Estaba escrito que lo de Ter Stegen no acabaría bien. Construir sobre la base del condicional es arriesgado. Demasiadas las piezas que debían encajarse para poner un punto final armonioso a la historia de amor entre el portero alemán y el Barça. Sobre el papel, el cuento era tan perfecto como el de la lechera. Fichamos a Joan Garcia para ocupar la plaza de portero titular, y Ter Stegen tomará tranquila nota de que su tiempo en el Barça ha terminado. Pero como no querrá poner en riesgo su participación en el Mundial de EE.UU. del próximo verano, aceptará encantado la oferta de cualquier otro club que le garantice jugar cada semana. Todos felices y a comer perdices: el Barça, Ter Stegen y Joan Garcia.
Estaba escrito que lo de Ter Stegen no acabaría bien. Construir sobre la base del condicional es arriesgado. Demasiadas las piezas que debían encajarse para poner un punto final armonioso a la historia de amor entre el portero alemán y el Barça. Sobre el papel, el cuento era tan perfecto como el de la lechera. Fichamos a Joan Garcia para ocupar la plaza de portero titular, y Ter Stegen tomará tranquila nota de que su tiempo en el Barça ha terminado. Pero como no querrá poner en riesgo su participación en el Mundial de EE.UU. del próximo verano, aceptará encantado la oferta de cualquier otro club que le garantice jugar cada semana. Todos felices y a comer perdices: el Barça, Ter Stegen y Joan Garcia.Seguir leyendo…
Estaba escrito que lo de Ter Stegen no acabaría bien. Construir sobre la base del condicional es arriesgado. Demasiadas las piezas que debían encajarse para poner un punto final armonioso a la historia de amor entre el portero alemán y el Barça. Sobre el papel, el cuento era tan perfecto como el de la lechera. Fichamos a Joan Garcia para ocupar la plaza de portero titular, y Ter Stegen tomará tranquila nota de que su tiempo en el Barça ha terminado. Pero como no querrá poner en riesgo su participación en el Mundial de EE.UU. del próximo verano, aceptará encantado la oferta de cualquier otro club que le garantice jugar cada semana. Todos felices y a comer perdices: el Barça, Ter Stegen y Joan Garcia.
Lástima que la realidad, siempre tangible a diferencia de la fantasía, se haya empeñado en joder la marrana. Al final, la historia se asemeja a la de un matrimonio en el que el cónyuge que ha decidido acabar con la relación marchándose con alguien más joven pretende que el otro se lo tome bien y se avenga con las condiciones unilaterales que se le ofertan para el divorcio: “Firma aquí, cariño, que es por tu bien. Ya tienes una edad y esto es lo que te conviene”.
El aficionado puede acusar de bellaco al portero alemán, pero eso no le convierte en uno
Llegados a este punto, Ter Stegen ha hecho lo que haría cualquiera –dejando a un lado los santos– cuando el principio de lealtad es traicionado por la otra parte: mirar por sus propios intereses. Y resulta que estos no coincidían con la fantasía de dibujos animados que la directiva blaugrana había alimentado en su cabeza. El club daba por hecho un divorcio civilizado en el que las dos partes cantaban a coro la canción de Rocío Jurado: “Se nos rompió el amor de tan grandioso. Jamás pudo existir tanta belleza. Las cosas tan hermosas duran poco. Jamás duró una flor dos primaveras”. Como si ambos –club y jugador– hubiesen llegado a la misma hora al mismo lugar: la aceptación de que la historia entre ellos no daba más de sí. Se olvidó el club de que en el desamor la mayoría de las veces hay alguien que deja y alguien dejado. Y la reacción de este último es imposible de predecir.
Puede enfadarse el aficionado blaugrana con el portero alemán. Señalarlo por no doblegarse a los intereses del club en detrimento de los suyos particulares. Solo que acusarlo de ser un bellaco no lo convierte ni mucho menos en uno. Ter Stegen se ha limitado a defender lo que cree mejor para él, y nadie debería sorprenderse de ello. A fin de cuentas, no es nada diferente a lo que hizo el Barça cuando para proteger los suyos corrió al mercado para fichar a Joan Garcia.
¿Y ahora? Pues lo de siempre. Los divorcios, cuando se acabó el amor, solo son cuestión de tiempo y dinero. Solo que los hay más caros y lentos de lo que uno pueda imaginar en principio.
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