Gervasio Deferr eligió la semana pasada Código 10 para hablar por primera vez tras ser acusado de violador. Gervasio Deferr eligió anoche sentarse por primera vez en un plató frente a Nacho Abad y David Aleman. Se defendió y enmudeció Leer Gervasio Deferr eligió la semana pasada Código 10 para hablar por primera vez tras ser acusado de violador. Gervasio Deferr eligió anoche sentarse por primera vez en un plató frente a Nacho Abad y David Aleman. Se defendió y enmudeció Leer
No son muchos los deportistas que hayan relatado sus infiernos públicamente. Gervasio Deferr ha sido uno de ellos. Primero, en su libro; después, durante la promoción del libro; después, con la serie de Atresmedia y Diagonal TV que lleva el mismo nombre, El gran salto; y, ahora, casi por obligación, en un plató de televisión.
Eligió Gervasio Deferr dar la cara tras ser acusado de violación en Código 10 durante una entrevista grabada la semana pasada. Eligió Gervasio Deferr sentarse por primera vez en un plató tras dichas acusaciones anoche. Lo hizo frente a Nacho Abad y David Aleman, los conductores del programa, y, aunque no relató nada que no hubiese contado antes, la vida de Gervasio Deferr ha sido tal espiral de autodestrucción que puedes escuchar lo mismo mil veces que las mil te va a estremecer.
La decisión de Gervasio Deferr de salir ahora, de conceder una entrevista, de romper su silencio después de siete meses tras ser acusado de violar a una menor hace años, se puede responder por la misma razón que decidió escribir un libro y hacer una serie contando sus miserias, porque «voy a pelear hasta el final porque mi inocencia tiene que salir adelante».
Ha siete meses, cuando estaba a punto de estrenarse su serie en Atresplayer, El País publicó una información en la que una mujer acusaba a Gervasio Deferr de abusos sexuales y maltrato cuando ella era menor de edad y él mayor, en uno de los Centros de Alto Rendimiento (CAR) en los que estuvo Deferr durante su carrera deportiva. Anoche, el ex gimnasta relató que sólo estuvo en dos, el de Barcelona y el de Madrid, y que en ninguno de los dos ocurrió nada de lo que se relataba en aquella primera información.
Según contaba en las informaciones que se publicaron el abogado de la denunciante, habría al menos otras dos mujeres con acusaciones similares. Sin embargo, nunca aparecieron más acusaciones y la mujer de la información nunca pondría denuncia ni saldría del anonimato porque los hechos habrían prescrito.
Se publicaron dos informaciones. La primera con el relato de la mujer y una segunda. Según relató Gervasio Deferr, no fue hasta la segunda información cuando el periódico se puso en contacto con él para saber su versión. «Fue una llamada que duró un minuto (…) No pregunté nada porque entiendo que con la protección de sus fuentes no me iban a contar nada», explicó anoche Deferr. A partir de ese momento, la vida de Gervasio Deferr volvió a convertirse en un infierno del que prácticamente acababa de salir.
El abogado de la mujer que denunció la violación sí tomó la decisión de comunicárselo a Atresmedia y a la productora Diagonal TV, productoras de El gran salto. El estreno de la serie se canceló, no podía defenderse porque todo era anónimo -«No sabía ni me decían siquiera quién era el abogado»-, perdió clientes de su gimnasio en La Mina y tuvo que volver a encerrarse y a ocultarse. Hasta ahora. Deferr, como ya hiciera la semana pasada, negó rotundamente las acusaciones y afirmó haber emprendido acciones legales por difamación, defendiendo su inocencia con contundencia.
En junio, Atresmedia estrenó la serie en Atresplayer, lo que provocó que la presunta víctima escribiera una carta mostrando su indignación. Todo volvía a repetirse. Seguía y sigue sin haber denuncia. Deferr sigue sin saber quién es o quiénes son sus abogados.
«Me veo obligada a romper el silencio ante el estreno de una serie televisiva que lo presenta como un ejemplo de superación personal a la vez que omite por completo los delitos de violación, maltratos físicos y psicológicos que éste ha cometido contra mi persona y otras mujeres.
Haré todo lo que esté en mi mano para que no se cometa la injusticia de dar por válido un relato basado en un libro lleno de mentiras, manipulaciones y omisiones de delitos, escrito precisamente por el mismo abusador y maltratador.
Es absolutamente injusto, indignante e irresponsable desde un punto de vista humano y social que se emita una serie que no respeta el testimonio de las víctimas silenciándolas y excluyéndolas una vez más.
No busco venganza, sino memoria, verdad, integridad, empatía, respeto y responsabilidad. Exijo que no se glorifique a quien ha causado daños irreparables en vidas humanas».
De nuevo, el escrito era anónimo; de nuevo, ni las productoras ni Gervasio Deferr tenían a quién dirigirse ni pedir explicaciones; de nuevo, Gervasio Deferr, en el punto de mira. La serie se estrenó, Gervasio Deferr guardó silencio, pero esta vez el ex gimnasta no iba a sucumbir: «Yo quedé señalado porque un medio publicó el testimonio de una chica sin haber contrastado la información».
Un escándalo que además ha derivado en la presentación ante el Senado esta misma semana de una propuesta de ley para endurecer las penas de los delitos de injurias y calumnias, como los que Gervasio Deferr asegura que él ha sufrido. Una iniciativa legislativa que ya se conoce como Ley de Deferr.
«No sé si podré limpiar mi nombre. En todo caso, yo tengo que intentarlo porque, evidentemente, si hay alguien que puede permitirse el lujo de anónimamente señalarme de esa manera, yo tengo que poder defenderme de alguna manera, y por eso he venido aquí, porque es la única manera que conozco o que he entendido que tengo para defenderme», aseguraba anoche.
Si algo caracteriza a Gervasio Deferr es que la palabra rendirse no está en su vocabulario. Aunque su historia es más que conocida, pues él mismo la ha relatado en numerosas ocasiones -drogas, alcohol, autodestrucción, varias veces a punto de morir…-, todo ese infierno también es una muestra de superación. Cuando en el año 2001, tras granar su primera medalla, Gervasio Deferr se rompió los dos hombros llegó su primer encuentro con las drogas y el alcohol.
El dolor, la retirada por la lesión, el fin de su vida como la conocía desde los 11 años le llevaron a primero probar la marihuana, después a beber y después a entrar en esa espiral de la que salió de un día para otro. El día que se fue al Centro de Alto Rendimiento y le dijo a su entrenador que necesitaba volver pese a la lesión. Al día siguiente estaba en el CAR de Madrid entrenando para las olimpiadas de 2004. La destrucción desapareció, ganó dos medallas más y fue después, cuando se retiró, cuando el infierno regresó. Todo está contando en la serie, pues Gervasio Deferr abrió en el año 2022 la caja de Pandora con la publicación de su libro y, desde ese momento, Gervasio Deferr no se ha vuelto a esconder.
«Yo he pasado por un proceso de unos años muy complicados después de mi retirada, muy destructivos, autodestructivos, yo siempre que he hecho daño ha sido a mí mismo», relató anoche. «Y entonces, estaba resurgiendo un poquito, volviendo con el libro, intentando resiliencia, intentando explicar, intentando ayudar a la gente que haya podido pasar por un mismo proceso. Y ahora todo esto me ha bloqueado otra vez. Tengo que, de la nada, justificar que no soy un violador, cuando yo nunca he tenido ninguna denuncia, nunca he tenido ningún tipo de problema en ese sentido», sentenciaba ante un Nacho Abad y un David Aleman asombrados ante el relato de Deferr.
Volvemos a la frase del inicio: da igual cuántas veces cuente Gervasio Deferr por todo lo que pasó, porque lo contará mil veces y las mil veces te estremecerá. Anoche, estremeció y enmudeció a los presentadores y a la audiencia al relatar las ocasiones en las que estuvo a punto de morir. Algunas por las drogas y el alcohol, otras, como la que tuvo lugar en los JJOO de Brasil.
Deferr fue invitado a esas olimpiadas por el Comité Olímpico español, pues uno de los chicos a los que había entrenado en La Mina tenía opción de medalla. Gervasio Deferr llegó a Río de Janeiro y la primera noche salió de fiesta. «Estoy convencido de que me echaron un burundanga y me robaron todo», contó.
«A Río fui con la intención de desfilar», relató. Algo que finalmente no sucedió. «Al comienzo de los JJOO entro en un bar y me tomo una cerveza mientras veo la inauguración. Empiezo a marearme y me fui al hotel, cuando me encontré mejor volví al lugar y después de tomarme dos cervezas me vuelvo a marear y decido irme, pero me dicen que tengo que pagar cuando ya lo había hecho. En el hotel caí redondo y al día siguiente a las ocho de la mañana me llaman desde el COE y me dicen que me tengo que ir porque había ido gente al hotel quejándose de que me había ido de un bar sin pagar. Yo fui al aeropuerto escoltado por tres personas».
La ‘resurrección’ de Gervasio Deferr llegó de la mano de una desgracia. A su madre le dio un infarto y tardó tres días en ir al hospital a verla -de hecho, así comienza la serie-. «Era un círculo vicioso de drogas, alcohol y culpabilidad. Y mi madre muriéndose. Si se llega a morir, hoy no estoy aquí», contó anoche. Un punto de inflexión. Deferr ingresó en una clínica en la que permaneció 10 meses. Como adicto cada día sigue siendo una batalla. Sin embargo, la batalla empezaba a sonar a victoria hasta que llegaron las acusaciones.
«No hay víctimas, no hay denuncias y no hay nada. El principio de la presunción de inocencia es fundamental. Ahora parece que tengo que defenderme de que no soy un violador de la nada. Me han matado la ilusión«.
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