Los integrantes del Cacique Mara no son unos delincuentes peligrosos, aunque, tirando de tópico, sea un nombre con resonancia a pandilleros.
Los integrantes del Cacique Mara no son unos delincuentes peligrosos, aunque, tirando de tópico, sea un nombre con resonancia a pandilleros.Seguir leyendo…
Los integrantes del Cacique Mara no son unos delincuentes peligrosos, aunque, tirando de tópico, sea un nombre con resonancia a pandilleros.
Pero no, sus miembros no forman parte de un gang, de los que tanto habla y tan mal el presidente de Estados Unidos, liberados de la cárceles o los manicomios de Venezuela con la orden del gobierno de Nicolás Maduro de colarse en la tierra prometida y causar estropicios con sus crímenes.
Un apunte: los servicios de inteligencia estadounidenses contradicen esa retórica y aseguran no existe prueba alguna de que Maduro comande un ejército de malvados cuya misión sea invadir el rico país norteamericano.
Los Cacique Mara, cuyos componentes tienen de 13 a 16 años, son un equipo de beisbol, por lo visto imbatible dado su gran talento en el deporte de los peloteros, que han sido derrotados por la burocracia migratoria al uso en EE.UU.
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En junio arrasaron en el torneo de clasificación para el campeonato mundial de la llamada Senior League (hay una más famosa, la Little, para niños de 10 a 12 años). Cuando hace una semana arrancó esa cita anual, su lugar en el gran torneo, que se disputa anualmente en Easley (Carolina del Sur), lo ocupó un equipo mexicano.
A los venezolanos se les denegó el visado de entrada en aplicación de la prohibición dictada por la Casa Blanca para al menos de una docena de países. “Se han seguido los procedimientos apropiados”, respondió un portavoz del Departamento de Estado ante la frustración de esos jóvenes, que aspiraban a hacer realidad su sueño.
Venezuela es cuna de magníficos peloteros que se han ganado mucho crédito en las grandes ligas estadounidenses (MLB). Miguel Cabrera, Johan Santana o el pequeño gigante José Altuve (al menos durante un tiempo fue el jugador más bajo de la competición) crecieron en el país sudamericano.
El eco de los Cacique Mara va más allá de un campeonato menor en el panorama global. Hay quien, sin embargo, ha hecho saltar las alarmas. La vigente regulación migratoria se supone que tiene dos excepciones: el Mundial de fútbol del próximo verano y los Juegos Olímpicos del 2028 en Los Ángeles.
Las dos citas se celebrarán bajo la actual administración en Washington y el temor de que haya veto a deportistas y aficionados de esas naciones sospechosas, según los parámetros gubernamentales, preocupa y mucho a no pocos dirigentes a la vista de lo que ocurre a diario con las deportaciones. Los errores no suelen tener rectificación.
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