Grandes bancas privadas comienzan a invertir en el mundo deportivo, ante la rentabilidad que ofrecen las ligas con millones de seguidores en todo el mundo. Leer Grandes bancas privadas comienzan a invertir en el mundo deportivo, ante la rentabilidad que ofrecen las ligas con millones de seguidores en todo el mundo. Leer
El fútbol, ese deporte que igualaba a ricos y pobres en las gradas de un estadio y que hacía de su disfrute y sufrimiento algo transversal en la sociedad, ha estado reservado a las megafortunas del mundo hasta hace bien poco. Solo un puñado de individuos inmensamente millonarios -con un patrimonio mínimo de 1.000 millones de dólares- podía ser propietario de un equipo de las grandes ligas occidentales y presumir de ello, porque no siempre han sido negocios que llenaran el bolsillo, sino más bien el ego de sus dueños. Pero la realidad está cambiando. La NFL estadounidense, la mayor liga en términos financieros del mundo, ha abierto la mano para permitir la entrada de fondos de inversión que son el nuevo hit de los banqueros privados. No solo es un asunto que mueve pasiones, también dinero, y se ha demostrado que el deporte es muy rentable en los últimos tiempos.
«Los ingresos y las valoraciones de los grandes equipos y ligas están creciendo, hay un boom del deporte femenino y los derechos televisivos se han disparado. Solo en Reino Unido la liga de fútbol femenino ha visto un aumento del 800% hasta los 65 millones de dólares desde que ganaron la Eurocopa en 2022», afirma un informe elaborado por los analistas de Oliver Wyman. En EEUU gigantes bancarios como JP Morgan y Goldman Sachs han creado recientemente divisiones específicas dedicadas a asesorar a sus clientes de banca privada en inversiones vinculadas con el deporte. Y la tercera pata, la de la legislación pública, empieza a permitir la entrada de dinero privado para financiar un nuevo estadio, un equipo de la NBA, patrocinios, el mercado de fichajes o los derechos televisivos de las retransmisiones deportivas. Los propios clubes están haciendo spinoffs de sus divisiones más rentables para monetizarlas y hay fondos soberanos, como PIF (Public Investment Fund) de Arabia Saudí, que ha creado su propio torneo de golf (en 2022) y están a punto de lanzar el primer campeonato bajo cubierto próximamente, teniendo en cuenta las altas temperaturas de la zona.
En la última encuesta elaborada por Goldman Sachs a sus clientes de banca privada y publicada hace unas semanas, el banco desvela que el 25% de los family offices en EEUU ya está invirtiendo en deportes y hay otro 25% que le gustaría empezar a hacerlo. ¿Dónde? Principalmente, en las grandes ligas de hombres. Siete de cada 10 encuestados cree que es donde encontrará más valor. Se refieren a las estadounidenses NFL (de fútbol americano), NBA (baloncesto), MLB (Liga Nacional de Béisbol) o NHL (de hockey).
30 segundos de un anuncio en la final de la ‘Super Bowl’ han pasado de costar 0,5 millones de dólares en 1975, a 5 millones en 2015, y en 2023 se llegó a los 7 millones de dólares, según datos recogidos por los analistas de JP Morgan.
En Europa donde el deporte rey sigue siendo el fútbol esta tendencia está llegando ahora, aunque ha habido una docena de movimientos corporativos entre fondos y clubes de fútbol en los últimos años, sobre todo en Reino Unido y en Italia. En España, LaLiga mantiene vigente un acuerdo con el fondo CVC que financiará la innovación y el crecimiento de los equipos a cambio de un porcentaje de los derechos de retransmisión de los partidos durante los próximos 50 años. «Era cuestión de tiempo que la inversión y los fondos entraran con algo más de alegría en el mercado europeo», sostiene José Epalza, managing partner del equipo de Advisory de AltamarCAM. «La Liga de Fútbol estadounidense es de lo que está más profesionalizado, tiene 200 millones de fans y eso genera un mercado de 150.000 millones de dólares. A nivel global que sigan las cuatro ligas principales europeas, hay 4.000 millones de fans para un mercado que es de 30.000 millones de dólares, cinco veces más pequeño» para una audiencia masiva y planetaria que está prácticamente virgen, aunque cada vez se ven más grandes operaciones.
«Se calcula que un tercio de los clubes de las grandes ligas tiene algún fondo de inversión en su estructura de financiación. En 2022, 5.000 millones de euros entraron del private equity en las cinco grandes ligas deportivas», asegura Epalza, que hace un repaso pormenorizado de dónde está el capital privado, además del fútbol, empezando por equipos de rugby, en la Fórmula 1, Moto GP, y un largo etcétera de competiciones, en muchas de las cuales sigue existiendo el control público de gobiernos -por ejemplo, para evitar la quiebra de los equipos o un gasto excesivo- o la limitación de los porcentajes de control por grandes inversores.
«El 45% de los acuerdos en el ámbito del deporte y el capital privado a nivel mundial en 2023 fueron inversiones minoritarias, y representaron hasta el 60% de los acuerdos que se alcanzaron en las cuatro grandes ligas estadounidenses [fútbol, béisbol, hockey y baloncesto]», apunta un informe elaborado por JP Morgan. Estas competiciones empezaron a abrirse al capital privado a partir de 2019, y permiten una participación máxima del 30% para el private equity y está limitada al 15%-20% para un solo fondo. Solo la NBA y la NHL (hockey) permiten la entrada de fondos soberanos.
La inversión en deportes no es solo lo que se ha visto en España o en Reino Unido, principalmente, que es la compra de un equipo de fútbol. Va mucho más allá. Los banqueros privados ofrecen la posibilidad de financiar la ropa de los jugadores, firmas de software que elaboran estadísticas deportivas, la construcción de estadios(el Real Madrid firmó una joint venture con Sixth Street para la explotación de los beneficios del nuevo Santiago Bernabéu), de áreas recreativas próximas, el mercado de fichajes, derechos audiovisuales, la venta de entradas, de asientos vip, academias para jóvenes talentos, o apuestas deportivas en vivo o a través de Internet.
El FC Barcelona creó un fondo, Espai Barça FT, destinado a financiar su nuevo estadio de fútbol, y lo hizo junto a Goldman Sachs, JP Morgan y el MUFG Bank de Japón que aportan la financiación a cambio de parte de los futuros ingresos que dé el nuevo recinto que debería estar listo para mediados de 2026, tras varios retrasos en las obras.
Pero más allá de movimientos corporativos entre clubes y bancos o fondos internacionales, la banca privada española no contempla en su catálogo la posibilidad de invertir en deportes y sus negocios derivados, aunque reconocen el «interés» que existe «por el atractivo y el valor que ofrecen muchas marcas y el incremento y relativa estabilidad de ingresos», afirman desde la banca privada de Santander España, la mayor del país.
La opción que sí ofrecen estas bancas especializadas es el asesoramiento a grandes deportistas. CaixaBank Banca Privada cuenta con 120 banqueros centrados en este segmento. Ofrecen servicio a 3.400 clientes -donde también hay abogados, clientes de LATAM, del mundo startup y del mundo agroalimentario- con un patrimonio bajo gestión de 7.500 millones de euros que crece cada año. Es un 14% superior a 2023.
Además, el banco organiza eventos -van 10 solo este año- en los que se imparte formación financiera a deportistas de élite «con las plantillas de jugadores y cuerpos técnicos de 10 clubes de fútbol de 1ª y 2ª división». Este equipo cuenta con 787 clientes y 1.436 millones de euros bajo gestión.
«La valoración de las grandes ligas estadounidense viene eclipsando sustancialmente la rentabilidad del S&P 500 desde el año 2005», asegura JP Morgan en base a datos del índice elaborado por la revista Forbes que asegura que «es mucho más caro» adquirir un equipo que una compañía del S&P 500. Se paga entre 5 y 12 veces/ventas frente a las 3 veces de media del índice estadounidense.
Detrás de este aumento hay muchas razones, pero entre las principales destaca una audiencia mundial a través de plataformas de broadcasting que antes no existían, la creación de deportistas estrellas que facturan allá por donde pasan solo con su imagen, entradas prohibitivas para ver un partido y la experiencia que se ofrece al consumidor entorno a un partido (en comida, en asientos vip, etc.). «Mientras que la asistencia a los partidos se mantiene estable, el precio medio de acudir a estos eventos en las cuatro grandes ligas americanas se ha disparado muy por encima de la inflación», en concreto el doble desde la crisis financiera de 2008.
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