Con casi medio siglo de vida, la central más reconocible y polémica de Mallorca prepara su cierre definitivo por motivos ambientales. Será sustitiuda por una planta de energía fotovoltaica. Desde los años 80 ha dado electricidad a Mallorca y Menorca Leer Con casi medio siglo de vida, la central más reconocible y polémica de Mallorca prepara su cierre definitivo por motivos ambientales. Será sustitiuda por una planta de energía fotovoltaica. Desde los años 80 ha dado electricidad a Mallorca y Menorca Leer
Es una de las primeras grandes edificaciones que ven las decenas de miles de turistas que acuden a las playas de arena blanca del norte de Mallorca.
Justo antes de divisar el mar por el que llevan tiempo ahorrando, mientras llegan por la carretera que vertebra la isla de costa a costa, su vista se topa con la imponente chimenea de Es Murterar.
Allí está. La aguja de cemento se alza como un espejismo fabril sobre una albufera, en una zona que hoy es un santuario ecológico para los conservacionistas y ornitólogos.
Y aunque la mayoría de veraneantes lo ignore por completo, tienen frente a su vista y a la espalda de sus hoteles una de las instalaciones que permitió la expansión turística de la que ahora ellos seguirán disfrutando.
Es una de las últimas centrales térmicas de carbón que todavía están operativas en España.
La de Es Murterar es la central térmica que durante más de cuatro décadas ha estado suministrando electricidad a Mallorca y Menorca. Un gigante que ahora ya está prácticamente dormido, en funcionamiento mínimo, y que pronto estará cerrada del todo, culminando un proceso de clausura impuesto por la concienciación ecológica de los nuevos tiempos, la descarbonización y la normativa de la UE contra este tipo de instalaciones contaminantes.
La isla cuenta ya con otras dos centrales de ciclo combinado, más modernas y limpias, por lo que Es Murterar ha ido dejando de ser necesaria y también rentable.
El calendario de cierre preveía inicialmente que la instalación se apagara del todo en 2026. Sin embargo, la demora en la ejecución del nuevo cable eléctrico que debe conectar Mallorca con la Península (será el segundo cableado existente) planteó un horizonte más lejano y ahora se barrunta el año 2030 como la fecha límite.
«La central permitía que Mallorca y Menorca tuvieran energía y después de todos estos años está más que amortizada, ya ha llegado al final de su vida útil», explica Andreu Moià, profesor del Departamento de Ingeniería Industrial y Construcción de la Universidad de las Islas Baleares (UIB).
Actualmente sólo dos de los cuatro grupos que componen la central pueden funcionar y además están limitados por un cupo muy pequeño de producción, de un máximo de apenas 500 horas anuales.
Se trata de un colchón de producción que en los últimos años se reservaba para momentos de necesidad, habitualmente para reforzar los picos de consumo que se producen en la temporada veraniega, cuando la población de la isla se multiplica y el consumo se dispara de su mano.
Sin embargo, este año las 500 horas ya se han consumido, lo que algunas fuentes del sector interpretan como un síntoma de que puede haber un anuncio de cierre definitivo a la vista.
Desde Endesa, compañía que opera la central, no han querido de momento dar más información al ser preguntados por EL MUNDO.
«La central tiene cuatro grupos, cuatro alternadoras», detalla Mateu Oliver, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de las Islas Baleares. «Los dos primeros están desmantelados y los otros dos son los únicos que funcionan y están en mantenimiento mínimo».
No sólo eso, agrega, sino que además para ponerla en marcha hace falta una planificación, «no basta con avisar con una hora de antelación» y encenderla. «Hace falta antes calentar las calderas, hacer una serie de operaciones previas», señala. Además, ese funcionamiento lleva aparejado un protocolo de «desulfuración» y de «filtraje de todo el humo» mediante medidas de seguridad.
«Todas las centrales como la de Es Murterar tienen un horizonte de vida, por el desarrollo de la tecnología y las inversiones necesarias que deben hacerse en mantenimiento», apostilla Oliver.
La central está situada en el municipio de Alcúdia. Fue inaugurada en 1981 y supuso un hito en el escenario de la generación eléctrica en las Islas.
Hasta entonces, y tras décadas dependiendo de las pequeñas fábricas de luz de algunas ciudades y pueblos diseminados por la isla, la principal central generadora de energía estaba en Alcanada, cerca del Puerto de Alcúdia, por el que entra el carbón en transporte marítimo.
Aquella primera central, predecesora de Es Murterar, se había construido a mediados de los años 50 y funcionó entre 1960 y 1984, cuando fue plenamente sustituida por la nueva, situada unos kilómetros tierra adentro. La planta de Alcanada se había quedado pequeña y se habilitó la de Es Murterar, que empezó a operar con dos generadores de 125 megavatios de potencia.
La ubicación para el nuevo proyecto se escogió por su proximidad a uno de los principales puertos comerciales de Mallorca, el de Alcúdia, y por su cercanía al mar, con la posibilidad de utilizar agua para su refrigeración.
La construcción de dos nuevas centrales en la isla, con la de Cas Tresorer en Palma como la más destacada, ha ido supliendo a la vieja central de carbón.
A pesar de que algunos expertos como el profesor Moià consideran que lo más acertado sería convertirla en unacentral híbrida, que combinara la energía solar térmica y la fotovoltaica y así diversificar las fuentes de producción, la planta se reconvertirá en una planta fotovoltaica.
Durante años la lucha por su cierre fue un caballo de batalla de las organizaciones ecologistas, con el GOB (Grupo Ornitológica Balear) a la cabeza. En el año 2010 esta entidad lanzaba su campaña bajo el lema Un futuro sin carbón, reclamando el cierre progresivo de la central.
Margalida Ramis, portavoz del grupo y conocida activista ecologista ya pedía entonces un cambio de modelo y el destierro del carbón como fuente de energía, «el combustible más contaminante que existe y que tiene unas implicaciones que van más allá de los puramente ambientales», alertaba el GOB. «Cada tres minutos parte un camión de carbón entre el puerto y la central y de allí parten luego cargados de cenizas».
Aquel sueño ecologista está ahora próximo a ser cumplido, acorde con el nuevo marco comunitario, la diversificación de las fuentes de energía y la caída en desuso del carbón.
En su época de máximo funcionamiento, la central consumía carbón importado de Sudáfrica, lo que también alimentó la polémica por las connotaciones sociales de su extracción.
Más allá de estas derivadas, los expertos coinciden en reconocer la utilidad y la importancia estratégica que ha tenido la central durante sus décadas de funcionamiento para un territorio que ha tenido que forjar su propia autonomía energética al margen del sistema peninsular.
Esa independencia, de hecho, resultó clave para que las Islas Baleares fueran, junto a Canarias, la única comunidad autónoma que se libró del apagón que sufrió España el pasado 28 de abril. Las Islas tienen su propio sistema de producción con centrales propias, reforzado con un cable que conecta con la red peninsular.
«Es una redundancia y eso es una maravillosa ventaja, porque cuando tenemos un problema podemos tirar de cable y cuando hay un problema, podemos desconectarnos», explica Oliver, que recuerda que eso es lo que ocurrió con el apagón, que desde la península se desconectó a las Islas Baleares.
«Pudimos suplir la potencia del cable porque teníamos potencia rodante de diferentes grupos que tenían margen en ese momento para incrementar su potencia», detalla el decano de los ingenieros. Hubiera sido distinto si hubiera ocurrido en temporada alta, con el consumo en sus máximos.
Con el proyecto para tender un segundo cable ya en desarrollo y nuevas centrales para asistir a las cuatro islas incluso en ese escenario de apagón peninsular, Es Murterar espera su propio apagón definitivo. Todavía faltan por conocerse los plazos exactos y el futuro como nueva instalación de energía limpia.
Hasta que eso ocurra, el perfil de su alta chimenea seguirá dibujado en la postal de una isla que expandió su potente industria turística de la mano indisociable de la producción de electricidad.
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