Cadence Sinclair, más conocida como Cady, sufre una experiencia traumática. Los servicios de emergencias la encuentran inconsciente, con ropa interior, de noche en la playa. Un año después vuelve a Beechwood Island. No es la misma. Lleva el pelo oscuro en vez del rubio que caracteriza a las mujeres Sinclair. Sufre migrañas. Tiene retazos de recuerdos sobre lo que pasó escondidos en el cerebro, peleando por salir. Ella quiere saber qué pasó aunque nadie de su entorno se lo quiera aclarar.
Las adaptaciones de best-sellers de misterio solo hacen que darnos decepciones últimamente
Cadence Sinclair, más conocida como Cady, sufre una experiencia traumática. Los servicios de emergencias la encuentran inconsciente, con ropa interior, de noche en la playa. Un año después vuelve a Beechwood Island. No es la misma. Lleva el pelo oscuro en vez del rubio que caracteriza a las mujeres Sinclair. Sufre migrañas. Tiene retazos de recuerdos sobre lo que pasó escondidos en el cerebro, peleando por salir. Ella quiere saber qué pasó aunque nadie de su entorno se lo quiera aclarar.
El verano anterior, en el que tenía 16 años, tenía que ser como cualquier otro. Iba a pasar el verano en la isla privada de su familia con su madre, los abuelos, sus tías, los primos Johnny y Mirren, y Gat, el sobrino de una de sus tías. Ellos cuatro, los jóvenes, se hacían llamar los Mentirosos, por su capacidad de meterse en líos inocentes cuando eran pequeños. Pero, entre dramas adultos que amenazan con torpedear las vacaciones, Cady descubre que siente algo más por Gat que la amistad de antes.

Jessie Redmond
Éramos mentirosos, que Prime Video ha estrenado, entra dentro de la categoría de “adaptación de un best-seller de misterio que no se caracterizaba precisamente por su calidad”, un género ya en sí mismo, si tenemos en cuenta casos recientes bochornosos como La pareja perfecta o Sirenas. En este caso, se trata de la novela de E. Lockhart que adapta Julie Plec, showrunner de series como The Vampire Diaries o The Originals, con Carina Adly Mackenzie, que trabajó a sus órdenes en esta última.
El único elemento a favor que tiene Éramos mentirosos es que, a diferencia de las adaptaciones recientes ya mencionadas, no tira de la falsa comedia para disimular lo mala que es. Aquí se hace una apuesta claramente dramática en la que el misterio de Cady (una Emily Alyn Lind vista en el reboot de Gossip Girl) se puede combinar con los conflictos adultos de la madre y las tías (un curioso tándem formado por Mamie Gummer, Caitlin FitzGerald y Candice King) y la trama romántica con Gat (Shubham Maheshwari).

Jessie Redmond
Sin embargo, la promesa de que estas tramas se cruzarán de alguna forma para colocar a Cady inconsciente y herida en la playa no es suficiente para elevar el interés. Hay incómodos flashes de la protagonista en el agua para recordar cada dos por tres que tenemos ese interrogante encima. No se esfuerza en representar con personalidad ese entorno privilegiado o las tramas de sus habitantes: como es habitual en la televisión más comercial, los ricos reciben un trato frívolo y estandarizado. Y, en lo narrativo, Éramos mentirosos sobrexplica cada detalle al espectador como si tuviera problemas de comprensión.
No se puede decir que sea sorprendente. La guionista Julie Plec, como demostró en The Originals, Legacies o las últimas temporadas de The Vampire Diaries, en teoría entiende los mecanismos de la ficción dramática. Pero lo que ofrece son cáscaras vacías, sin alma, sin una pulsión humana que impulse las tramas.
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