El anuncio del Premio Nobel de la Paz 2025, previsto para este viernes, llega cargado de incertidumbre y eclipsado por un nombre propio: el de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos ha convertido su segundo mandato en una carrera por el galardón, encadenando logros diplomáticos —casi todos hinchados por él mismo— y sin ayuda de la ONU, como reflejó en su discurso ante dicha organización, hace tres semanas.
20 estadounidenses, entre ellos cuatro expresidentes, han recibido el trofeo, mientras Donald Trump espera el veredicto oficial de este viernes para el Nobel del 2025
El anuncio del Premio Nobel de la Paz 2025, previsto para este viernes, llega cargado de incertidumbre y eclipsado por un nombre propio: el de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos ha convertido su segundo mandato en una carrera por el galardón, encadenando logros diplomáticos —casi todos hinchados por él mismo— y sin ayuda de la ONU, como reflejó en su discurso ante dicha organización, hace tres semanas.
Cuando se le ha preguntado por el premio, Trump evita señalarse como el favorito, aunque recibir el reconocimiento sea una de sus principales ambiciones como presidente: “Se lo darán a algún tipo que no hizo absolutamente nada”, declaró hace una semana al ser preguntado por sus posibilidades, remarcando que sería un “insulto” para EE.UU. no recibirlo, en plena campaña por su causa, un día después de anunciar el plan de paz para poner fin a la guerra en Gaza.
Trump quiere unirse al club de los presidentes de EE.UU. con Nobel de la Paz
Trump quiere estar entre los 20 estadounidenses que han recibido el trofeo, pero sobre todo, quiere estar entre los cuatro presidentes norteamericanos que fueron premiados por su diplomacia internacional. El primero de ellos, en 1906, fue Theodore Roosevelt, a quien se le entregó el Nobel por “su papel en el fin de la sangrienta guerra librada entre dos de las grandes potencias mundiales, Japón y Rusia”, según la propia página web del Nobel de la Paz. Le sucedió el demócrata Woodrow Wilson, quien recibió el reconocimiento en 1919 por “su papel como fundador de la Sociedad de las Naciones”, décadas antes de que su organización internacional fracasara frente a la llegada de la Segunda Guerra Mundial.
El tercero de los honorados fue Jimmy Carter, en el 2002, por “sus décadas de incansables esfuerzos por encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, promover la democracia y los derechos humanos, y fomentar el desarrollo económico y social”, según los propios premios. Carter es el único de los presidentes premiado por sus acciones después de dejar la presidencia, a raíz de la fundación del Centro Carter, una oenegé que trabaja en la mediación de conflictos, supervisar elecciones y erradicar enfermedades en todo el mundo.

CHIP SOMODEVILLA / AFP
Pero si hay un premio que ha irritado a Trump durante el inicio de su campaña por el Nobel de la Paz, es el que recibió Barack Obama en 2009. El demócrata recibió el trofeo “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”, según la organización del Nobel. El premio, que le llegó apenas nueve meses después de asumir la presidencia, ha sido objeto de críticas y controversia hasta el día de hoy.
Como primer presidente negro de Estados Unidos, su candidatura llegaba llena de simbolismo, 45 años después de que Martin Luther King, el líder afroamericano del movimiento por los derechos civiles, obtuviera su respectivo galardón. Sin embargo, tras recibir el Nobel, quizá de forma prematura, Obama se convirtió en el primer presidente de EE.UU. en pasar dos mandatos enteros en guerra, incluso superando a Franklin Delano Roosevelt, quien presidió el país durante la Segunda Guerra Mundial.

Terceros
Durante su paso por la Casa Blanca, Obama encadenó conflictos en Oriente Medio, con presencia militar en Afganistán, Irak, Yemen o Siria en plena guerra contra el terrorismo islámico, además de otros países como Pakistán, Somalia y Libia. En honor a la verdad, conviene señalar que el dirigente demócrata asumió el poder con unos 200.000 soldados desplegados en Irak y Afganistán, y terminó su mandato con menos de 20.000 militares en esos países. Su premio, no obstante, no fue el único que despertó polémica.
Lo hizo años antes, en 1973, el secretario de Estado Henry Kissinger, premiado por sus papel en las etapas finales de la guerra de Vietnam, aunque empañado por su sangrienta política exterior en el sudeste asiático, así como su involucramiento en el Plan Cóndor para desestabilizar los gobiernos del Cono Sur mediante el apoyo de regímenes dictatoriales. Kissinger, aunque aceptó el premio, no viajó a Noruega para asistir a la ceremonia y más tarde intentó en vano devolverlo.Los documentos internos publicados en 2023 revelaron que el comité de la época le concedió el premio aun sabiendo que era poco probable que la guerra de Vietnam terminara en un futuro cercano.
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Durante el mandato actual, Trump ha tomado diversas decisiones en política exterior que podrían comprometer sus posibilidades al Nobel, como la retirada de ayuda humanitaria internacional a través del cierre de la USAID, o ataques directos en países como Irán, Yemen o contra embarcaciones en el Caribe. En esta línea, también ha tomado otras medidas controvertidas durante los últimos meses, como el restablecimiento del Departamento de Guerra, el despliegue de tropas militares en distintas ciudades estadounidenses o la expulsión masiva de migrantes a terceros países o a cárceles de alta seguridad como el CECOT, en El Salvador.
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