Más vale tarde que nunca. Los vecinos de Bombay han estrenado este jueves su primera línea de metro subterráneo, que conecta por fin su cogollo histórico, turístico y financiero del sur con el resto de la ciudad. La línea 3 (Aqua Line, ya que discurre en gran parte a lo largo de la costa) fue pre inaugurada ayer por el primer ministro indio, Narendra Modi, en un día ajetreado que también le llevó a cortar la cinta del segundo aeropuerto de la metrópolis, en Navi Mumbai.
Completa su primera línea subterránea, que Narendra Modi inaugura junto a su segundo aeropuerto
Más vale tarde que nunca. Los vecinos de Bombay han estrenado este jueves su primera línea de metro subterráneo, que conecta por fin su cogollo histórico, turístico y financiero con el resto de la ciudad. La línea 3 (Aqua Line, ya que discurre en gran parte a lo largo de la costa) fue pre inaugurada ayer por el primer ministro indio, Narendra Modi, en un día que también le llevó a cortar la cinta del segundo aeropuerto de la metrópolis, en Navi Mumbai.
Se trata de dos auténticos acicates para la ciudad más dinámica de la India. En el primer caso, para descongestionar su tráfico imposible y sus trenes abarrotados. En el segundo, para aliviar a el aeropuerto Chhatrapati Shivaji Maharaj (BOM), en pleno centro de la ciudad y que ha llegado al límite de su capacidad. La descongestión, en cualquier caso, será gradual, ya que los primeros vuelos regulares despegarán y aterrizarán en Navi Mumbai a partir de diciembre y durante algunos años, solo funcionará la primera de las cuatro terminales previstas.
Esta, en cualquier caso, es obra del estudio de la fallecida Zaha Hadid, en Londres. Su proyecto fue heredado y mantenido por el grupo Adani, cuando este relevó al adjudicatario inicial. Un movimiento polémico, no solo por que Gautam Adani se ha ganado a pulso el apodo de magnate favorito de Narendra Modi -que ha propulsado su transición de puertos a aeropuertos- sino también porque de este modo monopoliza la gestión de los dos aeródromos de Bombay.

INDRANIL MUKHERJEE / AFP
Adani sonreía ayer junto a Modi, pasando por alto que el aeropuerto, muy alejado del centro, al otro lado de la ensenada, no cuenta todavía con ninguna conexión de transporte público. Algo no tan raro en un país donde las torres de viviendas de lujo se construyen -y ocupan- sin que necesariamente haya aceras.
Los ciudadanos de Bombay, que aportan alrededor del 30% de todos los impuestos de India, se congratulan de poder montarse, finalmente, al siglo XXI. Eso no significa que vayan a desaparecer de un día para otro los trenes vetustos que, en hora punta, son latas de sardinas segregadas por sexos.

Indranil Aditya / Bloomberg
Hasta 2014, Bombay -tan lejos del poder y tan cerca de sus mafias- fue prácticamente la única metrópolis de más de veinte millones de habitantes sin sistema de metro. Aquel año estrenó una fórmula de compromiso: Un metro ligero elevado, que cuenta ya con dos líneas. Pero hasta doce meses no estrenó el primer tramo de lo que entendemos por metro, subterráneo. Este llegó en mayo a Bandra y, finalmente, desde hoy, la línea ha sido completada hastas Colaba y Cuffe Parade. Es decir, hasta el centro neurálgico de la ciudad -aunque esté en el extremo del istmo- donde se acumula su legado colonial y su pulso turístico y financiero, a un paso de Fort, de Victoria Terminus, del Portal de India y del Hotel Taj Mahal.
Aunque el salto no basta para atrapar a las metrópolis chinas, por lo menos basta para dejar en pañales a otras competidoras del subcontinente, de Karachi a Dacca (aunque esta última inauguró, también tardíamente, su primer metro -elevado- hace menos de tres años). Se trata, en cualquier caso, de un impulso no del todo endógeno.

Rafiq Maqbool / Ap-LaPresse
Más de la mitad del presupuesto de la línea ha sido financiada con un crédito blando de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA). La ejecución, en cambio, ha sido china en más de un 50% (con dos empresas de dicho país coaligadas con socios locales, como Larsen & Toubro). Otros tramos han sido adjudicados a sociedades mixtas de este tipo, donde la mitad de la sociedad era taiwanesa o rusa y, en un caso, a un tándem formado por dos constructoras turcas. Las diecisiete tuneladoras empleadas procedían de china.
Un destructor de EE.UU. atraca por primera vez en un puerto de Bangladesh
La hiperactividad de Narendra Modi de los dos últimos días, con visita a Bombay incluida del primer ministro británico Keir Starmer, ha tapado otro acontecimiento histórico en la costa opuesta de India. Concretamente, en el golfo de Bengala, donde por primera vez en más de cincuenta años -por primera vez desde el parto sangriento de Bangladesh- un barco de guerra estadounidense, el destructor USS Fitzgerald, ha atracado en el puerto de Chittagong. Algo más al sur, en Matarbari, el gobierno interino, no electo, del banquero Mohamed Yunus, ha aprobado de urgencia la construcción de un puerto de aguas profundas por parte de Japón, que disminuirá aún más la hegemonía india en el golfo de Bengala, que creía su patio trasero.
Asimismo, el futuro de la isla coralina -y estratégica- de San Martín, casi pegada a Birmania, sigue siendo objeto de conjeturas. Todo ello para perplejidad de India, en aumento desde el derrocamiento de su protegida, la primera ministra Sheij Hasina. El tan cacareado Indopacífico parece que era esto. La “revolución de Julio de los estudiantes bengalíes”, también.
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