Hay partidos que llegan sin perfume que les acompañe, huelen a partidos del montón. En Atenas ser del equipo de fútbol del Olympiacos debe ser la monda, pero fuera de allí, seamos sinceros, no generan como rivales mariposas en la barriga, sudor en las manos ni siquiera cosquillas en los pies. Son adversarios de relleno, nacidos para perder en el estadio del Barça o empatar una vez cada veinte años o más. Se les exageran las virtudes para hacer ver que son mejores de lo que son. Perdón por hablar así, rozando la falta de respeto, pero es que los 3.000 griegos que vinieron cantaron “Puta Barça” al unísono ya desde antes de empezar el encuentro y no me parece bien. Soy partidario del odio deportivo, pero es preferible que haya alguna mínima causa previa que lo justifique.
Hay partidos que llegan sin perfume que les acompañe, huelen a partidos del montón. En Atenas ser del equipo de fútbol del Olympiacos debe ser la monda, pero fuera de allí, seamos sinceros, no generan como rivales mariposas en la barriga, sudor en las manos ni siquiera cosquillas en los pies. Son adversarios de relleno, nacidos para perder en el estadio del Barça o empatar una vez cada veinte años o más. Se les exageran las virtudes para hacer ver que son mejores de lo que son. Perdón por hablar así, rozando la falta de respeto, pero es que los 3.000 griegos que vinieron cantaron “Puta Barça” al unísono ya desde antes de empezar el encuentro y no me parece bien. Soy partidario del odio deportivo, pero es preferible que haya alguna mínima causa previa que lo justifique.Seguir leyendo…
Hay partidos que llegan sin perfume que les acompañe, huelen a partidos del montón. En Atenas ser del equipo de fútbol del Olympiacos debe ser la monda, pero fuera de allí, seamos sinceros, no generan como rivales mariposas en la barriga, sudor en las manos ni siquiera cosquillas en los pies. Son adversarios de relleno, nacidos para perder en el estadio del Barça o empatar una vez cada veinte años o más. Se les exageran las virtudes para hacer ver que son mejores de lo que son. Perdón por hablar así, rozando la falta de respeto, pero es que los 3.000 griegos que vinieron cantaron “Puta Barça” al unísono ya desde antes de empezar el encuentro y no me parece bien. Soy partidario del odio deportivo, pero es preferible que haya alguna mínima causa previa que lo justifique.
Animar este tipo de partidos rutinarios y elevarlos tiene mucho mérito y en el Barça, afortunadamente, y qué dure, hay tipos capaces de hacerlo. Fermín López, transitada y olvidada su breve época gris en la que se le vio alicaído imaginándose dos semanas viviendo en Londres, ha recuperado sus constantes futbolísticas, que son las de la pasión, la verticalidad y la portería contraria como fijación. Es esencial que el Barça de Hansi Flick llegue al Bernabéu con su fuerte y rebelde latido al mando, porque hay demasiadas bajas arriba y al equipo, sin Raphinha (quién lo iba a decir), le falta nervio. Fermín marcó tres goles como tres soles.
Es esencial que el Barça de Flick llegue al Bernabéu con el latido rebelde de Fermín al mando
En la jugada del primero el andaluz se alió con Lamine Yamal, futbolista que come aparte y forma parte del grupo de transformadores de partidos de trámite en funciones de otro nivel. El 10 del Barça, de todas formas, lleva unos cuantos partidos en los que no parece él, crítica constructiva-supersticiosa destinada a ser desmentida el domingo con un partidazo de los suyos en Madrid. En el segundo gol, Fermín se cocinó él solo la jugada, que ya tiene edad. En el tercero, fusiló con la izquierda porque para colmo es ambidiestro en el remate final.
El Barça ganó y metió seis, pero no rueda del todo bien. Puede parecer rara la afirmación, pero no es sobrante rebajar las ínfulas y tirar de realismo, aunque sea impostado, a unos días de visitar el Bernabéu. El equipo azulgrana se vio favorecido por un árbitro casero y protagonizó fases de ausencia y presión mal hecha o no ejercida. Pedri corre a granel pero otros lo hacen a gusto de consumidor. Marcar goles, de todas formas, sirve de reanimación y recuperación de la fe, sobre todo para dejar atrás este período de irregularidad.

Alberto Estevez / EFE
La grada de animación
Montjuïc languidece como estadio blaugrana (aleluya) pero el club tiene un problema que corre el peligro de trasladarse al Spotify Camp Nou. Es el de la animación. Organizada o no, la fuerza de la afición funciona como órgano vital para los jugadores, en especial en la fase de partidos decisivos que arrancará en febrero. Necesitan sentirla cerca, lo dicen los protagonistas, no es este un tema menor. Ante el Olympiacos solo se escuchaba a los griegos y ha pasado otras veces con los seguidores rivales. De momento, con la lectura del sinfín de requisitos necesarios para formar parte de la nueva grada de animación (‘Gol 1957’, el nombre es un acierto) por parte de la vicepresidenta Elena Fort en la asamblea, dio la impresión que los candidatos a integrarla solo podrán salir de la Escolania de Montserrat. Están los chavales que no dan abasto. Primero Rosalía les pide colaborar en su nuevo disco y ahora esto.
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