Es lógico que la confrontación política haya subido de tono en torno al cribado de cáncer de mama día tras día: porque era un asunto grave, que exigía una auditoría precisa para conocer lo sucedido y responder con responsabilidades políticas; y porque la oposición ha visto, ante este curso electoral, un flanco débil por el que atacar a un Gobierno al que hasta ahora parecía difícil desgastar. De momento San Telmo ha respondido como se le pedía, con disculpas. explicaciones y medidas además de la dimisión de la consejera; pero la oposición no va a renunciar a la presión una vez constatado que el descontento prendía. Es el juego de la política, que, como advertía Ortega, no suele reservarse para las personas más honorables. Y en definitiva el año electoral marca todo. Es lógico que la oposición busque su oportunidad, aunque ya se ve que también corren el riesgo de pasarse de frenada moviendo noticias falsas, incluyendo la muerte de alguna paciente, o teorías delirantes, como ésta de su portavoz Mario Jiménez:«Queremos conocer el protocolo de la vergüenza (…) Redacta protocolos que atentan contra la dignidad de las mujeres por el hecho de ser mujeres»Sí, han oído bien: acusan a la Junta de redactar «protocolos que atentan contra la dignidad de las mujeres por el hecho de ser mujeres». Es simplemente de locos. En fin, más allá de que el protocolo sea de María Jesús Montero, esta acusación de que esos protocolos se hacen para dañar a las mujeres por el hecho de ser mujeres es tal disparate que no merece más comentario. Lo cierto es que todo esto resulta paradójico: dan con un asunto serio y van y se enredan en mensajes chuscos y performances sobreactuadas confundiendo la razón con los decibelios.«El acto más miserable que se conoce en política. Para intentar limpiar su imagen el señor Moreno Bonilla se fue a Almería a hacerse fotos con niños con cáncer, con niños con cáncer. Esto es de una ruindad política, de una miserabilidad política! ¿Yo no sé qué más le falta al señor Moreno Bonilla que hacer? ¡Niños con cáncer!»En fin, uno se pregunta en qué fortalecen sus argumentos estos shows, con ese tono enfurecido y esos modos asilvestrados. Pero seguramente augura que esto no se va a reconducir por la vía de la razón y el rigor, sino del electoralismo. Y sería deseable que unos y otros no fuesen por ahí, pero ya se sabe que la realidad y el deseo a menudo, y sobre todo en política, no coinciden. Es lógico que la confrontación política haya subido de tono en torno al cribado de cáncer de mama día tras día: porque era un asunto grave, que exigía una auditoría precisa para conocer lo sucedido y responder con responsabilidades políticas; y porque la oposición ha visto, ante este curso electoral, un flanco débil por el que atacar a un Gobierno al que hasta ahora parecía difícil desgastar. De momento San Telmo ha respondido como se le pedía, con disculpas. explicaciones y medidas además de la dimisión de la consejera; pero la oposición no va a renunciar a la presión una vez constatado que el descontento prendía. Es el juego de la política, que, como advertía Ortega, no suele reservarse para las personas más honorables. Y en definitiva el año electoral marca todo. Es lógico que la oposición busque su oportunidad, aunque ya se ve que también corren el riesgo de pasarse de frenada moviendo noticias falsas, incluyendo la muerte de alguna paciente, o teorías delirantes, como ésta de su portavoz Mario Jiménez:«Queremos conocer el protocolo de la vergüenza (…) Redacta protocolos que atentan contra la dignidad de las mujeres por el hecho de ser mujeres»Sí, han oído bien: acusan a la Junta de redactar «protocolos que atentan contra la dignidad de las mujeres por el hecho de ser mujeres». Es simplemente de locos. En fin, más allá de que el protocolo sea de María Jesús Montero, esta acusación de que esos protocolos se hacen para dañar a las mujeres por el hecho de ser mujeres es tal disparate que no merece más comentario. Lo cierto es que todo esto resulta paradójico: dan con un asunto serio y van y se enredan en mensajes chuscos y performances sobreactuadas confundiendo la razón con los decibelios.«El acto más miserable que se conoce en política. Para intentar limpiar su imagen el señor Moreno Bonilla se fue a Almería a hacerse fotos con niños con cáncer, con niños con cáncer. Esto es de una ruindad política, de una miserabilidad política! ¿Yo no sé qué más le falta al señor Moreno Bonilla que hacer? ¡Niños con cáncer!»En fin, uno se pregunta en qué fortalecen sus argumentos estos shows, con ese tono enfurecido y esos modos asilvestrados. Pero seguramente augura que esto no se va a reconducir por la vía de la razón y el rigor, sino del electoralismo. Y sería deseable que unos y otros no fuesen por ahí, pero ya se sabe que la realidad y el deseo a menudo, y sobre todo en política, no coinciden.
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San Telmo ha respondido como se le pedía, con disculpas. explicaciones y medidas además de la dimisión de la consejera; pero la oposición no va a renunciar a la presión
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