El turismo más sostenible es el que se practica en la propia ciudad. Los barceloneses tienen a su disposición enormes ofertas de experiencias para romper el encefalograma plano de la cotidianidad , sobre todo en verano, sin dejar huella de carbono en sus desplazamientos. Los hoteles, sobre todo los de 5 estrellas, son las mejores opciones para disfrutar en sus restaurantes de una cena o almuerzo con vistas, sobre todo si son de la Barceloneta. El W Barcelona, establecimiento popularmente conocido como el hotel vela por su forma de vela de barco y fachada de cristal reflectante, uno de los últimos diseños del desaparecido Ricardo Bofill, se ha convertido en una de las imágenes más emblemáticas de la capital catalana. En sus bajos, con vistas a la piscina y a la larga playa de la Barceloneta se encuentra el restaurante FIRE que acoge una nueva edición de sus cenas «a cuatro manos» junto a Clara Barcelona. Una propuesta que combina la cocina mediterránea con el arte del fuego y los sabores de temporada, disponible hasta finales de mes de junio para disfrutar sin prisa, con vistas y rodeado de turistas procedentes de todos los rincones del planeta y que recalan en el beach de este hotel de la cadena estadounidense Marriott International.El chef ejecutivo de FIRE, Mario Cabrera, recibe este mes a Clara Barcelona, uno de los locales más carismáticos del panorama gastronómico actual, para crear una experiencia que va mucho más allá del plato. El encuentro no es casual, FIRE, con su cocina basada en las brasas y máximo respeto hacia el producto, encuentra en Clara Barcelona una complicidad natural. El proyecto, liderado por Fran y Gerard, con trayectorias que incluyen nombres como el Bulli, Tickets o Pierre Gagnaire, comparte esa misma filosofía de respeto al origen, creatividad sin afectación y hospitalidad con carácter.Clara nació en Begur como una alta taberna sin protocolos, y en poco más de un año ha conseguido trasladar esa misma energía a su local en Barcelona, conquistando paladares con una cocina fresca, directa y emocional. La propuesta a cuatro manos arranca con un viaje también de proximidad a la despensa del territorio : la alcachofa del Prat abre el menú en combinación con una vieira suavemente marcada sobre una cama de un puré de tupinambo y papada ibérica, en una versión de mar y tierra que encuentra un perfecto equilibrio entre texturas y sabor.Otra opción de primer plato del menú es el huevo de Calaf, que se presenta en una composición de guisantes del Maresme, espárragos blancos de Gavà y romesco de almendra, en un homenaje sutil a la cocina catalana más esencial. La mantequilla ahumada y el servicio de pan que incluye focaccia entretiene a los comensales mientras llega un enorme rape a la brasa con beurre blanc de bergamoto, hinojo y aceite de hierbas , una creación elegante y nutritiva. FIRE responde con su secreto ibérico, que llega a la mesa acompañado de una crema de calçots, ciruela asada y una untuosa salsa de garnacha . A pesar de ser un plato rotundo, redondo, hay que dejar hueco para los postres, entre los que Valentina, la voluntariosa encargada de la terraza, recomienda un tierno cheesecake al estilo vasco o el huevo de chocolate blanco relleno de mousse de vainilla con maracuyá sobre un nido impreso en 3D también de chocolate blanco.La cocina abierta es un claro ejemplo del carácter de FIRE. El estilo viene marcado por el granito y la madera carbonizada, junto con una atrevida gama de detalles en ámbar, rojo, verde y naranja; un reflejo de todo lo que Barcelona ofrece. Una gran pared de cristal permite observar un horizonte infinito, dando la sensación de que se está en el exterior y conectando el vibrante ambiente de la Barceloneta con el magnetismo del Mediterráneo. Pero también es recomendable cenar o almorzar en la terraza con unas vistas abiertas al mar y, en primer plano, la piscina y beach club del hotel por donde revolotean los camareros ofreciendo bebidas y comida a los huéspedes de todas las nacionalidades mientras acompaña una banda sonora típicamente de ambiente chill out a cargo de una dj.La comida se marida con sorprendentes cócteles que recuerdan al fuego , mientras que la bodega vertical hecha a medida aloja vinos añejos y jóvenes. Cócteles insignia como Humo, a base de Charteuse verde, ginebra, vermut con polvo de humo; Carbón, elaborado con sirope de té de jengibre dulce infusionado en sésamo caramelizado, ginebra, Fee Foam, ácido ascórbico, carbón activo o también Oxígeno, una combinación de vodka, sirope de té de frutos rojos y mandarina, aire de cava.FIRE forma parte forma parte de la variada oferta gastronómica de W Barcelona, junto a SALT, restaurante que ha abierto por segundo año consecutivo la temporada con su beach club, y NOXE , una experiencia gastronómica japonesa con vistas panorámicas de la ciudad. Juntos, conforman una propuesta culinaria diversa, creativa y alineada con el estilo vibrante y cosmopolita del hotel. En cualquiera de estas opciones, el comensal disfrutará como un turista en su propia ciudad. El turismo más sostenible es el que se practica en la propia ciudad. Los barceloneses tienen a su disposición enormes ofertas de experiencias para romper el encefalograma plano de la cotidianidad , sobre todo en verano, sin dejar huella de carbono en sus desplazamientos. Los hoteles, sobre todo los de 5 estrellas, son las mejores opciones para disfrutar en sus restaurantes de una cena o almuerzo con vistas, sobre todo si son de la Barceloneta. El W Barcelona, establecimiento popularmente conocido como el hotel vela por su forma de vela de barco y fachada de cristal reflectante, uno de los últimos diseños del desaparecido Ricardo Bofill, se ha convertido en una de las imágenes más emblemáticas de la capital catalana. En sus bajos, con vistas a la piscina y a la larga playa de la Barceloneta se encuentra el restaurante FIRE que acoge una nueva edición de sus cenas «a cuatro manos» junto a Clara Barcelona. Una propuesta que combina la cocina mediterránea con el arte del fuego y los sabores de temporada, disponible hasta finales de mes de junio para disfrutar sin prisa, con vistas y rodeado de turistas procedentes de todos los rincones del planeta y que recalan en el beach de este hotel de la cadena estadounidense Marriott International.El chef ejecutivo de FIRE, Mario Cabrera, recibe este mes a Clara Barcelona, uno de los locales más carismáticos del panorama gastronómico actual, para crear una experiencia que va mucho más allá del plato. El encuentro no es casual, FIRE, con su cocina basada en las brasas y máximo respeto hacia el producto, encuentra en Clara Barcelona una complicidad natural. El proyecto, liderado por Fran y Gerard, con trayectorias que incluyen nombres como el Bulli, Tickets o Pierre Gagnaire, comparte esa misma filosofía de respeto al origen, creatividad sin afectación y hospitalidad con carácter.Clara nació en Begur como una alta taberna sin protocolos, y en poco más de un año ha conseguido trasladar esa misma energía a su local en Barcelona, conquistando paladares con una cocina fresca, directa y emocional. La propuesta a cuatro manos arranca con un viaje también de proximidad a la despensa del territorio : la alcachofa del Prat abre el menú en combinación con una vieira suavemente marcada sobre una cama de un puré de tupinambo y papada ibérica, en una versión de mar y tierra que encuentra un perfecto equilibrio entre texturas y sabor.Otra opción de primer plato del menú es el huevo de Calaf, que se presenta en una composición de guisantes del Maresme, espárragos blancos de Gavà y romesco de almendra, en un homenaje sutil a la cocina catalana más esencial. La mantequilla ahumada y el servicio de pan que incluye focaccia entretiene a los comensales mientras llega un enorme rape a la brasa con beurre blanc de bergamoto, hinojo y aceite de hierbas , una creación elegante y nutritiva. FIRE responde con su secreto ibérico, que llega a la mesa acompañado de una crema de calçots, ciruela asada y una untuosa salsa de garnacha . A pesar de ser un plato rotundo, redondo, hay que dejar hueco para los postres, entre los que Valentina, la voluntariosa encargada de la terraza, recomienda un tierno cheesecake al estilo vasco o el huevo de chocolate blanco relleno de mousse de vainilla con maracuyá sobre un nido impreso en 3D también de chocolate blanco.La cocina abierta es un claro ejemplo del carácter de FIRE. El estilo viene marcado por el granito y la madera carbonizada, junto con una atrevida gama de detalles en ámbar, rojo, verde y naranja; un reflejo de todo lo que Barcelona ofrece. Una gran pared de cristal permite observar un horizonte infinito, dando la sensación de que se está en el exterior y conectando el vibrante ambiente de la Barceloneta con el magnetismo del Mediterráneo. Pero también es recomendable cenar o almorzar en la terraza con unas vistas abiertas al mar y, en primer plano, la piscina y beach club del hotel por donde revolotean los camareros ofreciendo bebidas y comida a los huéspedes de todas las nacionalidades mientras acompaña una banda sonora típicamente de ambiente chill out a cargo de una dj.La comida se marida con sorprendentes cócteles que recuerdan al fuego , mientras que la bodega vertical hecha a medida aloja vinos añejos y jóvenes. Cócteles insignia como Humo, a base de Charteuse verde, ginebra, vermut con polvo de humo; Carbón, elaborado con sirope de té de jengibre dulce infusionado en sésamo caramelizado, ginebra, Fee Foam, ácido ascórbico, carbón activo o también Oxígeno, una combinación de vodka, sirope de té de frutos rojos y mandarina, aire de cava.FIRE forma parte forma parte de la variada oferta gastronómica de W Barcelona, junto a SALT, restaurante que ha abierto por segundo año consecutivo la temporada con su beach club, y NOXE , una experiencia gastronómica japonesa con vistas panorámicas de la ciudad. Juntos, conforman una propuesta culinaria diversa, creativa y alineada con el estilo vibrante y cosmopolita del hotel. En cualquiera de estas opciones, el comensal disfrutará como un turista en su propia ciudad.
Hasta finales de junio el restaurante del emblemático hotel ofrece un menú a «cuatro manos» junto a Clara Barcelona en una reivindicación del producto de proximidad
El turismo más sostenible es el que se practica en la propia ciudad. Los barceloneses tienen a su disposición enormes ofertas de experiencias para romper el encefalograma plano de la cotidianidad, sobre todo en verano, sin dejar huella de carbono en sus desplazamientos. Los hoteles, sobre todo los de 5 estrellas, son las mejores opciones para disfrutar en sus restaurantes de una cena o almuerzo con vistas, sobre todo si son de la Barceloneta.
El W Barcelona, establecimiento popularmente conocido como el hotel vela por su forma de vela de barco y fachada de cristal reflectante, uno de los últimos diseños del desaparecido Ricardo Bofill, se ha convertido en una de las imágenes más emblemáticas de la capital catalana. En sus bajos, con vistas a la piscina y a la larga playa de la Barceloneta se encuentra el restaurante FIRE que acoge una nueva edición de sus cenas «a cuatro manos» junto a Clara Barcelona. Una propuesta que combina la cocina mediterránea con el arte del fuego y los sabores de temporada, disponible hasta finales de mes de junio para disfrutar sin prisa, con vistas y rodeado de turistas procedentes de todos los rincones del planeta y que recalan en el beach de este hotel de la cadena estadounidense Marriott International.
El chef ejecutivo de FIRE, Mario Cabrera, recibe este mes a Clara Barcelona, uno de los locales más carismáticos del panorama gastronómico actual, para crear una experiencia que va mucho más allá del plato. El encuentro no es casual, FIRE, con su cocina basada en las brasas y máximo respeto hacia el producto, encuentra en Clara Barcelona una complicidad natural. El proyecto, liderado por Fran y Gerard, con trayectorias que incluyen nombres como el Bulli, Tickets o Pierre Gagnaire, comparte esa misma filosofía de respeto al origen, creatividad sin afectación y hospitalidad con carácter.
Clara nació en Begur como una alta taberna sin protocolos, y en poco más de un año ha conseguido trasladar esa misma energía a su local en Barcelona, conquistando paladares con una cocina fresca, directa y emocional. La propuesta a cuatro manos arranca con un viaje también de proximidad a la despensa del territorio: la alcachofa del Prat abre el menú en combinación con una vieira suavemente marcada sobre una cama de un puré de tupinambo y papada ibérica, en una versión de mar y tierra que encuentra un perfecto equilibrio entre texturas y sabor.
Otra opción de primer plato del menú es elhuevo de Calaf, que se presenta en una composición de guisantes del Maresme, espárragos blancos de Gavà y romesco de almendra, en un homenaje sutil a la cocina catalana más esencial. La mantequilla ahumada y el servicio de pan que incluye focaccia entretiene a los comensales mientras llega un enorme rape a la brasa con beurre blanc de bergamoto, hinojo y aceite de hierbas, una creación elegante y nutritiva.
FIRE responde con su secreto ibérico, que llega a la mesa acompañado de una crema de calçots, ciruela asada y una untuosa salsa de garnacha. A pesar de ser un plato rotundo, redondo, hay que dejar hueco para los postres, entre los que Valentina, la voluntariosa encargada de la terraza, recomienda un tierno cheesecake al estilo vasco o el huevo de chocolate blanco relleno de mousse de vainilla con maracuyá sobre un nido impreso en 3D también de chocolate blanco.
La cocina abierta es un claro ejemplo del carácter de FIRE. El estilo viene marcado por el granito y la madera carbonizada, junto con una atrevida gama de detalles en ámbar, rojo, verde y naranja; un reflejo de todo lo que Barcelona ofrece. Una gran pared de cristal permite observar un horizonte infinito, dando la sensación de que se está en el exterior y conectando el vibrante ambiente de la Barceloneta con el magnetismo del Mediterráneo. Pero también es recomendable cenar o almorzar en la terraza con unas vistas abiertas al mar y, en primer plano, la piscina y beach club del hotel por donde revolotean los camareros ofreciendo bebidas y comida a los huéspedes de todas las nacionalidades mientras acompaña una banda sonora típicamente de ambiente chill out a cargo de una dj.
La comida se marida con sorprendentes cócteles que recuerdan al fuego, mientras que la bodega vertical hecha a medida aloja vinos añejos y jóvenes. Cócteles insignia como Humo, a base de Charteuse verde, ginebra, vermut con polvo de humo; Carbón, elaborado con sirope de té de jengibre dulce infusionado en sésamo caramelizado, ginebra, Fee Foam, ácido ascórbico, carbón activo o también Oxígeno, una combinación de vodka, sirope de té de frutos rojos y mandarina, aire de cava.
FIRE forma parte forma parte de la variada oferta gastronómica de W Barcelona, junto a SALT, restaurante que ha abierto por segundo año consecutivo la temporada con su beach club, y NOXE, una experiencia gastronómica japonesa con vistas panorámicas de la ciudad. Juntos, conforman una propuesta culinaria diversa, creativa y alineada con el estilo vibrante y cosmopolita del hotel. En cualquiera de estas opciones, el comensal disfrutará como un turista en su propia ciudad.
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