Algunos contemplan el Tour porque son sabios y en ciclismo están puestos: analizan estrategias, vatios y líquidos energéticos, y de todo lo que ven y escuchan sacan conocimiento y lo aplican en sus bicicletadas.
Algunos contemplan el Tour porque son sabios y en ciclismo están puestos: analizan estrategias, vatios y líquidos energéticos, y de todo lo que ven y escuchan sacan conocimiento y lo aplican en sus bicicletadas.Seguir leyendo…
Algunos contemplan el Tour porque son sabios y en ciclismo están puestos: analizan estrategias, vatios y líquidos energéticos, y de todo lo que ven y escuchan sacan conocimiento y lo aplican en sus bicicletadas.
Otros lo disfrutan porque así sestean. Se adormecen escuchando a Carlos de Andrés y Perico, sienten la cadencia del pedaleo atravesando prados, pueblos blancos y bosques, y solo se sobresaltan cuando el comentarista eleva el tono porque algún titán prueba un ataque, o en los kilómetros finales, apasionados y excesivos.
Los otros televidentes, y entre estos estamos usted y yo, querido lector, seguimos el Tour porque así lo hacíamos de críos, cuando hicimos el clic, cuando aparecieron Ángel Arroyo y Perico Delgado (Perico está en todas partes), y luego Miguelón, y Beloki, Contador, Pereiro, Sastre, Valverde, Purito, incluso Landa, y en ascuas nos tenían cada julio: revisábamos la etapa, y sin perder de vista la pantalla sacábamos la calculadora y hacíamos números:
–Si logra abrirle 1m13s a Andy Schleck, el Tour es de Contador –nos decíamos, mientras el madrileño se levantaba del sillín y empujaba pendiente arriba, rechinando de dientes y retorciéndose como una serpiente.
Todo aquello nos encendía.
Aquellos que seguíamos el Tour porque los españoles hacían cosas (me permito parafrasear a M. Rajoy) hemos vivido cuarenta años sensacionales.
Pero ahora…
Ahora, no sé, este Tour se me ha hecho bola.
La presencia de un único español en el Top 20 (Cristian Rodríguez, justo el 20.º) me ha echado para atrás. El hastío me ha acompañado durante buena parte de la carrera, pues nadie importunaba a Pogacar, nadie y menos ningún español, y creo que incluso el mismo Pogacar se ha hastiado de ganar. En un Tour tedioso y monótono, solo he hallado consuelo en las magníficas crónicas de Roberto Rodríguez, igual que antes lo hallaba en las historias de Carles Ruipérez y en las del legendario Xavier Garcia Luque.
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