La propuesta política sobre inmigración del PP ha causado sorpresa en la Conferencia Episcopal Española. La inmigración es uno de los principales asuntos que preocupan a la sociedad española y que más están incidiendo en la orientación del voto, según las encuestas. Convertir esta realidad poliédrica en argumento de la batalla electoral hace perder algunas perspectivas en las que la Iglesia está empeñada, no sólo en la teoría, también en la avalada práctica de la acogida, la promoción y la integración. No se trata de que lo que piensa la Iglesia le acerque o le aleje de determinadas posiciones partidistas. Se trata de la necesidad de dar una respuesta a un fenómeno que interpela a fondo el tejido moral de las sociedades desarrolladas. La Iglesia, se podría decir los obispos, aunque con matices, se empeñaron en una Iniciativa Legislativa Popular que proponía la regularización ordenada de medio millón de inmigrantes que ya están en España. El PP se comprometió a apoyar esa iniciativa y ahora parece que se le ha olvidado. Parecido ocurre con el PSOE, que tampoco está, ni se le espera, y que, seguro, la activará cuando le venga bien electoralmente para poner al PP ante sus contradicciones. Los criterios para abordar la cuestión migratoria desde la Doctrina Social de la Iglesia son dos: la afirmación de la radical dignidad humana y el principio de la búsqueda del bien común, no incompatibles por supuesto. Del primero se deduce lo necesario para la acogida, promoción e integración. También el derecho del emigrante a no salir de su patria por las variadas causas y la obligación indiscutible de combatir las mafias que trafican con sangre humana.Del bien común se deduce que las sociedades han de regular los flujos migratorios y la forma de lograr una integración respetuosa con las formas de organizar la convivencia establecidas, la historia y cultura, con lo que traen en su mochila quienes migran. Las tensiones en el alma católica se producen porque unos subrayan más el polo de la dignidad y otros el del bien común. ¿Qué tal unas propuestas políticas desde ambas perspectiva? La propuesta política sobre inmigración del PP ha causado sorpresa en la Conferencia Episcopal Española. La inmigración es uno de los principales asuntos que preocupan a la sociedad española y que más están incidiendo en la orientación del voto, según las encuestas. Convertir esta realidad poliédrica en argumento de la batalla electoral hace perder algunas perspectivas en las que la Iglesia está empeñada, no sólo en la teoría, también en la avalada práctica de la acogida, la promoción y la integración. No se trata de que lo que piensa la Iglesia le acerque o le aleje de determinadas posiciones partidistas. Se trata de la necesidad de dar una respuesta a un fenómeno que interpela a fondo el tejido moral de las sociedades desarrolladas. La Iglesia, se podría decir los obispos, aunque con matices, se empeñaron en una Iniciativa Legislativa Popular que proponía la regularización ordenada de medio millón de inmigrantes que ya están en España. El PP se comprometió a apoyar esa iniciativa y ahora parece que se le ha olvidado. Parecido ocurre con el PSOE, que tampoco está, ni se le espera, y que, seguro, la activará cuando le venga bien electoralmente para poner al PP ante sus contradicciones. Los criterios para abordar la cuestión migratoria desde la Doctrina Social de la Iglesia son dos: la afirmación de la radical dignidad humana y el principio de la búsqueda del bien común, no incompatibles por supuesto. Del primero se deduce lo necesario para la acogida, promoción e integración. También el derecho del emigrante a no salir de su patria por las variadas causas y la obligación indiscutible de combatir las mafias que trafican con sangre humana.Del bien común se deduce que las sociedades han de regular los flujos migratorios y la forma de lograr una integración respetuosa con las formas de organizar la convivencia establecidas, la historia y cultura, con lo que traen en su mochila quienes migran. Las tensiones en el alma católica se producen porque unos subrayan más el polo de la dignidad y otros el del bien común. ¿Qué tal unas propuestas políticas desde ambas perspectiva?
Convertir esta realidad poliédrica en argumento de la batalla electoral hace perder algunas perspectivas en las que la Iglesia está empeñada, no sólo en la teoría, también en la avalada práctica de la acogida, la promoción y la integración
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