León XIV ha clausurado este domingo el Jubileo Mundial de los Jóvenes con una misa ante más de un millón de chicos y chicas acampados en el campus romano de Tor Vergata. Después de seis días en los que han hecho nuevos amigos, han rezado y han reflexionado sobre su futuro , les ha dicho que ellos son «la prueba de que es posible un mundo diferente, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». El sábado se quedó rezando con ellos hasta pasadas las diez de la noche , y este domingo a primera hora volvía a esta explanada en las cercanías de Roma para celebrar la misa. A las 7.30 horas, el ruido de las hélices y motores del helicóptero de la ‘Aeronautica Militare Italiana’ que lo trasladaba desde el Vaticano despertaba a los pocos que aún quedaban dormidos en este lugar.Antes de las 8 de la mañana, más temprano de lo habitual en estos eventos para evitar las horas de calor, el Papa estaba ya recorriendo con el papamóvil los pasillos abiertos para saludar a los jóvenes, que le acogieron entre banderas, sacos de dormir y gorras de colores. «¡Buenos días a todos! ¡Que paséis un buen domingo!», les ha saludado en italiano, español, francés y alemán, ya desde el estrado, mientras se dirigía a la sacristía para revestirse con los ornamentos. Luego, en inglés, el idioma en el que improvisa con comodidad les ayudaba a recogerse, después de una noche de música, risas e incluso unas gotas de lluvia. «Dentro de un momento comenzaremos la celebración de la misa, que es el mayor regalo que Cristo nos ha dejado, su presencia real en la Eucaristía. Que sea una ocasión memorable para cada uno de vosotros. Cuando estamos juntos como Iglesia, seguimos, caminamos juntos y vivimos con Jesucristo. Feliz ceremonia a todos», les ha dicho. Noticia Relacionada estandar Si Medio millón de jóvenes de todo el mundo llenan Roma por el Jubileo: «Nunca había visto este lado de la Iglesia» Javier Martínez-BrocalHa celebrado la misa junto a 7.000 sacerdotes, 450 obispos y decenas de cardenales, entre ellos los españoles Juan José Omella y José Cobo, y le ha acompañado un coro de unas cuatrocientas voces y una orquesta. En la homilía, ha animado a estos jóvenes y adolescentes a no tener miedo «de sus fragilidades», de «la experiencia de nuestros límites, de la finitud de las cosas», y les ha sugerido usarlas como camino para encontrar a Dios. «No estamos hechos para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Por eso aspiramos continuamente a un ‘más’ que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces«.El Papa ha hablado también a los jóvenes que habrían querido estar este fin de semana en Tor Vergata pero que no pudieron salir de sus países. «Estamos más cerca que nunca de los jóvenes que sufren los males más graves causados por otros seres humanos: estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha asegurado. «Mis jóvenes hermanos y hermanas, vosotros sois el signo de que un mundo diferente es posible, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». Luego, les ha propuesto volver a encontrarse «con el Sucesor de Pedro» en la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027.Un encuentro muy esperadoLo curioso es que aunque ya había acabado la misa, parecía que el Papa no quería marcharse de Tor Vergata ni despedir a los jóvenes. Después de dar la bendición ha recordado de nuevo a la española María Cobo , de 20 años, quien participaba en uno de los grupos que se encaminaron hacia el Jubileo, pero que regresó a Madrid por problemas de salud y falleció el pasado miércoles. También ha mencionado a la peregrina egipcia Pascal e, de 18 años, fallecida en Roma este viernes a causa de un infarto. Luego, se ha retirado y ha salido de nuevo de la sacristía, ya vestido de blanco y sin los paramentos litúrgicos, y ha tomado otra vez la palabra. «Bueno, chicos y chicas, un último saludo», se ha excusado sonriente. «Os pido que saludéis a los muchos jóvenes que no pudieron venir aquí, a los de tantos países de donde fue imposible salir por las razones que sabemos. Llevad esta alegría, este entusiasmo, a todo el mundo, llevad este saludo a todos los jóvenes que necesitan un mensaje de esperanza».Los papas hablan con gestos, más que con discursos. León XIV expresa cariño de modo «presencial», buscando «huecos» donde añadir sus palabras más personales, que no aparecen en sus discursos formales. En esas frases improvisadas muestra su mayor fuerza. Para despedirse, este domingo se subió de nuevo al papamóvil y dio una segunda vuelta a la explanada, algo poco habitual en actos papales. Luego, ya desde el helicóptero, sobrevoló varias veces la zona para ver por última vez a estos jóvenes, pues en sus manos está el presente de la Iglesia y del mundo. Mientras los miraba, el Papa estaba seguramente pensando que podía regresar tranquilo al Vaticano. Palabras para Gaza y UcraniaA media mañana los participantes han recogido sus trastos y se han encaminado de nuevo varios kilómetros, unos de vuelta a la Ciudad Eterna y otros hasta los autobuses que los llevan de vuelta a sus casas. «Estoy impactado», explica a ABC Chuy, de 22 años, mientras caminaba de regreso. «Me gustó que León nos propusiera que construyamos la paz haciéndonos amigos». «Lo que más me ha gustado ha sido el ambiente, como si ya nos conociéramos todos. También tener tiempo para reflexionar sobre Dios y compartirlo con mis amigas, nunca lo voy a olvidar», dice María, de 17, mientras se dirige al bus que le llevará de vuelta a Madrid. El argentino de 23 años Fabri, de Rosario, dice a ABC que espera que el Papa siga «esa mirada de apertura de la Iglesia en salida con el planteó Francisco, contar con todos, todos, todos». «Como es matemático le preguntaría cosas de la carrera, porque yo también la estudio», dice sonriente Carmen, que reparte stickers con frases del español san Josemaría Escrivá. «Pues yo después de todo esto le diría que muchísimas gracias por todo, y que no está solo, que puede contar con todos los jóvenes del mundo», le hace eco Lourdes. Después escapan, pues no quieren perder de vista a su grupo, no sea que las abandonen en Roma. León XIV ha clausurado este domingo el Jubileo Mundial de los Jóvenes con una misa ante más de un millón de chicos y chicas acampados en el campus romano de Tor Vergata. Después de seis días en los que han hecho nuevos amigos, han rezado y han reflexionado sobre su futuro , les ha dicho que ellos son «la prueba de que es posible un mundo diferente, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». El sábado se quedó rezando con ellos hasta pasadas las diez de la noche , y este domingo a primera hora volvía a esta explanada en las cercanías de Roma para celebrar la misa. A las 7.30 horas, el ruido de las hélices y motores del helicóptero de la ‘Aeronautica Militare Italiana’ que lo trasladaba desde el Vaticano despertaba a los pocos que aún quedaban dormidos en este lugar.Antes de las 8 de la mañana, más temprano de lo habitual en estos eventos para evitar las horas de calor, el Papa estaba ya recorriendo con el papamóvil los pasillos abiertos para saludar a los jóvenes, que le acogieron entre banderas, sacos de dormir y gorras de colores. «¡Buenos días a todos! ¡Que paséis un buen domingo!», les ha saludado en italiano, español, francés y alemán, ya desde el estrado, mientras se dirigía a la sacristía para revestirse con los ornamentos. Luego, en inglés, el idioma en el que improvisa con comodidad les ayudaba a recogerse, después de una noche de música, risas e incluso unas gotas de lluvia. «Dentro de un momento comenzaremos la celebración de la misa, que es el mayor regalo que Cristo nos ha dejado, su presencia real en la Eucaristía. Que sea una ocasión memorable para cada uno de vosotros. Cuando estamos juntos como Iglesia, seguimos, caminamos juntos y vivimos con Jesucristo. Feliz ceremonia a todos», les ha dicho. Noticia Relacionada estandar Si Medio millón de jóvenes de todo el mundo llenan Roma por el Jubileo: «Nunca había visto este lado de la Iglesia» Javier Martínez-BrocalHa celebrado la misa junto a 7.000 sacerdotes, 450 obispos y decenas de cardenales, entre ellos los españoles Juan José Omella y José Cobo, y le ha acompañado un coro de unas cuatrocientas voces y una orquesta. En la homilía, ha animado a estos jóvenes y adolescentes a no tener miedo «de sus fragilidades», de «la experiencia de nuestros límites, de la finitud de las cosas», y les ha sugerido usarlas como camino para encontrar a Dios. «No estamos hechos para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Por eso aspiramos continuamente a un ‘más’ que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces«.El Papa ha hablado también a los jóvenes que habrían querido estar este fin de semana en Tor Vergata pero que no pudieron salir de sus países. «Estamos más cerca que nunca de los jóvenes que sufren los males más graves causados por otros seres humanos: estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha asegurado. «Mis jóvenes hermanos y hermanas, vosotros sois el signo de que un mundo diferente es posible, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». Luego, les ha propuesto volver a encontrarse «con el Sucesor de Pedro» en la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027.Un encuentro muy esperadoLo curioso es que aunque ya había acabado la misa, parecía que el Papa no quería marcharse de Tor Vergata ni despedir a los jóvenes. Después de dar la bendición ha recordado de nuevo a la española María Cobo , de 20 años, quien participaba en uno de los grupos que se encaminaron hacia el Jubileo, pero que regresó a Madrid por problemas de salud y falleció el pasado miércoles. También ha mencionado a la peregrina egipcia Pascal e, de 18 años, fallecida en Roma este viernes a causa de un infarto. Luego, se ha retirado y ha salido de nuevo de la sacristía, ya vestido de blanco y sin los paramentos litúrgicos, y ha tomado otra vez la palabra. «Bueno, chicos y chicas, un último saludo», se ha excusado sonriente. «Os pido que saludéis a los muchos jóvenes que no pudieron venir aquí, a los de tantos países de donde fue imposible salir por las razones que sabemos. Llevad esta alegría, este entusiasmo, a todo el mundo, llevad este saludo a todos los jóvenes que necesitan un mensaje de esperanza».Los papas hablan con gestos, más que con discursos. León XIV expresa cariño de modo «presencial», buscando «huecos» donde añadir sus palabras más personales, que no aparecen en sus discursos formales. En esas frases improvisadas muestra su mayor fuerza. Para despedirse, este domingo se subió de nuevo al papamóvil y dio una segunda vuelta a la explanada, algo poco habitual en actos papales. Luego, ya desde el helicóptero, sobrevoló varias veces la zona para ver por última vez a estos jóvenes, pues en sus manos está el presente de la Iglesia y del mundo. Mientras los miraba, el Papa estaba seguramente pensando que podía regresar tranquilo al Vaticano. Palabras para Gaza y UcraniaA media mañana los participantes han recogido sus trastos y se han encaminado de nuevo varios kilómetros, unos de vuelta a la Ciudad Eterna y otros hasta los autobuses que los llevan de vuelta a sus casas. «Estoy impactado», explica a ABC Chuy, de 22 años, mientras caminaba de regreso. «Me gustó que León nos propusiera que construyamos la paz haciéndonos amigos». «Lo que más me ha gustado ha sido el ambiente, como si ya nos conociéramos todos. También tener tiempo para reflexionar sobre Dios y compartirlo con mis amigas, nunca lo voy a olvidar», dice María, de 17, mientras se dirige al bus que le llevará de vuelta a Madrid. El argentino de 23 años Fabri, de Rosario, dice a ABC que espera que el Papa siga «esa mirada de apertura de la Iglesia en salida con el planteó Francisco, contar con todos, todos, todos». «Como es matemático le preguntaría cosas de la carrera, porque yo también la estudio», dice sonriente Carmen, que reparte stickers con frases del español san Josemaría Escrivá. «Pues yo después de todo esto le diría que muchísimas gracias por todo, y que no está solo, que puede contar con todos los jóvenes del mundo», le hace eco Lourdes. Después escapan, pues no quieren perder de vista a su grupo, no sea que las abandonen en Roma.
«Estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha clamado
El Papa desafía a miles de jóvenes a ser «testigos de la justicia y la paz»
El Papa León XIV ha clausurado el Jubileo de los Jóvenes con una misa ante más de un millón de personas en la imponente explanada del campus de Tor Vergata, en las cercanías de Roma, durante la que les ha propuesto desafiar las prioridades que les marca la cultura actual. «Sois la prueba de que un mundo diferente es posible, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo», les ha dicho. «Estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha añadido.
El domingo ha comenzado muy temprano en Tor Vergata, donde este sábado han acampado cientos de miles de jóvenes. A las 7.30, el helicóptero de la «Aeronautica Militare Italiana» que trasladaba al Pontífice desde el Vaticano ha sobrevolado la explanada, y el ruido de sus hélices y motores ha despertado a los pocos que aún quedaban dormidos en este lugar. Dentro del helicóptero, León se ha conmovido al observar la escena, pues las imágenes son grandiosas.
Antes de las 8 de la mañana, más temprano de lo habitual en estos eventos para evitar las horas de calor, el Papa estaba ya recorriendo con el papamóvil los pasillos para saludar a los jóvenes, entre banderas, sacos de dormir y gorras de colores.
«¡Buenos días a todos! ¡Que paséis un buen domingo!», les ha saludado desde el estrado en italiano, español, francés y alemán antes de entrar en la sacristía para revestirse con los ornamentos y comenzar la misa. Luego ha bromeado en inglés, el idioma en el que improvisa con comodidad. «Espero que hayáis descansado un poco». «Dentro de un momento comenzaremos la celebración de la misa, que es el mayor regalo que Cristo nos ha dejado, su presencia real en la Eucaristía. Que Dios os bendiga y que sea una ocasión verdaderamente memorable para cada uno de vosotros. Cuando estamos juntos como Iglesia, seguimos, caminamos juntos y vivimos con Jesucristo. Feliz ceremonia a todos», les ha dicho para ayudarles a recogerse. La misa, celebrada junto a 7.000 sacerdotes, 450 obispos y decenas de cardenales, entre ellos los españoles Juan José Omella y José Cobo, ha estado acompañada por un coro de unas cuatrocientas voces y una orquesta que entonó cánticos en muchos idiomas.
Un encuentro muy esperado
En la homilía, el Papa, dirigiéndose a estos jóvenes y adolescentes, les ha animado a no tener miedo «de sus fragilidades», de «la experiencia de nuestros límites, de la finitud de las cosas», y les ha sugerido usarlas como camino para encontrar a Dios. «No estamos hechos para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Por eso aspiramos continuamente a un «más» que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces. Más bien, escuchemos esa sed. Hagamos un taburete con ella para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios». «Es hermoso, también con veinte años, abrir de par en par el corazón a Dios y permitirle entrar en nuestra vida, para después aventurarnos con Él hacia los espacios eternos del infinito», ha añadido.
«La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos; está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría», les ha asegurado. Así, les ha propuesto también custodiar en su memoria el recuerdo de estos días de Jubileo en Roma, «el encuentro entre coetáneos de diferentes partes del mundo, de culturas distintas, con quienes habéis intercambiado conocimientos y compartido expectativas; el diálogo con la ciudad a través del arte, la música, la informática y el deporte. Las confesiones en el Circo Máximo, donde habéis recibido el perdón de Dios y habéis pedido su ayuda para una vida buena».
Palabras para Gaza y Ucrania
El Papa ha tenido palabras para los jóvenes que habrían querido estar este fin de semana en Tor Vergata pero que no han podido salir de sus países. «Estamos más cerca que nunca de los jóvenes que sufren los males más graves causados por otros seres humanos: estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha dicho. «Mis jóvenes hermanos y hermanas, vosotros sois el signo de que un mundo diferente es posible, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». Luego, les ha propuesto volver a encontrarse «con el Sucesor de Pedro» en la Jornada Mundial de la Juventud, «que se celebrará en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027».
Una vez concluida la ceremonia, durante el ángelus, León XIV ha vuelto a recordar a la española María Cobo, de 20 años, que participó en uno de los grupos que se encaminaron hacia el Jubileo, pero que regresó a Madrid por problemas de salud y falleció el pasado miércoles. También a la egipcia Pascale, de 18, que desgraciadamente murió este viernes a causa de un infarto.
Lo curioso es que aunque había acabado la misa, parecía que el Papa no quería marcharse y despedir a los jóvenes. Quizá por eso, ha salido de la sacristía, ya vestido de blanco y sin los paramentos litúrgicos, y ha tomado de nuevo la palabra. «Bueno, chicos y chicas, un último saludo», ha dicho sonriente y conmovido. «Os pido que saludéis a los muchos jóvenes que no pudieron venir aquí, a los de tantos países de donde fue imposible salir por las razones que sabemos. Llevad esta alegría, este entusiasmo, a todo el mundo, llevad este saludo a todos los jóvenes que necesitan un mensaje de esperanza».
Los papas hablan con gestos, más que con discursos y con palabras. El modo en el que León XIV expresa cariño es presencial, buscando «hueco» para añadir sus palabras más personales lejos de los discursos «oficiales» previstos por el protocolo, que se empeña en seguir respetando. En esas frases improvisadas y personales muestra su mayor fuerza. Entusiasmado y conmovido, este domingo por la mañana ha optado también por hacer un segundo giro en papamóvil para despedirse, algo poco habitual en estos encuentros multitudinarios. Después, ya desde el helicóptero ha sobrevolado varias veces la zona para ver de nuevo el rostro de estos jóvenes, pues en sus manos está el presente de la Iglesia y del mundo. La impresión es que mientras los miraba, el Papa estaba pensando que podía regresar tranquilo al Vaticano.
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