Llevo viendo y disfrutando tantos partidos de la Eurocopa de fútbol femenino que cuando cierro los ojos solo veo colas de caballo. Colas de caballo corriendo para un lado y para el contrario. Colas de caballo saltando, cayendo al suelo, detrás de los párpados, colas de caballo por todos lados. Colas de caballo ganando y perdiendo. Saludándose luego. Son deportistas, ejemplares, entretenidas y competitivas, buenas y esforzadas y reconoces a tus hijas y hermanas, a tus novias y amigas, a tus madres y vecinas. Y si miras al público sigues viéndolas, y también te ves a ti, a tus hijos y amigos, a tus padres y vecinos en nuestra mejor versión, la que se consigue cuando las dejamos en paz, cuando las dejamos hacer lo que quieren hacer y ellas no nos apartan.
Llevo viendo y disfrutando tantos partidos de la Eurocopa de fútbol femenino que cuando cierro los ojos solo veo colas de caballo. Colas de caballo corriendo para un lado y para el contrario. Colas de caballo saltando, cayendo al suelo, detrás de los párpados, colas de caballo por todos lados. Colas de caballo ganando y perdiendo. Saludándose luego. Son deportistas, ejemplares, entretenidas y competitivas, buenas y esforzadas y reconoces a tus hijas y hermanas, a tus novias y amigas, a tus madres y vecinas. Y si miras al público sigues viéndolas, y también te ves a ti, a tus hijos y amigos, a tus padres y vecinos en nuestra mejor versión, la que se consigue cuando las dejamos en paz, cuando las dejamos hacer lo que quieren hacer y ellas no nos apartan.Seguir leyendo…
Llevo viendo y disfrutando tantos partidos de la Eurocopa de fútbol femenino que cuando cierro los ojos solo veo colas de caballo. Colas de caballo corriendo para un lado y para el contrario. Colas de caballo saltando, cayendo al suelo, detrás de los párpados, colas de caballo por todos lados. Colas de caballo ganando y perdiendo. Saludándose luego. Son deportistas, ejemplares, entretenidas y competitivas, buenas y esforzadas y reconoces a tus hijas y hermanas, a tus novias y amigas, a tus madres y vecinas. Y si miras al público sigues viéndolas, y también te ves a ti, a tus hijos y amigos, a tus padres y vecinos en nuestra mejor versión, la que se consigue cuando las dejamos en paz, cuando las dejamos hacer lo que quieren hacer y ellas no nos apartan.

Ana Escobar / EFE
No veo muchas colas de caballo persiguiendo emigrantes ni apaleando ancianos. No es cuestión de ingenuidad. Debajo de una cola de caballo no siempre hay un ser de luz. Hay tarántulas hembras y machos. Pero en la violencia física hay pocas colas de caballo y mucho rapado y en la corrupción –Adif mediante, ya saben ustedes lo de las excepciones– hay menos colas de caballo que corbatas y mariscadas. Son maneras distintas de solucionar la vida. Y supongo que también de celebrar los cumpleaños y colgarte al cuello o no joyas por valor de 400.000 dólares o relojes que valen más que uno. Por supuesto que están las KardashianJ pero ellas no son deportistas, no se estiran el pelo y se hacen una cola de caballo, no entrenan y se esfuerzan y cuando salen a jugar, compiten con reglas, usos y costumbres y regalan un modelo para la sociedad que los genera, los encumbra y, a veces, los destruye. Las niñas las miran y ellas lo saben.
Su mejor versión llega cuando las dejamos en paz haciendo lo que quieren y ellas no nos apartan
Me encanta, cerrados los ojos, seguir viendo colas de caballo. Como las que se hacía mi madre en casa, cuando seguía trabajando después de venir de hacerlo fuera. Me gusta porque viendo esos partidos de fútbol me acuerdo de dos amigas de mi hijo, Carmen y Julia, que desde que eran crías estaban locas por el fútbol y que siguieron practicándolo ya de adultas.
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Recuerdo jugar con ellas, mayores y niños, la alegría de su juego, el luchar por cada balón, el gozo de cuando marcábamos o la rabia cuando nos lo metían a nosotros. Mi hijo abrazado con ellas, las colas de caballo, ser lo mismo, jugar por divertirse, jugar por todos nosotros. Colas de caballo salvando al mundo.
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