Pablo Motos e Isabel Preysler se conocen, son amigos y se adoran. El presentador de El Hormiguero nunca lo ha ocultado, ni tampoco la reina de corazones. Anoche, fue la rendición total Leer Pablo Motos e Isabel Preysler se conocen, son amigos y se adoran. El presentador de El Hormiguero nunca lo ha ocultado, ni tampoco la reina de corazones. Anoche, fue la rendición total Leer
Pablo Motos siempre pronuncia la misma frase cuando, al inicio de la entrevista a un invitado, se tiene que ir a publicidad: «La noche es de…». Y arrancan los anuncios. Anoche, con la visita de Isabel Preysler a El Hormiguero para presentar y hablar de sus memorias, Pablo Motos se tenía que ir sí o sí al mismo bloque publicitario de cada noche. Se fue con la misma frase, pero no era la misma. El «la noche es de Isabel Preysler» cobró más sentido que nunca, pues la noche, el programa, los colaboradores, Juan del Val -se puso de nuevo chaqueta por Isabel Preysler– y el propio Pablo Motos estaban rendidos ante Isabel Preysler. No era la frase en sí, era el cómo la dijo, era el cómo fue toda la entrevista, eran los pequeños destellos, los gestos, las sonrisas, la complicidad…
Que Isabel Preysler y Pablo Motos son amigos y se adoran es algo que ninguno de los dos ha ocultado nunca. Tras la primera visita de la reina de corazones a El Hormiguero, el propio presentador ha ido dando pinceladas de vez en cuando de esa relación. Comidas con Isabel Preysler, cenas, llamadas, cafés, Tamara Falcó, por medio. Aunque Isabel Preysler es la elegancia y la educación hecha persona ante cualquier entrevista o ante cualquier micrófono y cámara indiscreta, sus entrevistas con Pablo Motos siempre han demostrado a una Isabel Preysler mucho más relajada, mucho más en su salsa, mucho más cómoda, mucho más, se podría decir, Isabel. Anoche, su entrevista en El Hormiguero para presentar y hablar de sus memorias fue la rendición total del uno con el otro.
Se vio durante muchos momentos a lo largo de la noche, pero hubo un detalle que, tal vez, sólo unos pocos captaron. A El Hormiguero han ido muchos escritores a presentar sus nuevos libros —sí, Juan del Val también se va a sentar para presentar su Premio Planeta cuando salga a la venta y prometen que será «la entrevista más salvaje»—. Siempre que va un escritor, el libro en cuestión está encima de la mesa, frente a Pablo Motos, que suele jugar con él durante la entrevista: cogerlo, dejarlo, enseñarlo… ¿Cuántas veces esos libros estaban llenos de post-its, de marcas en las páginas, con hojas que denotaban haber sido leídas y releídas? Pocas. Pues el libro de Isabel Preysler anoche era como los libros de los estudiantes: todo lleno de señales.
«Llevo toda la semana esperando que llegue este momento. Hacía mucho tiempo que no leía algo tan adictivo. Primero tenéis que comprarlo porque os va a gustar. Y dos, no es un libro que vayáis a leer en un rato. Cuando empecéis, guardad unas horas porque os va a enganchar y no vais a poder parar», sentenció Pablo Motos nada más arrancar la entrevista. No se puede hacer una promoción mejor de un libro y de nada.
Fueron muchos los detalles que anoche visibilizaron que Pablo Motos e Isabel Preysler son más que el presentador de El Hormiguero y la reina de corazones. Es adoración del uno por el otro. Es la necesidad de demostrar que Pablo Motos es amigo de Isabel Preysler e Isabel Preysler es amiga de Pablo Motos. Es la mejor demostración que hay de que existen amistades que dan prestigio, valor, estatus.
Tal vez por eso, Pablo Motos se permite hacer preguntas que probablemente pocos periodistas se atreverían no sólo a hacerlas, sino a hacerlas con la confianza con que las hace el presentador de El Hormiguero. Tal vez por eso, Isabel Preysler, siempre educada, respetuosa, la reina de la elegancia, del charm, se permite responder sin tener que guardar demasiado las formas.
«Con él fue tu primera vez», le lanzó al inicio de la entrevista Pablo Motos mientras estaban hablando del hombre que hizo que sus padres mandasen a Isabel Preysler a España. Isabel Preysler se quedó por un instante callada, pero su rostro, difícil de adivinar en él cualquier gesto, se tornó en sorprendido. Pablo Motos se dio cuenta: «¿He sido demasiado directo?». La Preysler guardó dos segundos de silencio y… «bueno, sí». Ante cualquier otro invitado, Pablo Motos seguramente se hubiese ido a la siguiente pregunta; con Isabel Preysler, no, porque si a alguien le iba a consentir Isabel Preysler que le preguntasen por cuándo y por cómo había perdido la virginidad en directo y en un programa que ven millones de personas, ese era Pablo Motos.
«O me lo cuentas o lo leo». Punto. ¿A cuántos periodistas les hubiera gustado decirle esta frase a Isabel Preysler? «Tenía 18 años y estaba locamente enamorada. Me llevó a una isla en la que tenía su casa y no volvimos porque la avioneta se estropeó. Me pillaron mis padres y me mandaron a España». No le quedó otra que responder, pero sin entrar en demasiados detalles. Era un filipino, un playboy, 10 años mayor que ella y al que sus padres, por lo que parece, no querían ver ni en pintura.
Durante toda la noche, momentos como este se sucedieron. Algunos con más ironía, otros con más seriedad, pero Pablo Motos jugó con una ventaja que el resto pocas veces, por no decir ninguna, ha tenido. De hecho, una de las preguntas que más se repitió durante la entrevista en El Hormiguero fue la de los celos de todas sus parejas. Hablar de la biografía de Isabel Preysler es hablar de la historia de su vida marcada en cada época por quién fuera su marido. Empezó por el playboy, siguió con Julio Iglesias, Carlos Falcó, Miguel Boyer y terminó con Mario Vargas Llosa. Cuatro hombres, cada uno de su padre y de su madre, pero todos con una cosa en común: los celos.
«Julio Iglesias te dijo que no quería que bailases ni con Dios. ¿Y qué hacías?», le preguntó Pablo Motos. «Bailábamos él y yo». Qué frase tan terrible —»no quería que bailases ni con Dios»—, qué consecuencia más horrible —bailábamos él y yo—. En el libro, además, La Preysler cuenta que la boda con Julio Iglesias fue un drama por haberse casado embarazada: «Sí, me tuve que casar embarazada y eso fue durísimo. Yo no estaba preparada, no era el momento para casarnos todavía, fue todo muy precipitado. No le podía contar a nadie, además, que estaba embarazada, no lo sabía ni mi madre. En esa época quedarse embarazada sin estar casada era un drama. Julio se portó como un señor cuando se lo conté. Él estaba de viaje y volvió corriendo para casarnos».
Curioso lo de los celos de Julio Iglesias cuando su matrimonio se acabó precisamente por la infidelidad de él. Se casó queriéndole mucho y se enamoró locamente de él después. Pero curioso fue anoche descubrir cómo La Preysler guarda en un pequeño cajón un poquito de rencor, y no por ella, sino por su hijo Enrique Iglesias. «Julio, al enterarse, no se portó con Enrique como debería», sentenció cuando Pablo Motos le pidió que contase cómo fue cuando Enrique Iglesias les contó que quería dedicarse a la música.
Habló de Carlos Falcó, el padre de Tamara Falcó, la cual estuvo presente durante toda la entrevista y se comió algún que otro plano durante la entrevista de su madre. Fue del que menos contó, más allá de la vida de lujos y privilegios que vivió con él: vacaciones en barco, bailes en castillos, esquí en Gstaad, veranos en barcos, cacerías en Inglaterra… Y conoció a Miguel Boyer y, entonces, la infiel fue ella. Dice que todavía le duele, pero que no pudo frenar el amor por el exministro socialista, el hombre de su vida.
«La vida con Miguel era mucho más tranquila, más mundana. Todos los enemigos de Miguel Boyer me utilizaron y utilizaron nuestra relación para hacerle daño. La verdad es que lo tenían facilísimo: una mujer de derechas, casada con un marqués y que salía en las revistas, con un político de izquierdas». Y chimpún. Pero también era celoso. Eso sí, en esos celos Miguel Boyer nunca la culpó a ella, siempre a los demás.
Y llegó Mario Vargas Llosa, y Pablo Motos leyó la carta que tanto ha dado que hablar, la que el escritor le envió a Isabel Preysler, y la carta —que ha dado más que hablar todavía— que Isabel Preysler le envió a él para romper, y en la que se desvela que La Preysler puso fin a esa relación por la escena de celos que el escritor le montó en una fiesta de Moët Chandon. Para Isabel Preysler fue la gota que colmó el vaso: «Envía un camión y que recojan tus cosas de casa».
«¿Has sido libre?», le preguntó entonces Pablo Motos, consciente de que los celos han marcado toda su vida. «No he podido ser todo lo libre que he deseado ser porque nunca me lo han permitido. He tenido que ir lidiando con los celos toda mi vida. Eso ha sido parte de mi vida».
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