entran en depresión cuando se quedan sin trabajo porque no saben cómo llenar sus días porque trabajar es lo único que han hecho y con lo que han aprendido a valorarse.Pero también muchos se dan cuenta de que, por el trabajo, han rechazado ir de viaje, estar con la familia… No deberíamos esperar hasta llegar ahí para darnos cuenta de eso. Creo que es algo que nos tenemos que empezar a plantear desde ya. Hay cosas que a lo mejor tengo que cancelar, pero planteémonos qué vamos a sentir cuando estemos al final de la vida sentados reflexionando sobre ella y viendo que hemos perdido muchas cosas por el trabajo. A lo mejor nos podemos plantear eso en el presente para intentar ver qué cambios podemos hacer desde ahora. – ¿Qué te sugiere la frase ‘trabaja en algo que te guste y no tendrás que trabajar nunca’?A veces, por circunstancias de la vida, muchas personas acaban trabajando de cualquier cosa que no es lo que han estudiado, simplemente porque tienen que pagarse la comida, la casa… y eso mina muchísimo la moral.Hay mucha gente que no está trabajando de lo que ha estudiado y no es malo. De hecho, también es peligroso que te guste tanto tu trabajo que no pones límites. Muchas veces que trabajo muchísimo, me tengo que recordar que llevo todo el día delante del ordenador y digo, ‘Vale, sí, lo disfruto, pero ¿y mi vida dónde está?’.A lo mejor no estas trabajando de lo que tú quieres pero hay veces que lo que te puede ayudar a sobrellevarlo es ver un poco qué te da ese trabajo: si es que está cerca de casa, que has hecho grandes amigos… Un trabajo no es para toda la vida: puede que sea la opción hasta que encuentres lo que necesitas.- Hablas en tu libro de la importancia de identificar a los vampiros energéticosEs una manera graciosa de englobar a personas que de un modo u otro absorben la energía. Están fuera del trabajo pero también dentro de él. Y pueden ser, por ejemplo, desde un compañero víctima a personas narcisistas que siempre quieren destacar, que pasan por encima de los demás, que te hacen bromas que hacen daño…Entonces, nos pasa con compañeros, nos pasa con jefes y es importante identificarlo y, sobre todo, ver cómo nos hacen sentir. Al final, cuanto menos interacciones con ellos mejor, pero claro, si es tu jefe o si es tu encargado o el compañero al lado, hay veces que es complicado…- ¿Tanto trabajo les puede hacer ser malas personas?Sí. Más bordes, con malas intenciones, mal hablados… El estrés nos puede llevar a acercarnos a los demás pidiendo ayuda y mostrando nuestro lado vulnerable, pero también hay veces que nos puede llevar a ‘me están atacando’… y trasladan esa ira. No es la manera correcta, pero hay muchas personas que lo llevan así. – Quienes acuden a ti es desde el lado de la vulnerabilidad, ¿no?Sí, es verdad que la mayoría vienen desde la vulnerabilidad, pero también veo a otros pacientes que vienen con mucha ira. La ira te ayuda a desahogarte, pero no te está ayudando a buscar una solución, incluso te está alejando más de tus compañeros o de tu ambiente más cercano. En consulta les hacemos ver que aunque la ira sea un escudo, no le está motivando a avanzar y le está generando más problemas. Noticias relacionadas estandar Si Psicóloga clínica Julie Smith: «Si das a los demás lo que quieren que seas, nunca sabrán quién eres de verdad» Raquel Alcolea estandar Si Autoras de ‘Autocuidado’ «Cuidarse no es cogerse la tarde libre para ir a un spa» Raquel AlcoleaSobre la autoraÁngela Esteban es psicóloga integradora y coordinadora de Gaman Psicología. ‘Gaman’ proviene de un término japonés que hace referencia a la «capacidad de seguir intentando algo a pesar de las adversidades y de seguir luchando aunque parezca que todo está perdido». Desde ese principio, acompaña a las personas en su proceso terapéutico, sosteniendo y sanando sus partes más heridas y vulnerables. Está especializada en ansiedad, apego y autoexigencia, entre otros, y también comparte contenido divulgativo sobre salud mental sus redes sociales como @gamanpsicologia. Más de la mitad de las personas se sienten quemadas con el trabajo . Sin darnos cuenta, nuestra vida ha pasado a ser una lista interminable de «pendientes» y nos levantamos con presión en el pecho y soñando con salir incluso antes de entrar a trabajar. La autoexigencia, el perfeccionismo y la culpa toman el mando con sus terribles «debería» o «tengo que». Y no hablemos de la pereza que se adueña de tantas personas… Las horas que se pierden en transporte público, los atascos… Mina nuestra autoestima. Definitivamente, el trabajo se ha convertido en un lugar temido.Noticias relacionadas estandar Si ¿Cuál es tu nivel de ansiedad? Test de diez preguntas para descubrirlo Melissa González estandar Si Señales de que alguien está evitando un tema delicado Melissa GonzálezÁngela Esteban, psicóloga general sanitaria especializada en burnout, ansiedad y trauma, da las claves en su libro ‘No vas a heredar la empresa’ (Bruguera) para entender qué nos ha llevado hasta aquí y para salir de la «unidad de quemados».- No hay casi libros que hablen de nuestra relación con el trabajo o sobre la relación que deberíamos tener… ¿qué te ha inspirado? Hablamos mucho de ansiedad, de depresión, de relaciones, pero no hablamos tanto del trabajo. Y si hablamos lo hacemos de una manera muy normalizada: ‘bueno, estoy mal en el trabajo pero todo el mundo lo está’. Entonces, también he visto que incluso la demanda de pacientes y de motivos que llegan a consulta ha aumentado también y que muchas veces dicen que sienten ansiedad pero no lo relacionan con el trabajo. Dicen: ‘Yo sé que está mucha gente igual’. En el libro menciono también cómo llegamos al nivel de quemarnos desde pequeñitos: qué cosas nos influyen, lo que nos enseñan de tener que darlo todo por el trabajo… – ¿Qué te encuentras en consulta?Esta misma mañana he tenido una paciente que decía que lo que más le quemaba es el tener que trabajar tanto y que luego nadie lo reconociera: que no le agradecen, que le piden más, que le cambian los turnos… Otras personas se quejan de que les escriban fuera del horario laboral y no puedan desconectar. Y no solo eso, sino también quienes vienen preguntándose: ‘¿para qué?’. «Hay personas mayores que no saben cómo llenar sus días cuando se quedan sin trabajo» Ángela Esteban Psicóloga- Como trabajadores, ¿necesitamos que de vez en cuando nos halaguen? Sí. Estamos acostumbrados desde pequeños a que por sacar buenas notas nos valoren. De adultos también. – Nadie deja un trabajo para estar tranquilamente en su casa, ¿no?No suele pasar, no. De hecho, la mayoría de los pacientes cuando se dan cuenta de que están quemados, hasta que no tienen un plan B no cambian. Eso explica que cuando estamos entrando en un periodo de estrés inicial, que crees que es por más carga o por hacer nuevas tareas, empezamos a experimentar un poco de ansiedad para superar ese estrés. El problema es que cuando el estrés no pasa, porque la demanda de trabajo sigue igual, el cuerpo se acostumbra para protegerte, que es la fase de resistencia. Estamos tan acostumbrados a estar dentro de esa fase de resistencia en la que nuestro cuerpo y nuestra mente se han adaptado a ese estrés y ya más o menos lo han normalizado, aunque estamos mal, que cambiar, que salir a enfrentar algo nuevo que no sabes si va a ser bueno o malo, nos da mucho miedo. Es pasar a una zona confusa y muchos piensan ‘mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer’. – ¿Dirías que hay personas adictas al trabajo?Muchas veces la gran dificultad de sacar a una persona de la toxicidad con su trabajo está en que quiere dejarlo pero piensa: ‘sin el trabajo, ¿quién soy?’ o ‘¿qué hago o cómo lleno los días?’. Es como que aprendemos a valorarnos por cuánto hacemos.- Es lo que nos han enseñado desde pequeños, que hay que trabajar a toda consta… Me gusta mucho mencionar la infancia porque parte de nuestra personalidad se desarrolla ahí. Entonces es muy importante lo que nos dicen en esos momentos porque puede formar parte luego de nuestras directrices o nuestro diálogo interno. A mí me pasaba mucho de pequeña que se me daban mal las matemáticas y mi profesora me decía: ‘no puedes estudiar nada que tenga que ver con las matemáticas’.Ya desde pequeños nos fijamos mucho en lo que nos valoran y en lo que nos dicen y se supone que si no llegamos a una nota, pues a lo mejor ya no podemos trabajar de eso. O a lo mejor nos dicen, porque a mí me decían también: ‘Tú disfruta de esta época que es la mejor porque luego llegará lo peor que es el trabajo’. Ya desde pequeños nos dicen que vamos a estar mal en el trabajo. Lo han normalizado.También me han dicho mucho lo de ‘si quieres puedes’. Sé que la gente lo hace con buena intención, pero al final lo que vemos es que si no lo conseguimos, y lo hemos intentado, el problema es nuestro. Porque si queremos y no podemos, el fallo es nuestro. – Otras generaciones más experimentadas ven el esfuerzo de otra manera, ¿no? Antiguamente se trabajaba desde la infancia…Muchas personas mayores dicen lo de ‘no sabéis lo que es trabajar duro’. Yo entiendo que a lo mejor han tenido unas condiciones peores que nosotros y no se normalizaba como ahora la salud mental, se reían si tenían ansiedad… porque no estábamos acostumbrados a hablar de eso.Pero ahora que podemos ponerle más valor, que podemos hablar más de salud mental, no deberíamos conformarnos con tener ansiedad por trabajo, trabajar sin límites… Nos enseñan algo que realmente nos deberíamos cuestionar: no deberíamos trabajar duro sin descanso, sin poner límites, tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental.- O que el coste no sea la salud mental…El objetivo no debe ser trabajar hasta la extenuación; habría que trabajar respetando los tiempos de cada uno y sin tener que llegar a casa agotados. Hay que cuestionarse cosas… Digamos que cuesta mucho salir de un trabajo tóxico porque nos han metido también en la cabeza la idea del fracaso y del éxito, que parece que cambiar de empresa o cambiar de estudio no está bien visto porque has perdido el tiempo.- Podríamos decir, entonces, que las nuevas generaciones, en el ámbito laboral, no van al trabajo a ‘calentar una silla’…Es verdad que a lo mejor las generaciones pasadas han tenido peores experiencias o les han inculcado desde pequeños la importancia del éxito y no fracasar, y los padres de ahora lo tienen más en cuenta y prefieren enseñar a los niños de otra manera, con menos autoexigencia. Pero al final yo también creo que en parte es porque ellos han aprendido eso, les han enseñado eso y es su forma de valorar. Entonces, cualquier persona que no dedique a lo mejor mucho tiempo al trabajo es como ‘uy, qué va’.Pero también llegaría a decir que puede ser que sea, de alguna manera, una necesidad que ellos no se atreven a realizar. ¿Me explico? Piensan que qué bien que esa persona se pueda ir y que a él le encantaría hacerlo pero no lo hace. ¿Por qué? Porque si siempre ha dicho que sí, ahora cree que no puede decir un no.«Tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental» Ángela Esteban Psicóloga- Hay quienes no gastan sus días de permiso o vacaciones porque creen que, de cara a la empresa, es mejor no gastarlos. De ahí muchas veces se dice el título de tu libro ‘No vas a heredar la empresa’…Hay gente que tiene una gran unión hacia el trabajo y otros que no. Y es entendible en ambos casos. Sin embargo, yo creo que el ‘pelotazo’, por llamarlo de alguna manera’ nos va a llegar cuando seamos mayores; cuando nos jubilemos y veamos qué hacemos con nuestra vida. Hay personas que entran en depresión cuando se quedan sin trabajo porque no saben cómo llenar sus días porque trabajar es lo único que han hecho y con lo que han aprendido a valorarse.Pero también muchos se dan cuenta de que, por el trabajo, han rechazado ir de viaje, estar con la familia… No deberíamos esperar hasta llegar ahí para darnos cuenta de eso. Creo que es algo que nos tenemos que empezar a plantear desde ya. Hay cosas que a lo mejor tengo que cancelar, pero planteémonos qué vamos a sentir cuando estemos al final de la vida sentados reflexionando sobre ella y viendo que hemos perdido muchas cosas por el trabajo. A lo mejor nos podemos plantear eso en el presente para intentar ver qué cambios podemos hacer desde ahora. – ¿Qué te sugiere la frase ‘trabaja en algo que te guste y no tendrás que trabajar nunca’?A veces, por circunstancias de la vida, muchas personas acaban trabajando de cualquier cosa que no es lo que han estudiado, simplemente porque tienen que pagarse la comida, la casa… y eso mina muchísimo la moral.Hay mucha gente que no está trabajando de lo que ha estudiado y no es malo. De hecho, también es peligroso que te guste tanto tu trabajo que no pones límites. Muchas veces que trabajo muchísimo, me tengo que recordar que llevo todo el día delante del ordenador y digo, ‘Vale, sí, lo disfruto, pero ¿y mi vida dónde está?’.A lo mejor no estas trabajando de lo que tú quieres pero hay veces que lo que te puede ayudar a sobrellevarlo es ver un poco qué te da ese trabajo: si es que está cerca de casa, que has hecho grandes amigos… Un trabajo no es para toda la vida: puede que sea la opción hasta que encuentres lo que necesitas.- Hablas en tu libro de la importancia de identificar a los vampiros energéticosEs una manera graciosa de englobar a personas que de un modo u otro absorben la energía. Están fuera del trabajo pero también dentro de él. Y pueden ser, por ejemplo, desde un compañero víctima a personas narcisistas que siempre quieren destacar, que pasan por encima de los demás, que te hacen bromas que hacen daño…Entonces, nos pasa con compañeros, nos pasa con jefes y es importante identificarlo y, sobre todo, ver cómo nos hacen sentir. Al final, cuanto menos interacciones con ellos mejor, pero claro, si es tu jefe o si es tu encargado o el compañero al lado, hay veces que es complicado…- ¿Tanto trabajo les puede hacer ser malas personas?Sí. Más bordes, con malas intenciones, mal hablados… El estrés nos puede llevar a acercarnos a los demás pidiendo ayuda y mostrando nuestro lado vulnerable, pero también hay veces que nos puede llevar a ‘me están atacando’… y trasladan esa ira. No es la manera correcta, pero hay muchas personas que lo llevan así. – Quienes acuden a ti es desde el lado de la vulnerabilidad, ¿no?Sí, es verdad que la mayoría vienen desde la vulnerabilidad, pero también veo a otros pacientes que vienen con mucha ira. La ira te ayuda a desahogarte, pero no te está ayudando a buscar una solución, incluso te está alejando más de tus compañeros o de tu ambiente más cercano. En consulta les hacemos ver que aunque la ira sea un escudo, no le está motivando a avanzar y le está generando más problemas. Noticias relacionadas estandar Si Psicóloga clínica Julie Smith: «Si das a los demás lo que quieren que seas, nunca sabrán quién eres de verdad» Raquel Alcolea estandar Si Autoras de ‘Autocuidado’ «Cuidarse no es cogerse la tarde libre para ir a un spa» Raquel AlcoleaSobre la autoraÁngela Esteban es psicóloga integradora y coordinadora de Gaman Psicología. ‘Gaman’ proviene de un término japonés que hace referencia a la «capacidad de seguir intentando algo a pesar de las adversidades y de seguir luchando aunque parezca que todo está perdido». Desde ese principio, acompaña a las personas en su proceso terapéutico, sosteniendo y sanando sus partes más heridas y vulnerables. Está especializada en ansiedad, apego y autoexigencia, entre otros, y también comparte contenido divulgativo sobre salud mental sus redes sociales como @gamanpsicologia.
Más de la mitad de las personas se sienten quemadas con el trabajo. Sin darnos cuenta, nuestra vida ha pasado a ser una lista interminable de «pendientes» y nos levantamos con presión en el pecho y soñando con salir incluso antes de entrar a … trabajar. La autoexigencia, el perfeccionismo y la culpa toman el mando con sus terribles «debería» o «tengo que». Y no hablemos de la pereza que se adueña de tantas personas… Las horas que se pierden en transporte público, los atascos… Mina nuestra autoestima. Definitivamente, el trabajo se ha convertido en un lugar temido.
Ángela Esteban, psicóloga general sanitaria especializada en burnout, ansiedad y trauma, da las claves en su libro ‘No vas a heredar la empresa’ (Bruguera) para entender qué nos ha llevado hasta aquí y para salir de la «unidad de quemados».
– No hay casi libros que hablen de nuestra relación con el trabajo o sobre la relación que deberíamos tener… ¿qué te ha inspirado?
Hablamos mucho de ansiedad, de depresión, de relaciones, pero no hablamos tanto del trabajo. Y si hablamos lo hacemos de una manera muy normalizada: ‘bueno, estoy mal en el trabajo pero todo el mundo lo está’. Entonces, también he visto que incluso la demanda de pacientes y de motivos que llegan a consulta ha aumentado también y que muchas veces dicen que sienten ansiedad pero no lo relacionan con el trabajo. Dicen: ‘Yo sé que está mucha gente igual’.
En el libro menciono también cómo llegamos al nivel de quemarnos desde pequeñitos: qué cosas nos influyen, lo que nos enseñan de tener que darlo todo por el trabajo…
– ¿Qué te encuentras en consulta?
Esta misma mañana he tenido una paciente que decía que lo que más le quemaba es el tener que trabajar tanto y que luego nadie lo reconociera: que no le agradecen, que le piden más, que le cambian los turnos… Otras personas se quejan de que les escriban fuera del horario laboral y no puedan desconectar. Y no solo eso, sino también quienes vienen preguntándose: ‘¿para qué?’.
«Hay personas mayores que no saben cómo llenar sus días cuando se quedan sin trabajo»
Ángela Esteban
Psicóloga
– Como trabajadores, ¿necesitamos que de vez en cuando nos halaguen?
Sí. Estamos acostumbrados desde pequeños a que por sacar buenas notas nos valoren. De adultos también.
– Nadie deja un trabajo para estar tranquilamente en su casa, ¿no?
No suele pasar, no. De hecho, la mayoría de los pacientes cuando se dan cuenta de que están quemados, hasta que no tienen un plan B no cambian.
Eso explica que cuando estamos entrando en un periodo de estrés inicial, que crees que es por más carga o por hacer nuevas tareas, empezamos a experimentar un poco de ansiedad para superar ese estrés. El problema es que cuando el estrés no pasa, porque la demanda de trabajo sigue igual, el cuerpo se acostumbra para protegerte, que es la fase de resistencia. Estamos tan acostumbrados a estar dentro de esa fase de resistencia en la que nuestro cuerpo y nuestra mente se han adaptado a ese estrés y ya más o menos lo han normalizado, aunque estamos mal, que cambiar, que salir a enfrentar algo nuevo que no sabes si va a ser bueno o malo, nos da mucho miedo. Es pasar a una zona confusa y muchos piensan ‘mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer’.
– ¿Dirías que hay personas adictas al trabajo?
Muchas veces la gran dificultad de sacar a una persona de la toxicidad con su trabajo está en que quiere dejarlo pero piensa: ‘sin el trabajo, ¿quién soy?’ o ‘¿qué hago o cómo lleno los días?’. Es como que aprendemos a valorarnos por cuánto hacemos.
– Es lo que nos han enseñado desde pequeños, que hay que trabajar a toda consta…
Me gusta mucho mencionar la infancia porque parte de nuestra personalidad se desarrolla ahí. Entonces es muy importante lo que nos dicen en esos momentos porque puede formar parte luego de nuestras directrices o nuestro diálogo interno. A mí me pasaba mucho de pequeña que se me daban mal las matemáticas y mi profesora me decía: ‘no puedes estudiar nada que tenga que ver con las matemáticas’.
Ya desde pequeños nos fijamos mucho en lo que nos valoran y en lo que nos dicen y se supone que si no llegamos a una nota, pues a lo mejor ya no podemos trabajar de eso. O a lo mejor nos dicen, porque a mí me decían también: ‘Tú disfruta de esta época que es la mejor porque luego llegará lo peor que es el trabajo’. Ya desde pequeños nos dicen que vamos a estar mal en el trabajo. Lo han normalizado.
También me han dicho mucho lo de ‘si quieres puedes’. Sé que la gente lo hace con buena intención, pero al final lo que vemos es que si no lo conseguimos, y lo hemos intentado, el problema es nuestro. Porque si queremos y no podemos, el fallo es nuestro.
– Otras generaciones más experimentadas ven el esfuerzo de otra manera, ¿no? Antiguamente se trabajaba desde la infancia…
Muchas personas mayores dicen lo de ‘no sabéis lo que es trabajar duro’. Yo entiendo que a lo mejor han tenido unas condiciones peores que nosotros y no se normalizaba como ahora la salud mental, se reían si tenían ansiedad… porque no estábamos acostumbrados a hablar de eso.
Pero ahora que podemos ponerle más valor, que podemos hablar más de salud mental, no deberíamos conformarnos con tener ansiedad por trabajo, trabajar sin límites… Nos enseñan algo que realmente nos deberíamos cuestionar: no deberíamos trabajar duro sin descanso, sin poner límites, tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental.
– O que el coste no sea la salud mental…
El objetivo no debe ser trabajar hasta la extenuación; habría que trabajar respetando los tiempos de cada uno y sin tener que llegar a casa agotados. Hay que cuestionarse cosas…
Digamos que cuesta mucho salir de un trabajo tóxico porque nos han metido también en la cabeza la idea del fracaso y del éxito, que parece que cambiar de empresa o cambiar de estudio no está bien visto porque has perdido el tiempo.
– Podríamos decir, entonces, que las nuevas generaciones, en el ámbito laboral, no van al trabajo a ‘calentar una silla’…
Es verdad que a lo mejor las generaciones pasadas han tenido peores experiencias o les han inculcado desde pequeños la importancia del éxito y no fracasar, y los padres de ahora lo tienen más en cuenta y prefieren enseñar a los niños de otra manera, con menos autoexigencia. Pero al final yo también creo que en parte es porque ellos han aprendido eso, les han enseñado eso y es su forma de valorar. Entonces, cualquier persona que no dedique a lo mejor mucho tiempo al trabajo es como ‘uy, qué va’.
Pero también llegaría a decir que puede ser que sea, de alguna manera, una necesidad que ellos no se atreven a realizar. ¿Me explico? Piensan que qué bien que esa persona se pueda ir y que a él le encantaría hacerlo pero no lo hace. ¿Por qué? Porque si siempre ha dicho que sí, ahora cree que no puede decir un no.
«Tendríamos que poder trabajar teniendo en cuenta nuestra salud mental»
Ángela Esteban
Psicóloga
– Hay quienes no gastan sus días de permiso o vacaciones porque creen que, de cara a la empresa, es mejor no gastarlos. De ahí muchas veces se dice el título de tu libro ‘No vas a heredar la empresa’…
Hay gente que tiene una gran unión hacia el trabajo y otros que no. Y es entendible en ambos casos. Sin embargo, yo creo que el ‘pelotazo’, por llamarlo de alguna manera’ nos va a llegar cuando seamos mayores; cuando nos jubilemos y veamos qué hacemos con nuestra vida. Hay personas que entran en depresión cuando se quedan sin trabajo porque no saben cómo llenar sus días porque trabajar es lo único que han hecho y con lo que han aprendido a valorarse.
Pero también muchos se dan cuenta de que, por el trabajo, han rechazado ir de viaje, estar con la familia… No deberíamos esperar hasta llegar ahí para darnos cuenta de eso. Creo que es algo que nos tenemos que empezar a plantear desde ya. Hay cosas que a lo mejor tengo que cancelar, pero planteémonos qué vamos a sentir cuando estemos al final de la vida sentados reflexionando sobre ella y viendo que hemos perdido muchas cosas por el trabajo. A lo mejor nos podemos plantear eso en el presente para intentar ver qué cambios podemos hacer desde ahora.
– ¿Qué te sugiere la frase ‘trabaja en algo que te guste y no tendrás que trabajar nunca’?
A veces, por circunstancias de la vida, muchas personas acaban trabajando de cualquier cosa que no es lo que han estudiado, simplemente porque tienen que pagarse la comida, la casa… y eso mina muchísimo la moral.
Hay mucha gente que no está trabajando de lo que ha estudiado y no es malo. De hecho, también es peligroso que te guste tanto tu trabajo que no pones límites. Muchas veces que trabajo muchísimo, me tengo que recordar que llevo todo el día delante del ordenador y digo, ‘Vale, sí, lo disfruto, pero ¿y mi vida dónde está?’.
A lo mejor no estas trabajando de lo que tú quieres pero hay veces que lo que te puede ayudar a sobrellevarlo es ver un poco qué te da ese trabajo: si es que está cerca de casa, que has hecho grandes amigos… Un trabajo no es para toda la vida: puede que sea la opción hasta que encuentres lo que necesitas.
– Hablas en tu libro de la importancia de identificar a los vampiros energéticos
Es una manera graciosa de englobar a personas que de un modo u otro absorben la energía. Están fuera del trabajo pero también dentro de él. Y pueden ser, por ejemplo, desde un compañero víctima a personas narcisistas que siempre quieren destacar, que pasan por encima de los demás, que te hacen bromas que hacen daño…
Entonces, nos pasa con compañeros, nos pasa con jefes y es importante identificarlo y, sobre todo, ver cómo nos hacen sentir. Al final, cuanto menos interacciones con ellos mejor, pero claro, si es tu jefe o si es tu encargado o el compañero al lado, hay veces que es complicado…
– ¿Tanto trabajo les puede hacer ser malas personas?
Sí. Más bordes, con malas intenciones, mal hablados… El estrés nos puede llevar a acercarnos a los demás pidiendo ayuda y mostrando nuestro lado vulnerable, pero también hay veces que nos puede llevar a ‘me están atacando’… y trasladan esa ira. No es la manera correcta, pero hay muchas personas que lo llevan así.
– Quienes acuden a ti es desde el lado de la vulnerabilidad, ¿no?
Sí, es verdad que la mayoría vienen desde la vulnerabilidad, pero también veo a otros pacientes que vienen con mucha ira. La ira te ayuda a desahogarte, pero no te está ayudando a buscar una solución, incluso te está alejando más de tus compañeros o de tu ambiente más cercano. En consulta les hacemos ver que aunque la ira sea un escudo, no le está motivando a avanzar y le está generando más problemas.
Sobre la autora
Ángela Esteban es psicóloga integradora y coordinadora de Gaman Psicología. ‘Gaman’ proviene de un término japonés que hace referencia a la «capacidad de seguir intentando algo a pesar de las adversidades y de seguir luchando aunque parezca que todo está perdido». Desde ese principio, acompaña a las personas en su proceso terapéutico, sosteniendo y sanando sus partes más heridas y vulnerables. Está especializada en ansiedad, apego y autoexigencia, entre otros, y también comparte contenido divulgativo sobre salud mental sus redes sociales como @gamanpsicologia.
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