No hay dos sin tres, o a la tercera va la vencida?; ¿la intención es lo que cuenta, o el infierno está empedrado de buenas intenciones?; ¿a quien madruga Dios le ayuda, o no por mucho madrugar amanece más temprano? Si el refranero (y la vida misma) está lleno de contradicciones, cómo no lo va a estar la política. En el caso de Escocia, el apoyo a la independencia es el más alto registrado hasta la fecha (54%, una vez eliminados los indecisos), pero al mismo tiempo el descontento es enorme con el SNP, el único vehículo realista para alcanzar la soberanía.
El respaldo a la independencia (54%) es el más alto registrado hasta ahora, pero el rechazo al SNP es muy considerable
No hay dos sin tres, o a la tercera va la vencida?; ¿la intención es lo que cuenta, o el infierno está empedrado de buenas intenciones?; ¿a quien madruga Dios le ayuda, o no por mucho madrugar amanece más temprano? Si el refranero (y la vida misma) está lleno de contradicciones, cómo no lo va a estar la política. En el caso de Escocia, el apoyo a la independencia es el más alto registrado hasta la fecha (54%, una vez eliminados los indecisos), pero al mismo tiempo el descontento es enorme con el SNP, el único vehículo realista para alcanzar la soberanía.
Dos factores han dado un empujón al independentismo en los últimos meses: la impopularidad del gobierno laborista de Keir Starmer en Londres, y la penetración también en Escocia de Reforma UK, el partido populista de ultraderecha. En el caso de que su líder Nigel Farage llegara a primer ministro, el número de partidarios de romper amarras con el resto del Reino Unido se elevaría, según las encuestas, al 58%.
La aparición de un partido unionista de ultraderecha (Farage) puede ser un boom para el soberanismo
Pero el apoyo abstracto a la idea de la independencia coincide con un rechazo concreto al SNP, que lleva en el poder casi dieciocho años seguidos, y al que los votantes culpan de las mismas cosas que a los partidos que llevan el timón en toda Europa: el coste de la vida, el deterioro de los servicios públicos. la corrupción, la falta de viviendas a precios razonables, la ausencia de expectativas de una vida mejor… En el caso escocés, las críticas se centran en el deterioro de la educación y la sanidad pública, el aumento del consumo de drogas, el mal estado de las infraestructuras y los problemas en la operación de los ferries, medio vital de conexión con las islas.
El actual líder del SNP y ministro principal de Escocia, John Sweeney, ha conseguido estabilizar al partido tras los escándalos de financiación que pusieron fin a la era de Nicola Sturgeon, y el breve y desafortunado mandato de Humza Yousaf. Es el favorito para una quinta victoria consecutiva en las elecciones autonómicas del año que viene al parlamento de Holyrood -gracias en buena parte a la debilidad de sus rivales-, pero la reciente e inesperada pérdida del escaño de Hamilton ante el Labour es en cualquier caso un aviso. También lo es que el candidato de Reforma obtuviera un 26% de los votos, una cifra parecida a la gente que se dice dispuesta a votar a Nigel Farage en el conjunto de Gran Bretaña.
La permanencia en el Reino Unido se impuso en el referéndum del 2014 por casi once puntos de diferencia, cuando el unionismo estaba dividido sólo entre conservadores y laboristas. ¿Pero qué pasará si se añade un tercero en discordia, en este caso la ultraderecha de Farage? La esperanza del SNP es que el factor rechazo se traduzca -y eso es lo que indican los sondeos- en un aumento del sentimiento independentista.
Por el momento la posición de Keir Starmer es la misma que la de sus predecesores tories : no a un nuevo referéndum hasta que haya un “consenso claro y demostrable” a favor de la soberanía, en la línea del 74% que se declaró en su día a favor de la autonomía, y el 63% que quiso que el Parlamento escocés tuviera poderes en materia de impuestos. Tal vez un intermedio entre esas dos cifras, que por ahora está fuera del alcance.
Se puede desear en teoría la independencia, pero no confiar en los que serían sus gestores, el SNP en el caso de Escocia. Parece una contradicción pero en el fondo no lo es tanto. Es como querer llegar a un lugar pero rechazar el medio de transporte. ¿Es la cara el espejo del alma, o las apariencias engañan? ¿El que la sigue la consigue, o tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe?
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