La demografía es tozuda. Resulta que, en el año 2023, en la ciudad de Barcelona, nacieron unos 11.000 niños y murieron unos 15.000 habitantes. En cualquier caso, la población aumentó en unas 50.000 personas porque una parte importante eran migrantes extranjeros . Es decir –no nos confundamos-, no españoles. Hay cálculos que indican que la ciudad de Barcelona, en los últimos años, perdió unos 400.000 habitantes de origen español al tiempo que ganó unos 600.000 mil habitantes de origen extranjero. Hay que añadir que lo ocurrido en Barcelona también ha sucedido en otras ciudades catalanas. A tenor de los datos que se tienen, surge la pregunta siguiente: antes o después, ¿asistiremos a la substitución de la población autóctona de Barcelona /Cataluña? Probablemente, no. Quizá lo más probable sea la aparición de una nueva población autóctona de composición mixta: español/catalán y extranjero. La cuestión es si, a medio o largo plazo, la nueva población autóctona se volverá a dividir. Y así sucesivamente. Si ello llegara a ocurrir, Barcelona /Cataluña se transformaría en una suerte de ‘melting pot’ de alto calibre multicultural. O quizá no pase así si tenemos en cuenta que determinados grupos de migrantes no suelen emparejarse con los autóctonos, porque no quieren perder su origen, su lengua, sus costumbres, sus valores, sus creencias o su religión. Si ello sucede, Barcelona/Cataluña sería el país –no el único- de los guetos. Incluido el gueto catalán. Así las cosas –un futuro plausible el día de mañana-, surgen diversas cuestiones entre las cuales destaca la siguiente: en la Barcelona/Cataluña del futuro, ¿estallarán los conflictos etno-culturales de París, Londres o Nueva York? Una sugerencia: la política de integración de la Generalitat de Cataluña se debería ocupar, no de integrar a los extranjeros en la lengua y la cultura catalanas, sino a integrar a los catalanes en la sociedad multicultural que se avecina. Una tarea difícil, si tenemos en cuenta el supremacismo local que se respira. La demografía es tozuda. Resulta que, en el año 2023, en la ciudad de Barcelona, nacieron unos 11.000 niños y murieron unos 15.000 habitantes. En cualquier caso, la población aumentó en unas 50.000 personas porque una parte importante eran migrantes extranjeros . Es decir –no nos confundamos-, no españoles. Hay cálculos que indican que la ciudad de Barcelona, en los últimos años, perdió unos 400.000 habitantes de origen español al tiempo que ganó unos 600.000 mil habitantes de origen extranjero. Hay que añadir que lo ocurrido en Barcelona también ha sucedido en otras ciudades catalanas. A tenor de los datos que se tienen, surge la pregunta siguiente: antes o después, ¿asistiremos a la substitución de la población autóctona de Barcelona /Cataluña? Probablemente, no. Quizá lo más probable sea la aparición de una nueva población autóctona de composición mixta: español/catalán y extranjero. La cuestión es si, a medio o largo plazo, la nueva población autóctona se volverá a dividir. Y así sucesivamente. Si ello llegara a ocurrir, Barcelona /Cataluña se transformaría en una suerte de ‘melting pot’ de alto calibre multicultural. O quizá no pase así si tenemos en cuenta que determinados grupos de migrantes no suelen emparejarse con los autóctonos, porque no quieren perder su origen, su lengua, sus costumbres, sus valores, sus creencias o su religión. Si ello sucede, Barcelona/Cataluña sería el país –no el único- de los guetos. Incluido el gueto catalán. Así las cosas –un futuro plausible el día de mañana-, surgen diversas cuestiones entre las cuales destaca la siguiente: en la Barcelona/Cataluña del futuro, ¿estallarán los conflictos etno-culturales de París, Londres o Nueva York? Una sugerencia: la política de integración de la Generalitat de Cataluña se debería ocupar, no de integrar a los extranjeros en la lengua y la cultura catalanas, sino a integrar a los catalanes en la sociedad multicultural que se avecina. Una tarea difícil, si tenemos en cuenta el supremacismo local que se respira.
el oasis catalán
La política de integración de la Generalitat de Cataluña se debería ocupar, no de integrar a los extranjeros en la lengua y la cultura catalanas, sino a integrar a los catalanes en la sociedad multicultural que se avecina
La demografía es tozuda. Resulta que, en el año 2023, en la ciudad de Barcelona, nacieron unos 11.000 niños y murieron unos 15.000 habitantes. En cualquier caso, la población aumentó en unas 50.000 personas porque una parte importante eran migrantes extranjeros. … Es decir –no nos confundamos-, no españoles. Hay cálculos que indican que la ciudad de Barcelona, en los últimos años, perdió unos 400.000 habitantes de origen español al tiempo que ganó unos 600.000 mil habitantes de origen extranjero. Hay que añadir que lo ocurrido en Barcelona también ha sucedido en otras ciudades catalanas.
A tenor de los datos que se tienen, surge la pregunta siguiente: antes o después, ¿asistiremos a la substitución de la población autóctona de Barcelona/Cataluña? Probablemente, no. Quizá lo más probable sea la aparición de una nueva población autóctona de composición mixta: español/catalán y extranjero. La cuestión es si, a medio o largo plazo, la nueva población autóctona se volverá a dividir. Y así sucesivamente.
Si ello llegara a ocurrir, Barcelona /Cataluña se transformaría en una suerte de ‘melting pot’ de alto calibre multicultural. O quizá no pase así si tenemos en cuenta que determinados grupos de migrantes no suelen emparejarse con los autóctonos, porque no quieren perder su origen, su lengua, sus costumbres, sus valores, sus creencias o su religión. Si ello sucede, Barcelona/Cataluña sería el país –no el único- de los guetos. Incluido el gueto catalán.
Así las cosas –un futuro plausible el día de mañana-, surgen diversas cuestiones entre las cuales destaca la siguiente: en la Barcelona/Cataluña del futuro, ¿estallarán los conflictos etno-culturales de París, Londres o Nueva York? Una sugerencia: la política de integración de la Generalitat de Cataluña se debería ocupar, no de integrar a los extranjeros en la lengua y la cultura catalanas, sino a integrar a los catalanes en la sociedad multicultural que se avecina. Una tarea difícil, si tenemos en cuenta el supremacismo local que se respira.
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