El Barça se mueve entre dos realidades que no encajan. A un lado, el equipo que ganó la Liga y la Copa, una máquina que asombró por su pujanza, brillantez y voracidad. Cautivó hasta en la derrota con el Inter en semis de la Champions. Fue una de esas tragedias poéticas que merecen un Tennyson para describirla. Por esa parte, no hay más noticias.
El Barça se mueve entre dos realidades que no encajan. A un lado, el equipo que ganó la Liga y la Copa, una máquina que asombró por su pujanza, brillantez y voracidad. Cautivó hasta en la derrota con el Inter en semis de la Champions. Fue una de esas tragedias poéticas que merecen un Tennyson para describirla. Por esa parte, no hay más noticias.Seguir leyendo…
El Barça se mueve entre dos realidades que no encajan. A un lado, el equipo que ganó la Liga y la Copa, una máquina que asombró por su pujanza, brillantez y voracidad. Cautivó hasta en la derrota con el Inter en semis de la Champions. Fue una de esas tragedias poéticas que merecen un Tennyson para describirla. Por esa parte, no hay más noticias.
Al Barça lo dirige Flick, un alemán de 60 años que ha hecho maravillas con un puñado de jóvenes y un grupo de veteranos que estaban bajo sospecha. Tuvo la virtud de provocar una empatía instantánea con los aficionados, fatigados por las intrigas y decepciones de los años anteriores. Saludaron a un hombre sin relación con el entorno que utilizaba el inglés para explicarse. Flick construyó un gran equipo en un tiempo récord. Lo consiguió, entre otras razones, porque lo impermeabilizó frente a los dañinos factores que tanto suelen alterar al Barça, entre ellos el ruido institucional y mediático que opera como un taladro en el ambiente.
La cuestión es si el equipo será igual de refractario que el pasado año a los problemas que acosan al club. Es la otra realidad del Barça, la del funambulista que se mueve en un abismo de litigios, conflictos económicos y daños reputacionales, entre los que figura el reciente acuerdo con la República Democrática del Congo, un país riquísimo en minerales esenciales y depauperado en derechos humanos.
Flick ha hecho maravillas con un puñado de jóvenes y unos veteranos que estaban bajo sospecha
Atrás quedan los días en los que el equipo tenía tanto que demostrar como la directiva. Asuntos que se hablaban en voz baja, o no se hablaban, merecerán ahora una opinión más explícita. No es un buen Barça de entreguerras. Es una edición especial que pretende regresar a la cabecera del fútbol europeo, un viaje que requiere personalidad y estabilidad. Sin embargo, el club sigue atrapado en profundas borrascas.
Mientras el Barça se empeña en anunciar fechas de apertura del Camp Nou, la realidad se impone. No está en condiciones de albergar partidos. En sí misma es una demora dolorosa para los aficionados y el equipo, pero en términos prácticos tiene consecuencias para la configuración de la plantilla.

Marc Graupera / FC Barcelona
Tanto como la funcionalidad del estadio, por limitado que sea el aforo. El Barça necesita con urgencia que sus auditores registren –y la Liga lo contabilice sin matiz de duda– el ingreso de 100 millones por los 400 asientos vip adquiridos por el empresario moldavo Birlardeanu. De lo contrario se mantendrán la mayoría de las restricciones que le impiden moverse con normalidad en el mercado de fichajes.
En tiempos de resistencia, la plantilla acepta el papel de resistente, pero ese momento ha pasado. No quiere volar con las alas recortadas por las restricciones económicas, ni por la lastimosa narrativa que permite inscribir a jugadores por compañeros lesionados, asunto central de la discordia entre el club y Ter Stegen, baja no se sabe si de media o larga duración.
Al club le conviene una recuperación larga y ahora, con la discutida autorización del portero alemán, que hablaba de tres meses para regresar, espera la evaluación del comité médico de la Liga. De lo que se decida dependerá la inscripción de Joan Garcia, el guardameta recién fichado, y Szczesny, o tirar de Iñaki Peña, único portero inscrito en la Liga, a pesar de no jugar un minuto durante la pretemporada. A este problema se añade la salida al fútbol saudí de Iñigo Martínez, imprescindible para Flick, pero liberador de espacio en las nóminas. Es el paisaje habitual del Barça , cada vez más inconveniente para su gran equipo, que más pronto que tarde se dejará oír.
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