Francia dio ayer un paso importante para tratar de superar el conflictivo encaje de Córcega dentro de la República, después de decenios de malestar y violencia. El Gobierno de París adoptó un proyecto de ley para modificar la Constitución francesa, en su artículo 72, e incluir el reconocimiento de Córcega como “comunidad histórica, lingüística y cultural que ha desarrollado un vínculo singular con su tierra”.
La tímida autonomía de la isla se ampliará, aunque sin hacer cooficial el corso
Francia dio ayer un paso importante para tratar de superar el conflictivo encaje de Córcega dentro de la República, después de decenios de malestar y violencia. El Gobierno de París adoptó un proyecto de ley para modificar la Constitución francesa, en su artículo 72, e incluir el reconocimiento de Córcega como “comunidad histórica, lingüística y cultural que ha desarrollado un vínculo singular con su tierra”.
La iniciativa legislativa deberá ser refrendada separadamente por las dos cámaras del Parlamento y, luego, por una sesión conjunta -el Congreso– por mayoría de tres quintos. Si se logra, será una gran victoria política del presidente Emmanuel Macron y uno de los legados más positivos de su mandato, al que podría añadirse el nuevo estatuto de Nueva Caledonia, el archipiélago en el Pacífico sur, como Estado semisoberano bajo el paraguas francés.
La negociación ha durado más de tres años. Se hizo inevitable buscar una salida después del asesinato en prisión del independentista Yvan Colonna –condenado a perpetuidad por la muerte del prefecto de la isla en un atentado terrorista en 1998– y de los graves disturbios posteriores. El compromiso para dotar a Córcega de más poderes propios fue laborioso, pero al final lo votó la Asamblea corsa casi por unanimidad. Solo se opuso una diputada independentista.
El Gobierno ha pasado por alto algunas objeciones del Consejo de Estado –órgano consultivo–, al que no gustó que el proyecto de ley hable de “comunidad” y de “vínculo singular con la tierra”, y también es reticente a dar capacidad normativa a la isla en materias “no soberanas” (ni policiales ni de justicia, por ejemplo), como la ordenación del territorio, normativa urbanística y otras.
Córcega dependió cuatro siglos de la República de Génova y es francesa desde 1769, cuando nació Napoleón
Según el ministro de Ordenación Territorial y Descentralización, François Rebsamen, el nuevo estatuto de Córcega “es una etapa de diferenciación bastante inédita” y contribuye a “la ruptura con la violencia”. No obstante, el ministro subrayó, para evitar miedos sobre la disolución del Estado y como garantía, que en el proyecto de ley “no se menciona ni al pueblo corso, ni el estatuto de residente, ni la lengua corsa”. Rebsamen evitó hablar de hecho diferencial cultural y puso énfasis en atender las necesidades de “la insularidad”, un concepto más neutral y fácil de digerir en París.
El tema del estatuto de residente no está cerrado. Las autoridades corsas creen que aún puede ser posible avanzar en esa dirección si se respeta el espíritu de la enmienda constitucional. Se trata de la vieja reivindicación de exigir un periodo mínimo de residencia en la isla para adquirir propiedades inmobiliarias. Uno de los agravios que sienten los corsos es que la vivienda es muy cara porque los continentales compran casas y apartamentos de vacaciones, lo que hace subir los precios. De hecho, durante muchos años ha habido bombas e incendios intencionados contra casas de franceses continentales. Rebsamen aludió ayer al problema de la vivienda, especialmente para la juventud corsa, y a que la isla es el territorio más pobre de la Francia metropolitana. París siempre ha sostenido que el estatuto de residente rompería la igualdad entre los ciudadanos franceses y sería declarado inconstitucional, aunque se podría explorar otras fórmulas que tuvieran efectos parecidos en el mercado inmobiliario.
Fuentes del Gobierno de París y del Ejecutivo corso consultadas por este diario coincidieron en que en Francia es inimaginable una autonomía tan amplia como la que tienen Catalunya o Euskadi en España. “Piense que este es un país muy jacobino, muy centralista”, recordó un portavoz corso. El mismo argumento fue usado, con toda naturalidad, por una portavoz del ministerio que dirige François Rebsamen.
Córcega pasó a control de Francia en mayo 1769, solo tres meses antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte en Ajaccio. Antes, durante cuatro siglos y medio, la isla dependió de la Serenísima República de Génova, que se interesó sobre todo por la costa y dejó el montañoso interior en un estado muy atrasado y violento.
El Gobierno cumple el pacto con la Asamblea corsa, pero falta que lo ratifique el Parlamento en París
Durante la II Guerra Mundial, Córcega fue ocupada por tropas fascistas italianas. La liberación a manos de los propios resistentes corsos, en 1943, antes que la Francia continental de los invasores nazis, es un motivo más de orgullo de este pueblo, cuya incomodidad en el corsé francés trata de ser corregida ofreciéndoles más autogobierno y, mediante la enmienda constitucional, también más autoestima como comunidad.
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