Tailandia perdió anoche a su reina madre, Sirikit, que fue reina consorte durante la friolera de 66 años. La viuda del rey Bhumibol Aduljadej (Rama IX) tenía 93 años y permanecía hospitalizada en Bangkok desde 2019. Se trata de una pérdida sensible para los siameses, ya que su imagen pública les ha acompañado a lo largo de sus vidas. Hasta su cumpleaños, el 12 de agosto, es día festivo desde hace medio siglo, como Día de la Madre.
Se declara un año de duelo en el reino, donde el día de su cumpleaños es festivo desde hace medio siglo
Tailandia perdió anoche a su reina madre, Sirikit, que fue reina consorte durante la friolera de 66 años. La viuda del rey Bhumibol Aduljadej (Rama IX) tenía 93 años y permanecía hospitalizada en Bangkok desde 2019. Se trata de una pérdida sensible para los siameses, ya que su imagen pública les ha acompañado a lo largo de sus vidas. Hasta su cumpleaños, el 12 de agosto, es día festivo desde hace medio siglo, como Día de la Madre.
El único hijo varón de Bhumibol y Sirikit es el actual rey Rama X. Aunque el delito de lesa majestad, castigado con penas de cárcel, blinda a este de las críticas tanto como blindó a su padre, la imagen actual de la monarquía no es la misma de entonces. De hecho, no son pocos los hogares y comercios que prefieren mantener los retratos de la antigua pareja real. El gobierno tailandés ha declarado un año de duelo, como hizo cuando falleció Bhumibol y, tal como entonces, anima al pueblo a vestir de negro o de oscuro como expresión de luto.
Sirikit, a diferencia de la actual reina Suthida, procedía de una familia aristocrática y llevaba una vida de privilegio antes de su compromiso con Bhumibol. Su encuentro se produjo cuando el padre de esta era embajador de Tailandia en París y Bhumibol (nacido en Massachusetts) estudiaba en Lausana, Suiza. Aunque él era apenas un veinteañero, formalmente ya era rey tras la misteriosa muerte por arma de fuego de su hermano mayor. La entronización formal, de todos modos, se produjo poco después de su matrimonio, en 1950. El reinado de este se extendió durante 70 años, un récord en la historia reciente, hasta que Isabel II de Inglaterra lo superó por tres meses.
Cabe decir que en los años cuarenta la monarquía tailandesa había perdido la prominencia de que disfrutó hasta 1932, tras ser reconvertida en monarquía constitucional, en un primer experimento democrático que en pocos años dio un giro autoritario. El fascismo local cambió el nombre del país, de Siam a Prathet Thai (Tailandia, por influencia del inglés) y se alió con el Imperialismo Japonés, relegando a la monarquía a un papel secundario. Fue durante la guerra fría cuando Estados Unidos alentó la rehabilitación pública de la monarquía tailandesa -del mismo modo que mantuvieron a Hirohito en el trono imperial- y los medios de comunicación de masas hicieron el resto.
Sirikit se convirtió en una imagen habitual en las revistas de la época, por su exotismo y sentido de la moda. En Tailandia puso gran interés en salvar la industria local de la seda, así como en recuperar expresiones de la alta cultura cortesana, como el khon, un espectáculo total de danza, teatro, música y máscaras, hoy declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco.
La pareja real dio varias veces la vuelta el mundo, singularmente en 1960, cuando visitaron cuarenta países. Entre ellos, España, como última parada de su gira europea, donde Sirikit recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica de manos del dictador Francisco Franco y de su esposa, Carmen Polo. El mismo año la reina cumplió su sueño de conocer a Elvis Presley (su marido era, principalmente, aficionado al jazz).
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Su nombre completo era Sirikit Kitiyara Rajawongse. Deja también tres hijas y un gran número de nietos. Entre ellos, los tres hijos repudiados en EE.UU. por Rama X, junto a su madre -su segunda esposa- tras una infidelidad de esta. La cúpula monárquica de militares, industriales y burócrates que lleva las reinas de Tailandia no está del todo tranquila, porque la sucesión se presenta problemática.
El mismo Vajiralongkorn (nombre real de Rama X) tenía la reputación bastante baja -su propia madre le llamó “un Don Juan” en una entrevista- cuando su padre estaba convaleciente.
Este fue uno de los motivos adicionales del golpe de estado militar de 2014. Rama IX lo convalidó, del mismo modo que había legitimado, cuando no alentado, una decena de golpes anteriores. Washington lamentó su fallecimiento como la pérdida del mejor amigo y de más larga data de los Estados Unidos en Asia.
Ya en los setenta, Sirikit era la padrina de los Vigilantes de los Pueblos, organización paramilitar que se dedicaba a la lucha contra los insurgentes del Partido Comunista de Tailandia.
Estados Unidos no pesa hoy en Tailandia del mismo que lo hacía cuando el rey Bhumibol y la reina Siritit bendecían a las tropas tailandesas que combatían a su lado en Vietnam. Pero esto es menos culpa de Tailandia que de EE.UU., desde hace más de quince años, cuando China empezó a comerle terreno en esta parte del mundo.
Este fin de semana debía ser la ocasión de revertir esa imagen de declive. El presidente de EE.UU., Donald Trump, aterriza mañana en Malasia, de camino a Japón y Corea, atraído principalmente por la oportunidad de aparecer como padrino de la tregua fronteriza entre Tailandia y Camboya, durante la cumbre regional de ASEAN. Sin embargo, el primer ministro de Tailandia, Anutin Charnvirakul, ha cancelado su visita a Kuala Lumpur, debido al fallecimiento de la Reina Madre.
En 2012, Sirikit fue diagnosticada de cardiopatía isquémica, una dolencia ocasionada por la arteriosclerosis de las arterias coronarias por la que permaneció hospitalizada durante cuatro años, lo que marcó una desaparición de la vida pública casi total, a pesar de que recibió el alta médica en noviembre de 2016.
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