Donald Trump ha reavivado la leyenda de Alcatraz, la prisión de máxima seguridad que funcionó en la isla homónima hasta 1963. Ahora, una nueva superprisión, bautizada como Alcatraz de los caimanes ha sido construida en tan sólo ocho días en los pantanos de Everglades de Florida. Su objetivo: intimidar a una parte vulnerable de la población de Estados Unidos —los inmigrantes indocumentados—. Ni siquiera diez años de trabajo, pago de impuestos y contribución a la economía estadounidense bastan para evitar esta trampa.
Ambos han denunciado las duras condiciones de su encarcelamiento en el centro de internamiento para migrantes del estado de Florida
Donald Trump ha reavivado la leyenda de Alcatraz, la prisión de máxima seguridad que funcionó en la isla homónima hasta 1963. Ahora, una nueva superprisión, bautizada como Alcatraz de los caimanes ha sido construida en tan sólo ocho días en los pantanos de Everglades de Florida. Su objetivo: intimidar a una parte vulnerable de la población de Estados Unidos —los inmigrantes indocumentados—. Ni siquiera diez años de trabajo, pago de impuestos y contribución a la economía estadounidense bastan para evitar esta trampa.
Dos ciudadanos italianos residentes en EE.UU. son testigos de ello. Se trata de Fernando Eduardo Artese de 63 años y con doble nacionalidad —argentina-italiana— y Gaetano Cateno Mirabella Costa, un siciliano de 45 años.
En una investigación sobre las condiciones inhumanas de la prisión, el periódico de Florida Tampa Bay contactó por teléfono precisamente con Artese, quién describió haber estado recluido en una jaula con otras 34 personas: “Es un campo de concentración; nos humillan constantemente. Sin embargo, ninguno de nosotros ha hecho nada serio: todos somos trabajadores que vinimos a Estados Unidos para asegurar un futuro a nuestras familias”.
Inaugurada el pasado 3 de julio, la prisión está ubicada en un humedal infestado de insectos, serpientes y caimanes, en una zona propensa a huracanes. La instalación tiene capacidad para al menos 3.000 personas, rodeada de alambre de púas, cámaras de vigilancia y animales salvajes. Según palabras del propio Trump, se trata de “un lugar extremo para convencer a los inmigrantes ilegales de que es mejor que regresen a casa por su cuenta”.
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El centro fue construido utilizando poderes de emergencia por orden del gobernador de Florida, Ron DeSantis. Trump visitó el lugar hace unas semanas y bromeó diciendo que los presos que intentaran escapar tendrían que “correr en zig zag para esquivar a los caimanes”. Además de las condiciones extremas del entorno, la infraestructura es precaria: hay cables eléctricos expuestos en contacto con el agua, lo que pone en peligro constante la vida de los detenidos.
Fernando Eduardo Artese ingresó a Estados Unidos hace diez años con una visa de turista y se quedó. Fue arrestado a finales de junio por no comparecer ante el tribunal por una infracción de tránsito menor: no acudió a su cita con el tribunal de tráfico por temor a ser deportado. El 25 de junio fue detenido y trasladado a la prisión de Dade-Collier, en los pantanos de los Everglades.
El ítalo-argentino dirigía una empresa de instalación de cámaras en la ciudad de Hialeah, Florida, y su familia, su esposa e hija, se había reunido con él en 2018. Fueron detenidos cuando intentaban abandonar el país conduciendo su casa rodante hasta Argentina. “Este año, intentábamos salir de EE.UU., y el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) lo cogió y lo envió a Alligator Alcatraz, donde los tratan como criminales y no tienen derechos”, declaró su hija, Carla Artese, en el recurso. “No le han dado ninguna información sobre su caso ni derecho a un abogado. Por no mencionar que aún no lo han añadido al sistema, así que ni siquiera aparece como recluso en ningún sitio”.

ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP
“No tienen derechos, no tienen luz, no tienen abogado”, afirma la hija de uno ítalo- argentino retenido en la Florida
Carla ha recaudado más de 7.000 dólares en la plataforma GoFundMe para ayudar a su padre, con un objetivo de 10.000. “Mi papá quería autodeportarse cuando le dejaran. Solo quería salir del país con su familia, después de trabajar y pagar impuestos durante años”, declaró a Univision.
La hija de Artese denunció además las condiciones extremas del centro: “No pueden dormir porque las luces están encendidas las 24 horas. No pueden ver el sol. No pueden salir”.
“Estamos en jaulas como pollos”, dice Gaetano Cateno Mirabella Costa, uno de los ciudadanos italianos arrestados
El segundo detenido, Gaetano Cateno Mirabella Costa, fue arrestado en enero por posesión de drogas y agresión. Tras cumplir seis meses de prisión y ser condenado a deportación, permaneció en EE.UU. y fue recapturado el 9 de julio.
“Estamos en jaulas como pollos: 32 personas, con tres baños abiertos, todos viéndolo todo”, contó a la televisión estatal italiana en una entrevista telefónica desde la prisión. “No sé de qué se me acusa, no puedo hablar con un abogado, ni con un juez. ¿Pueden las autoridades italianas ayudarme a salir de esta pesadilla?”.
Su madre, Rosanna Vitale, relató que su hijo fue llevado ante el tribunal con grilletes en pies y manos, “como un perro”. “Me dijo: ‘Mamá, hace diez días que no veo el sol’. Nadie se ha comunicado con nosotros. Haremos todo lo posible para que regrese. Esperamos que sea pronto”.
Aunque la diplomacia italiana asegura que sigue la situación con la máxima atención, no han respondido a los detenidos
Varios políticos de la oposición en Italia han criticado el silencio del gobierno de Giorgia Meloni frente a lo que consideran una flagrante violación de derechos humanos. Denuncian que la primera ministra prioriza su alianza con Trump por encima de la protección de ciudadanos italianos encarcelados.
“El Gobierno siempre está dispuesto a congraciarse con Washington. Permanece en silencio incluso ante una evidente violación de los derechos humanos. Patriotas de palabra, vasallos en la realidad”, declaró Angelo Bonelli, diputado de la Alianza de los Verdes y la Izquierda.
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, conocido como La Farnesina, aseguró que “el Consulado General en Miami y la Embajada en Washington siguen la situación con la máxima atención”.
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