El tema es tan obvio como antipático por su reiteración. El Barça, hoy, no puede presumir de ir sobrado de valores democráticos. El declive no es atribuible solo a esta directiva, pero con ella, lejos de corregirse, se ha agravado. La asamblea registra cuotas de participación menguantes que rozan la invisibilidad. Que aprobaran el ejercicio económico de la temporada pasada solo 553 socios compromisarios de los 4.642 convocados es un fracaso social incuestionable. La responsabilidad es compartida, pero la porción de la directiva es clara: insistir en realizar el acto de forma telemática argumentando que es más democrático y va en la línea de sostenibilidad del club suena a fuga argumental cuando el club tiene más de 140.000 socios y socias, presenta un presupuesto de ingresos ordinarios de 1.075 millones de euros y ha sobrepasado en 60 millones la previsión tanto de los “gastos de gestión” (de 252 millones a 282) como los destinados a “otros gastos” (de 43 a 73). En modo y forma, por otra parte, no estamos ante una junta austera cuando viaja por el mundo.
El tema es tan obvio como antipático por su reiteración. El Barça, hoy, no puede presumir de ir sobrado de valores democráticos. El declive no es atribuible solo a esta directiva, pero con ella, lejos de corregirse, se ha agravado. La asamblea registra cuotas de participación menguantes que rozan la invisibilidad. Que aprobaran el ejercicio económico de la temporada pasada solo 553 socios compromisarios de los 4.642 convocados es un fracaso social incuestionable. La responsabilidad es compartida, pero la porción de la directiva es clara: insistir en realizar el acto de forma telemática argumentando que es más democrático y va en la línea de sostenibilidad del club suena a fuga argumental cuando el club tiene más de 140.000 socios y socias, presenta un presupuesto de ingresos ordinarios de 1.075 millones de euros y ha sobrepasado en 60 millones la previsión tanto de los “gastos de gestión” (de 252 millones a 282) como los destinados a “otros gastos” (de 43 a 73). En modo y forma, por otra parte, no estamos ante una junta austera cuando viaja por el mundo.Seguir leyendo…
El tema es tan obvio como antipático por su reiteración. El Barça, hoy, no puede presumir de ir sobrado de valores democráticos. El declive no es atribuible solo a esta directiva, pero con ella, lejos de corregirse, se ha agravado. La asamblea registra cuotas de participación menguantes que rozan la invisibilidad. Que aprobaran el ejercicio económico de la temporada pasada solo 553 socios compromisarios de los 4.642 convocados es un fracaso social incuestionable. La responsabilidad es compartida, pero la porción de la directiva es clara: insistir en realizar el acto de forma telemática argumentando que es más democrático y va en la línea de sostenibilidad del club suena a fuga argumental cuando el club tiene más de 140.000 socios y socias, presenta un presupuesto de ingresos ordinarios de 1.075 millones de euros y ha sobrepasado en 60 millones la previsión tanto de los “gastos de gestión” (de 252 millones a 282) como los destinados a “otros gastos” (de 43 a 73). En modo y forma, por otra parte, no estamos ante una junta austera cuando viaja por el mundo.
Joan Gaspart se ha convertido en el enjabonador habitual del poder; inquietante
Joan Laporta exhibió capacidad oratoria, como es habitual, defendiendo con naturalidad y convencimiento un mandato con luces (las hay, y el primer equipo de fútbol las lidera), amplificadas con vídeos propagandísticos, y sombras, nunca reconocidas ya que la autocrítica no se concibe. De esta forma, las respuestas más vagas fueron las correspondientes a preguntas de los socios que nunca veíamos o dejaron para el final (la defunción de la espontaneidad y el derecho a réplica es un hecho) que pidieron explicaciones sobre los temas más espinosos: las comisiones al amigo Darren Dein, la alianza con Congo, la subida del precio de los abonos, la devaluación multimillonaria de Barça Studios y las pérdidas asociadas que obligaron a revisar las cuentas, las dudas sobre Limak y el pack de los marginados que forman el baloncesto y quienes esperan el nuevo Palau.
Dos personas resumieron lo vivido en la jornada. El expresidente Joan Gaspart, cuyo continuo enjabonamiento a Laporta da cada vez más miedo; y el tesorero Ferran Olivé, cuando, a la hora de explayarse sobre el presupuesto del año que viene, dejó ir: “Las cosas que no han pasado son más sencillas de explicar”.
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