Hubo un tiempo en el que el Tour de Francia hablaba español. No hace tanto, Miguel Induráin se vestía de amarillo cada julio, Alberto Contador bailaba en los puertos, Carlos Sastre conquistaba Alpe d’Huez y Alejando Valverde hacía vibrar con sus explosivos finales. Incluso en años más discretos siempre había un español peleando por el podio, ganando alguna etapa o dando espectáculo en la alta montaña. Pero aquella época dorada parece remota. Porque en el Tour que acaba de terminar solo un español ha conseguido colarse entre los veinte primeros de la general. Y lo ha hecho al límite, con el vigésimo puesto de Cristián Rodríguez (Arkéa). Algo que no sucedía desde 1981, hace 44 años. La delegación española compuesta por tan solo diez corredores, una cifra de las más bajas de la historia también, se marchó sin ningún triunfo parcial y con una preocupante sensación de incapacidad para competir al más alto nivel mundial.
Sin victorias de etapa y solo con un corredor entre los 20 primeros de la general, algo que no sucedía desde 1981, hace 44 años
Hubo un tiempo en el que el Tour de Francia hablaba español. No hace tanto, Miguel Induráin se vestía de amarillo cada julio, Alberto Contador bailaba en los puertos, Carlos Sastre conquistaba Alpe d’Huez y Alejando Valverde hacía vibrar con sus explosivos finales. Incluso en años más discretos siempre había un español peleando por el podio, ganando alguna etapa o dando espectáculo en la alta montaña. Pero aquella época dorada parece remota. Porque en el Tour que acaba de terminar solo un español ha conseguido colarse entre los veinte primeros de la general. Y lo ha hecho al límite, con el vigésimo puesto de Cristián Rodríguez (Arkéa). Algo que no sucedía desde 1981, hace 44 años. La delegación española compuesta por tan solo diez corredores, una cifra de las más bajas de la historia también, se marchó sin ningún triunfo parcial y con una preocupante sensación de incapacidad para competir al más alto nivel mundial.
Desde que la carrera comenzó en Lille, con sus adoquines y su viento flamenco, la bandera española nunca ondeó en los momentos importantes. Las dos grandes referencias para esta edición, Carlos Rodríguez y Enric Mas, no pudieron terminar la carrera. El de Ineos llegó a la tercera semana en la décima posición, pero con aspiraciones reales de terminar más adelante. Había sido protagonista de una fuga en la decimoquinta etapa que le permitió entrar en el top 10. Sin embargo, en el descenso del Col de Vars sufrió dos caídas. La segunda, a escasos metros de la meta de Valence, le obligó a abandonar tras fracturarse la pelvis. Fue el fin de su Tour y de las opciones españolas en la general. Este adiós prematuro cortó además la progresión del andaluz, que fue quinto en el 2023 y séptimo en el 2024, y que parecía el ciclista más preparado para recuperar el protagonismo español.
Los abandonos de Carlos Rodríguez y Enric Mas, y la caída de Iván Romeo, las mayores decepciones
Enric Mas, por su parte, mostró destellos en la primera semana, que superó sin perder demasiado tiempo en la general, y en el Mont Ventoux, cuando su carrera parecía haber perdido el norte. En el gigante de la Provenza lanzó un ataque valiente y durante unos kilómetros devolvió la ilusión al aficionado más descreído, pero no tuvo piernas para rematar. En los Alpes estuvo lejos de los mejores por culpa de algún problema físico y decidió dejarlo. De nuevo, su rendimiento en el Tour quedó lejos de las expectativas.
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A esta lista de contratiempos se sumó la caída de Iván Romeo (21 años), el corredor más ilusionante del panorama nacional. El de Movistar buscó estar en varias fugas, pero no fue hasta la penúltima etapa, con final en Pontarlier, cuando tuvo opciones reales de victoria. Una caída cuando marchaba en el grupo delantero le dejó sin consuelo posible.

MARTIN DIVISEK / EFE
Más allá de los resultados, la foto fija tampoco es tranquilizadora, ya que el ciclismo español arrancó el Tour con solo diez corredores, una de las participaciones más bajas del siglo. Este número redujo notablemente las opciones de obtener victorias de etapas, pero también de ser protagonistas durante la carrera.
En medio de este panorama sobresalió Cristián Rodríguez (Arkéa): alejado de los focos pero con constancia, completó una carrera regular y se coló como el primer español en el puesto 20.º. Un enorme logro para él, pero el peor dato del ciclismo español en los últimos 44 años. Tras Rodríguez, Raúl García Pierna destacó en fugas y terminó en un meritorio puesto 26. Marc Soler cumplió con su labor de gregario de Tadej Pogacar, mientras que Ion Izagirre, Alex Aranburu, Pablo Castrillo e Iván García Cortina tuvieron problemas para hacerse un hueco en la carrera.
Lee tambiénRoberto Rodríguez | París

El futuro inmediato pasa por la Vuelta a España, donde sí estará Juan Ayuso, que está llamado a hacer grandes cosas. A sus 22 años ya ha sido podio en la Vuelta y tiene condiciones para las grandes rondas. Allí volverán a estar Carlos Rodríguez y Enric Mas, y también los más jóvenes, Iván Romeo, Javier Romo, Pablo Castrillo y Raúl García Pierna, una generación con talento pero de momento sin grandes resultados. Pero el Tour no espera por nadie. Y para poder ganar, primero hay que volver a estar. Para poder soñar, antes hay que volver a competir.
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