La oleada de sospechosas incursiones de drones en los cielos de Europa se ha convertido en una de las máximas preocupaciones de la Unión Europea (UE) y de los gobiernos, especialmente de aquellos cuyos países se asoman al mar Báltico o se ubican en el flanco este de la Alianza Atlántica, o reúnen ambas circunstancias a la vez.
Los países buscan cómo responder a las sospechosas incursiones sin atizar una escalada ni parecer débiles ante Rusia
La oleada de sospechosas incursiones de drones en los cielos de Europa se ha convertido en una de las máximas preocupaciones de la Unión Europea (UE) y de los gobiernos, especialmente de aquellos cuyos países se asoman al mar Báltico o se ubican en el flanco este de la Alianza Atlántica, o reúnen ambas circunstancias a la vez.
Si bien en algunos episodios la mano de Rusia en estas pequeñas aeronaves no tripuladas está clara –los drones derribados por cazas polacos y aliados el pasado 10 de septiembre eran rusos–, en otros casos, como en los avistamientos de las últimas dos semanas en los aeropuertos de Copenhague y Munich, existe la sospecha de una vinculación rusa, pero no ha sido posible demostrarlo con pruebas.
Esa incertidumbre sobre la autoría, sumada a la extrema versatilidad de características del dron como nuevo elemento de las guerras modernas –como se está viendo en el campo de batalla en Ucrania– crea aún más dificultad.
Bruselas quiere un “muro de drones”
La Comisión Europea alerta de que hay que actuar o “la zona gris no dejará de crecer”, según dijo su presidenta, Ursula von der Leyen, sobre los métodos de Putin
Los países más afectados buscan cómo responder, cada uno a su manera, a una situación que inscriben en la guerra híbrida que Vladímir Putin sostiene contra Europa. Mientras, Bruselas insiste en la conveniencia de una respuesta común: el “muro de drones” –una red de sensores y armas para detectar drones y neutralizarlos– que pide la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El dilema para la UE y sus países es cómo reaccionar sin atizar una escalada potencialmente bélica ni parecer débiles ante provocaciones que podrían convertirse en ataques reales.
“Europa debe responder; debemos investigar cada incidente y no rehuir la atribución de responsabilidades”, dijo Von der Leyen el miércoles a los eurodiputados en Estrasburgo. “No solo debemos reaccionar, sino también disuadir; si dudamos en actuar, la zona gris no dejará de crecer”, avisó sobre los métodos híbridos de Putin.

Angelika Warmuth / REUTERS
Al tiempo, la líder alemana advirtió de que “es absolutamente insostenible” utilizar costosos aviones de combate y misiles contra drones relativamente baratos. “Necesitamos un sistema antidrones asequible y adecuado”, arguyó Von der Leyen, recordando que al respecto Europa tiene mucho que aprender de Ucrania.
En efecto, el país que desde hace más de tres años y medio libra una guerra de defensa contra el invasor ruso ha acumulado una vasta experiencia en drones. El Gobierno de Alemania anunció el miércoles una reforma legislativa para autorizar a la policía a derribar drones sospechosos mientras planea que también el ejército pueda abatirlos, y añadió que está en conversaciones con Ucrania e Israel para cooperar en esta materia en la que ambos países tienen sólida tecnología y experiencia.
También Dinamarca ha firmado con Ucrania la fabricación en suelo danés de tecnología de defensa, drones incluidos, y militares ucranianos viajaron allí para instruir a militares daneses en unas maniobras antidron. El Reino Unido, país ya no comunitario pero sí miembro de la OTAN, producirá en su territorio interceptores de drones de diseño ucraniano. En el flanco este, Rumanía ha actualizado sus protocolos para derribar drones o cazas que invadan su cielo, y Lituania ha autorizado a su ejército a abatirlos.
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“No existe una solución milagrosa; los drones son un problema muy complejo, y hemos ignorado la amenaza aérea durante décadas sin desarrollar contramedidas. Los fabricantes de sistemas de detección y defensa contra drones cuentan historias fantásticas, pero algunos sistemas son muy complicados y caros, y no pueden hacer ciertas cosas. Simplemente no existe un método que funcione siempre”, alerta el ingeniero y asesor de ciberseguridad alemán Manuel Atug.
Hay drones sencillos a la venta en ferreterías que pueden volar una hora; los altamente profesionales pueden hacerlo de tres a cinco horas; y los usados por ejércitos y gobiernos, incluso periodos más largos. Sea quien sea su lanzador, derribarlos implica el riesgo de que causen daño allí donde caigan.
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Abatir drones con armamento convencional sale muy caro; hacerlo con la tecnología láser israelí resultaría más barato. “Probablemente necesitaremos un amplio arsenal de opciones para poder tomar medidas adecuadas contra cada tipo de dron”, señala el ingeniero Atug.
La era de los drones es un gran reto para Europa. “Sospechamos que una parte significativa probablemente se controla desde Rusia, pero lo estamos investigando –dijo hace una semana el canciller alemán, Friedrich Merz–. Son intentos de espionaje, y también son intentos de perturbar la tranquilidad pública; sabemos que tenemos que hacer algo al respecto, y lo haremos, pero con calma y sentido de la proporción”.
Guerra híbrida rusa
Putin busca desestabilizar a los países de la UE creando temor en su población
Los drones buscan mayormente desestabilizar y crear inseguridad. “La guerra híbrida es híbrida en todos los sentidos; Rusia puede tener múltiples objetivos, por lo que estas amenazas suponen grandes desafíos para la parte que responde –alerta la politóloga finlandesa Minna Alander, experta en seguridad y defensa en Europa–. Una acción puede tener múltiples consecuencias; si no daña significativamente la infraestructura crítica, puede sembrar en la población el pánico o la desconfianza en las autoridades, y alcanzar así sus objetivos en la dimensión informativa”. El ingeniero Manuel Atug cree que si, como ocurrió en Munich, “un dron tiene las luces de navegación encendidas y vuela tres horas en círculos, es evidente que los autores quieren que sea visto para generar incertidumbre; en términos militares o de inteligencia, esto se llama desestabilización de la población desde dentro”. Según Alander, ante amenazas híbridas como los drones se da un dilema sobre resiliencia, entendida esta como la capacidad para anticiparse, resistir o recuperarse de amenazas y disrupciones. “Un alto nivel de resiliencia crea paradójicamente un entorno permisivo para los ataques híbridos de Rusia, porque hasta ahora no han logrado causar perturbaciones graves en los países a los que se dirigían –sostiene la politóloga–. A la vez esto aumenta el umbral para respuestas más contundentes”.
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