En las últimas semanas, la tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado uno de sus puntos más críticos de los últimos años. Al menos seis embarcaciones venezolanas fueron atacadas por fuerzas estadounidenses en el mar Caribe bajo la justificación de operaciones antidroga. Washington asegura que los barcos transportaban cocaína hacia el norte, mientras Caracas sostiene que eran embarcaciones civiles y denuncia que los ataques violan el derecho internacional. En el vídeo que pueden ver sobre estas líneas, explicamos junto a Javier de la Sotilla, servicio especial para La Vanguardia desde Washington, cómo esta escalada militar, presentada como una ofensiva contra el narcotráfico, esconde motivaciones políticas más profundas.
Pese a que la mayoría de la droga que entra en EE.UU. llega desde México y Colombia, el presidente ha centrado su ofensiva en Venezuela
En las últimas semanas, la tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado uno de sus puntos más críticos de los últimos años. Al menos cinco embarcaciones venezolanas fueron atacadas por fuerzas estadounidenses en el mar Caribe bajo la justificación de operaciones antidroga. Washington asegura que los barcos transportaban cocaína hacia el norte, mientras Caracas sostiene que eran embarcaciones civiles y denuncia que los ataques violan el derecho internacional. En el vídeo que pueden ver sobre estas líneas, explicamos junto a Javier de la Sotilla, servicio especial para La Vanguardia desde Washington, cómo esta escalada militar, presentada como una ofensiva contra el narcotráfico, esconde motivaciones políticas más profundas.
El presidente Donald Trump ha declarado que su país libra una “guerra formal” contra los cárteles de la droga, aunque los datos no respaldan la idea de que Venezuela sea un actor central en el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos. La mayor parte del flujo procede de Colombia y México, mientras que el fentanilo, el opioide responsable de la mayoría de las muertes por sobredosis en el país, se fabrica con precursores químicos procedentes de China. En este contexto, la ofensiva contra Caracas parece menos una operación de seguridad y más un movimiento geopolítico con fines internos y regionales.
Como explica de la Sotilla, Trump busca proyectar fuerza tanto hacia sus votantes como hacia sus adversarios internacionales. “La narrativa del narcoterrorismo le permite justificar acciones militares sin pasar por el Congreso. La estrategia recuerda a la “guerra contra el terror” de principios de siglo, cuando Estados Unidos amplió su radio de acción bajo la bandera de la seguridad nacional”.
El resultado es una política exterior que mezcla simbolismo y riesgo real. Mientras Washington amplía su presencia militar en la región, el discurso antidroga se convierte en un instrumento para ejercer presión sobre el régimen de Nicolás Maduro y reafirmar el liderazgo estadounidense en América Latina.
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