“Lo nuestro es un sueño, lo suyo una obsesión”, decía Alessio Lisci, técnico del Mirandés, en la rueda de prensa previa al encuentro de ida ante el Oviedo emulando a José Mourinho en el 2010. Motivos de sobra para soñar tenía el Mirandés, que solamente había perdido un partido en casa en toda la temporada. El conjunto de Miranda de Ebro consiguió superar al Oviedo por la mínima con un gol de cabeza del capitán Alberto Reina en el minuto tres y con un providencial Raúl Fernández en portería, deteniendo un penalti en el minuto 85. Todo ello bajo la atenta mirada de Pablo Infante, el banquero que portaba el brazalete de capitán cuando el Mirandés escribió la página más dorada (por ahora) en su historia alcanzando las semifinales de la Copa del Rey ante el Athletic Club en el 2012 cuando estaban en Segunda División B.
El equipo burgalés se avanza en la final del playoff de ascenso a Primera División gracias a un solitario tanto de Alberto Reina y al penalti detenido por Raúl Fernández
“Lo nuestro es un sueño, lo suyo una obsesión”, decía Alessio Lisci, técnico del Mirandés, en la rueda de prensa previa al encuentro de ida ante el Oviedo emulando a José Mourinho en el 2010. Motivos de sobra para soñar tenía el Mirandés, que solamente había perdido un partido en casa en toda la temporada. El conjunto de Miranda de Ebro consiguió superar al Oviedo por la mínima con un gol de cabeza del capitán Alberto Reina en el minuto tres y con un providencial Raúl Fernández en portería, deteniendo un penalti en el minuto 85. Todo ello bajo la atenta mirada de Pablo Infante, el banquero que portaba el brazalete de capitán cuando el Mirandés escribió la página más dorada (por ahora) en su historia alcanzando las semifinales de la Copa del Rey ante el Athletic Club en el 2012 cuando estaban en Segunda División B.
Fue un partido muy trabado. Cada balón valía bien su peso en oro y nadie estaba dispuesto a dejarlo escapar. Interrupción tras interrupción en un encuentro donde la ilusión y los nervios eran más que palpables. El Oviedo, que no había perdido ningún partido tras la llegada de Veljko Paunovic al banquillo asturiano en marzo (12 partidos invicto), no pudo contar con el sempiterno Santi Cazorla por unas molestias físicas que arrastraba desde la vuelta de las semifinales del playoff ante el Almería, donde fue el héroe con un auténtico golazo de falta para dar el pase a la final a los ovetenses.
En la primera parte, además del gol, hubo una ocasión para cada equipo. Un nuevo remate de Alberto Reina en el minuto 20 después de un error del Oviedo en la construcción del balón que solventó bajo palos Aarón Escandell y la otra fue para los visitantes con un remate de cabeza desde el área pequeña de Ilyas que se paseó por las inmediaciones de la portería antes de rebasar la línea de fondo.
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En la segunda parte faltó talento. El miedo a perder la renta se empezaba a vislumbrar en los jugadores del Mirandés, a los que se les encogió el corazón cuando el árbitro Iosu Galech acudió al monitor para pitar un penalti a favor del Oviedo por un agarrón de Hugo Rincón sobre Hassan. En el minuto 85, con las emociones a flor de piel, apareció Raúl Fernández para repeler con los pies el disparo centrado de Santiago Colombatto desde los 11 metros y permitir que los jabatos viajen a Asturias con una mínima ventaja en la eliminatoria.
Miranda de Ebro sigue levitando, pero el Carlos Tartiere será el que dicte sentencia dentro de una semana. El Oviedo se agarra a que el año pasado ante el Espanyol ya vivieron una final del playoff en la que hubo una remontada, mientras que el Mirandés empieza a creer que los sueños pueden hacerse realidad.
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