En invierno, tras haber visto un puñado de episodios de la segunda temporada de Elsbeth, dejé la serie a propósito. Una parte de mí sentía que no podía destinar más minutos a una serie muy básica que, por más que desease lo contrario, no podía ofrecerme unos mínimos. Era frustrante sobre todo porque había nacido como un spin-off muy libre de la estupenda The Good Wife aunque, en realidad, Robert y Michelle King habían concebido una comedia policial que podía verse de forma independiente.
¿Qué otra serie me podía servir de entretenimiento mientras me preparo el bocadillo del desayuno en el mármol de la cocina?
En invierno, tras haber visto un puñado de episodios de la segunda temporada de Elsbeth, dejé la serie a propósito. Una parte de mí sentía que no podía destinar más minutos a una serie muy básica que, por más que desease lo contrario, no podía ofrecerme unos mínimos. Era frustrante sobre todo porque había nacido como un spin-off muy libre de la estupenda The Good Wife aunque, en realidad, Robert y Michelle King habían concebido una comedia policial que podía verse de forma independiente.
Recuperaron un personaje recurrente, el de la histriónica abogada Elsbeth Tascioni por el que Carrie Preston había ganado el Emmy como actriz invitada de una serie dramática, y lo habían convertido en una asesora de la policía de Nueva York. El cuerpo había tenido problemas de corrupción y violencia y ella se instalaba en la comisaría para garantizar los derechos de los ciudadanos y el buen funcionamiento de la policía, aunque con su actitud enérgica, optimista y metomentodo no podía evitar hacer el trabajo de los detectives de homicidios.

CBS
Vendida como una comedia de asesinatos, un género que no puede estar más de moda con Solo asesinatos en el edificio, Poker Face o High Potential, tiene una estructura honesta. Primero el espectador ve el asesinato de la semana, conoce la identidad del asesino (un actor siempre reconocible para los amantes de la ficción televisiva) y los motivos que le llevan a matar a la víctima.
Después, al llegar al escenario del crimen y empezar los interrogatorios, Elsbeth siempre tiene una interacción con el asesino que la lleva a sospechar y destinar todos sus esfuerzos a demostrar su culpabilidad. El problema es que, si en The Good Wife o The Good Fight los King habían demostrado una habilidad innata para crear secundarios memorables que con cuatro pinceladas eran personas complejas y/o cercanas y/o carismáticas, aquí este don brilla por su ausencia.

CBS
Con la excusa de tener una serie light, por ejemplo, tenemos la principal dinámica de personajes en la relación de colegas y amigas entre Elsbeth y la agente Kaya Blanke (Carra Paterson). La agente no tiene ninguna autoridad. Se nos dice por activa y por pasiva que sería una buena detective de homicidios a pesar de que, en realidad, solo participa en la resolución de crímenes gracias a su amistad con la abogada, de quien es el perrito faldero.
Después está el capitán Wallace (Wendell Pierce), que se queda en jefe bonachón cuando podría servir para profundizar en la política de la policía: recordemos la maravilla que era The Good Wife gracias a sus comentarios políticos y su radiografía del presente. Pero, al desviarse hacia la comedia de casos sin tramas horizontales, parece que los King se han practicado una lobotomía, incapaces de decir nada remotamente del ser humano o de la sociedad.
Lee también
Y, mientras los detectives interpretados por Molly Price, Micaela Diamond, Danny Mastrogiorgio o Daniel Oreskes aparecen de forma recurrente en personajes que nunca destacan porque es el show de Elsbeth, esta temporada se presentó el teniente Connor, encarnado por Daniel K. Isaac, que tiene la presencia de una ameba moribunda y, en vez de ejercer de antagonista, es otro buen hombre en la comisaría.
Pero llegó la primavera. Se me acabaron la simpática High Potential, el bodrio de Doctor Odyssey y la absurda 9-1-1 como procedimentales recurrentes en mi vida, esas que tienen tan pocas ínfulas que puedo ver sin pensar en el trabajo. ¿Qué otra opción tenía que verla otra vez en Movistar Plus+? ¿Qué otra serie me podía servir de entretenimiento mientras me preparo el bocadillo del desayuno en el mármol de la cocina o doblo la ropa de los niños, sin preocuparme por si aparto la mirada un momento de la pantalla?

ABC
Al dar otra oportunidad a Elsbeth, me encontré con la misma serie: una comedia de asesinatos tan obsesionada con ser simpática que se olvida de tener un mínimo de exigencia en las dinámicas de personajes y unos casos de homicidios verosímiles. Pero, como quien decide ver el vaso medio lleno por conveniencia, Elsbeth pasó a ser suficiente ante la falta de series cómodas y simpáticas. Cuánto más ruido en la cabeza, más necesidad de abrazar ficción de encefalograma plano.
Y, tras un Cell Block Tango con algunas de las asesinas más entrañables de estas dos últimas temporadas, estaré el próximo otoño para ver la tercera temporada. Es posible que entonces abandone la serie otra vez por falta de sustancia y un exceso de azúcar. Pero esta es también la belleza de los procedimentales: engancharse y desengancharse a conveniencia, sin esfuerzo, con la seguridad de que están allí, estructuradas y reconocibles, listas para matar el rato.
Series