Todo sigue en el aire, en lo que respecta al vuelo AI171 de Air India que el jueves protagonizó la mayor tragedia aérea en más de una década. El ministro indio de Aviación, Ram Mohan Naidu, compareció este sábado para declarar que “todas las teorías que están sobre la mesa acerca de la causa de la catástrofe serán debidamente investigadas”. Mientras tanto, dice haber dado instrucciones para que toda la flota de Boeing 787 Dreamliner que opera en el país “sea sometida a inspecciones adicionales, más allá de los protocolos en vigor”.
La colisión e incendio también mató a 38 vecinos del barrio de Ahmedabad pegado al aeropuerto
Todo sigue en el aire, en lo que respecta al vuelo AI171 de Air India que el jueves protagonizó la mayor tragedia aérea en más de una década. El ministro indio de Aviación, Rammohan Naidu, compareció este sábado para declarar que “todas las teorías que están sobre la mesa acerca de la causa de la catástrofe serán debidamente investigadas”. Mientras tanto, dice haber dado instrucciones para que toda la flota de Boeing 787 Dreamliner que opera en el país “sea sometida a inspecciones adicionales, más allá de los protocolos en vigor”.
Se trata de los 27 aviones de este tipo propiedad de Air India y de unos pocos más operados por Vistara, que forma parte del mismo grupo. El ministro también aclaró que el avión siniestrado “había completado sin ninguna incidencia el trayecto París-Delhi-Ahmedabad”, hasta que, nada más despegar de este último aeropuerto, el piloto lanzó un mensaje de emergencia.
Según el último cómputo, 279 personas fallecieron tras el impacto del Boeing 787 contra un edificio, unas decenas de metros más allá del perímetro del aeropuerto Sardar Vallabhbahi Patel, en el noroeste de India.
Las autoridades de la capital de Guyarat han podido establecer finalmente que 38 residentes del barrio de Meghani Nagar murieron a consecuencia de la colisión y del colosal incendio resultante, alimentado por las decenas de miles de litros de combustible provisto en un vuelo intercontinental. Estas víctimas mortales se suman a los diez tripulantes y 231 pasajeros. Todos, excepto uno, que salió por su propio pie.
El ministro ha dedicado unas palabras a la cantidad de historias desgarradoras que están emergiendo, sobre esas 279 vidas destrozadas. En muchos de los casos, historias de superación personal, truncadas en el momento más dulce. Tragedias que están logrando desplazar a un segundo plano el culebrón verídico de la asesina de la luna de miel, que mantenía a los indios en vilo desde hacía semanas.
Muchos de de los familiares de las víctimas, en todo caso, se quejan de no haber recibido cualquier comunicación por parte de Air India, que ha sustituido sus colores corporativos por el negro del duelo en sus redes sociales. La compañía, en cualquier caso, ha prometido una indemnización automática de diez millones de rupias (unos cien mil euros) para el pariente más cercano de cada víctima. A sabiendas de que el juicio, y la depuración de responsabilidades, podría alargarse hasta bien entrada la próxima década. Por mucho que el ministro haya confirmado que la caja negra ha sido recuperada y deberá aportar montañas de información sobre el suceso. Antes de ellos, muchas sospechas están enfocadas en el motor y los flap de las alas.
La catástrofe humana amenaza también con acentuar la sangría financiera de Air India, cuando confiaba, a los tres años de ser reprivatizada, con darle la vuelta a su crisis crónica, tras décadas de acumular deuda, pese a transferencias estratosféricas de dinero público.

Bhawika Chhabra / Reuters
El ministro Naidu dice haber tomado nota de estas quejas y ha llamado a Air India a proveer una mayor asistencia in situ a las familias afectadas por la catástrofe. El Reino Unido, de donde eran nacionales más de medio centenar de víctimas, ha instalado un centro de acogida en un hotel de la ciudad.
Estas personas pasan estos días por el trauma de la recogida de ADN, para su contraste con los cadáveres. El gobierno indio se ha comprometido a proceder de forma rigurosa, para que no haya errores en la identificación y entrega de restos a las familias. En la mayoría de casos, para su incineración.
Un comité gubernamental dedicado a la investigación del caso emitirá un informe en el plazo de tres meses. El miembro del ejecutivo indio ha aclarado también que el avión ascendió hasta prácticamente doscientos metros, antes de iniciar su descenso anormal, hasta estrellarse. Su colisión a la 13.39 contra el refectorio de una residencia de estudiantes de Medicina se llevó por delante a muchos alumnos en prácticas, enfermeros y doctores, que terminaban su almuerzo. Media hora antes, con las mesas repletas, la matanza habría sido mayúscula. La tragedia también salpicó a gente que paseaba o trabaja en la calle, como un vendedor de té de catorce años, que ha fallecido, mientras que su madre está ingresada con quemaduras.

Pratik Joshi
Los Boeing 787 fueron una apuesta del anterior gobierno indio, ansioso por reflotar a la desprestigiada Air India y mejorar a la vez su relación con Washington, sin tener que renunciar a sus proveedores habituales de armamento, entre los cuales no figuraba EE.UU.. Pero el Dreamliner, proyectado como una apuesta de futuro, no empezó con buen pie en India, con varios problemas relacionados con las baterías. El año pasado, Air India aún tenía previsto encargar veinte nuevas unidades a Boeing. Sin embargo, el presidente ejecutivo de Air India, el neozelandés Campbell Wilson, declaró hace cuatro meses que dicha decisión quedaba en suspenso.
Como es sabido, solo un pasajero, Vishwash Kumar Ramesh, de pasaporte británico, sobrevivió a la hecatombe de este jueves, por una combinación de reflejos y buena fortuna. Tal como le explicó en buen hindi al primer ministro indio, Narendra Modi, que ayer acudió a visitarle al hospital civil de Ahmedabad. Junto a la cama 11, su número de la suerte, puesto que Ramesh ocupaba el asiento 11A del Dreamliner. Hoy Modi viaja como invitado -por sexto año consecutivo- a la cumbre del G7, que a partir del domingo se celebra en Canadá. El mandatario hindú hará escala en Chipre y Croacia, con los pilotos previamente atentos a las turbulencias en Oriente Medio, por mucho que su gobierno mantenga buenas relaciones con Irán y excelentes con Israel.
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